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El pequeño inversor y la industria de fondos española
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Ignacio Rodríguez Añino

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El pequeño inversor y la industria de fondos española

Las noticias macro sobre España con las que empezamos cada día no pueden ser más negativas: recesión, déficit superior al esperado, paro creciente, impuestos más altos,

Las noticias macro sobre España con las que empezamos cada día no pueden ser más negativas: recesión, déficit superior al esperado, paro creciente, impuestos más altos, propuestas de copagos sanitarios y educacionales… la verdad es que es difícil ver un punto positivo entre tantas realidades tan duras.

Desgraciadamente España no va a crecer en el corto plazo y el paro va a seguir azotando a millones de familias. La lucha contra el desempleo debería ser la prioridad de nuestro gobierno y de sus políticas económicas. Por ahora sólo se han anunciado subidas de impuestos, espero que las reformas vengan pronto.

El inversor español, que todavía existe, muchas veces es obviado por el sistema que predomina en España. Aquí, la mayoría de los productos financieros son distribuidos a través de las redes bancarias. Estas oficinas lo mismo dan una hipoteca (ahora no, pero solían hacerlo hasta 2008), que hacen un depósito (si las necesidades de balance del banco así lo requieren), ofrecen una tarjeta de crédito (¡qué bien sientan las comisiones a las cuentas de resultados!), cambian rentabilidad de  planes de pensiones por sartenes u ofrecen un fondo garantizado (hablaremos de ello en un rato). Así es imposible que los esforzados trabajadores bancarios conozcan en profundidad los productos y puedan aconsejar sobre ellos.

Los grandes bancos buscan y fomentan a los ahorradores, no a los inversores. La diferencia es el apetito por el riesgo, mucho menor en los ahorradores -  cuyo principal objetivo es preservar el capital y arriesgarse lo mínimo a perder dinero– que en los inversores –que están dispuestos a arriesgar a largo plazo para obtener ganancias superiores-.

Siendo consecuentes con esa idea. Los principales canales de distribución bancarios ofrecen generalmente productos de poco riesgo, que no ofrezcan mucho problema en el futuro -que no den pérdidas que enfaden a los clientes- y que tengan buenas comisiones. Hoy por hoy los depósitos son el producto estrella debido a las necesidades de balance de los bancos. Sin embargo, considero que los fondos garantizados son el paradigma de esta idea. Tienen comisiones atractivas para el banco y no demasiado evidentes para el ahorrador (suelen estar imbuidas en la opción y cobrarse al tirón) y, a no ser que pase un Lehman, no tienen mucho riesgo y suelen devolver al menos el 100% del capital empleado.

El problema es que son pocos los fondos garantizados que terminan obteniendo rentabilidades atractivas. Los esquemas de comisiones hacen que las opciones sean “caras” y al final esto repercute en el menor beneficio del cliente.

Muchas veces pienso que un inversor que quiera invertir por ejemplo 10.000 euros podría hacer algo muy parecido comprando 8.500 euros en bonos del estado a 5 años (rentabilidad del 4% anual en la subasta de ayer http://www.tesoro.es/SP/subastas/resultados/b_5a_12_01_19.asp ) y utilizando los siguientes 1.500 euros en comprar un buen fondo de inversión de renta variable global.

Si en los próximos 5 años los mercados suben de media un 6% ó 7%  anualizado –algo que es factible dado los bajos niveles actuales de valoración- el inversor al final habrá obtenido una rentabilidad atractiva a un riesgo muy bajo. Y siempre con la posibilidad de que si existe un “rally” en los mercados, la rentabilidad sea muy superior.

Lo bueno que tienen los garantizados es que, siendo fondos de inversión, los inversores pueden retrasar el pago del impuesto sobre las plusvalías (subido al 21%) mediante el traspaso a otro fondo. Pero mi apuesta siempre sería por la inversión en  fondos activos que pueden obtener rentabilidades atractivas a medio y largo plazo.

Esta posibilidad debería hacer que los todos los fondos en general volvieran a ser muy populares entre los inversores. La industria española de fondos ha caído hasta los 127.772 millones de euros a diciembre de 2011, siguiendo una tendencia que empezó hace ya demasiados años.

España tiene muchos ahorradores en depósitos y pocos inversores en fondos domésticos. Estamos en un momento en que los bancos no trasladan el crédito que reciben a la economía real, es decir no invierten y no generan crecimiento.

Una industria de instituciones de inversión colectiva española  más fuerte y con más activos favorecería a las empresas y la deuda pública españolas y contribuiría al crecimiento del PIB en  un momento tan complicado como el actual.

Las noticias macro sobre España con las que empezamos cada día no pueden ser más negativas: recesión, déficit superior al esperado, paro creciente, impuestos más altos, propuestas de copagos sanitarios y educacionales… la verdad es que es difícil ver un punto positivo entre tantas realidades tan duras.