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Jesús Sánchez-Quiñones

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Grecia como mensaje

“Para beneficiarse de las ventajas del euro hay que cumplir unas normas mínimas de estabilidad presupuestaria a largo plazo recogidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento”

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La credibilidad cuesta mucho esfuerzo y tiempo conseguirla y es muy fácil perderla. En el caso de un país que pretende financiarse en los mercados financieros internacionales, las actuaciones y los mensajes que transmitan reiteradamente sus responsables políticos no son indiferentes. Los inversores distinguen entre las promesas realizadas en las campañas electorales y las actuaciones llevadas a cabo una vez se asumen las responsabilidades de gobierno, dando importancia a estas últimas.

En el caso de Grecia, los mensajes transmitidos por sus responsables gubernamentales de forma reiterada y las medidas aprobadas, como la readmisión de 4.000 funcionarios o la reapertura de la televisión pública, ponen en duda la voluntad de poner en práctica los eventuales acuerdos alcanzados con los acreedores. Aun alcanzándose a última hora un acuerdo de mínimos que consiga, una vez más, dar una patada hacia delante al problema y ganar tiempo, la credibilidad del cumplimiento de los nuevos compromisos adquiridos por el país heleno es escasísima mientras se mantenga el gobierno actual.

Todas las partes implicadas en las negociaciones desean que no se produzca una ruptura de las mismas y que Grecia pueda seguir con su status quo actual dentro de la Eurozona y de la Unión Europea. Sorprendentemente, el propio presidente de la Comisión Europea, elSr. Juncker, ha descartado repetidas veces la salida de Grecia del euro. En el caso de no alcanzarse un acuerdo entre Grecia y sus acreedores que suponga nuevos desembolsos por parte de éstos, Grecia no podría hacer frente a sus pagos más inmediatos, comenzando por las pensiones y pago de salarios a los funcionarios, viéndose obligada a emitir una nueva moneda o al menos pagarés (IOU I owe you) que a su vez sirvan como medio de pago de impuestos. El apoyo del BCE a través de los préstamos de emergencia (ELA, Emergency Loan Assistance) dejaría de funcionar, obligando a la toma de medidas de control de capitales en Grecia.

Hasta ahora, las repetidas señales de un acuerdo inminente de las negociaciones, nunca materializado, han sido recogidas por los mercados con alzas en las cotizaciones. Si finalmente se alcanzase el acuerdo, aunque sea de mínimos, temporal y no definitivo, previsiblemente los mercados reaccionarían de nuevo con subidas. Por el contrario, si el acuerdo no se produce y Grecia suspende pagos (default), se produciría un periodo de incertidumbre y volatilidad, pero no existen discrepancias sobre las consecuencias a largo plazo.

Algunos argumentan que la salida de Grecia implica la no irrevocabilidad del euro. Así, otros países podrían ir detrás, aumentando la inestabilidad de la Eurozona y produciéndose un contagio a otros países periféricos. En cualquier caso, el efecto sobre la economía griega sería desolador. Los ajustes que tendrían que realizar serían muy superiores a los que ahora se les demanda.

Aunque el efecto adverso inicial sería inevitable, la salida de Grecia del euro sería un mensaje contundente a todos los gobiernos de la Eurozona: “Para beneficiarse de las ventajas del euro hay que cumplir unas normas mínimas de estabilidad presupuestaria a largo plazo recogidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento”.

El Pacto de estabilidad y Crecimiento (PEC) es un conjunto de normas para garantizar que los países de la Unión Europea mantienen sus finanzas públicas saneadas. Algunas normas del PEC tienen por objeto evitar que unas políticas presupuestarias se orienten a direcciones potencialmente problemáticas, mientras que otras sirven para corregir déficits presupuestarios excesivos o una elevada carga de deuda pública.

Europa ha logrado posponer una y otra vez la adopción de soluciones definitivas al problema griego. Ahora puede no ser diferente y aplazarse una vez más una solución de largo plazo. No obstante, en el caso de una eventual salida de Grecia del euro, el contagio a otros países estaría limitado por la actuación del Banco Central Europeo.

La credibilidad cuesta mucho esfuerzo y tiempo conseguirla y es muy fácil perderla. En el caso de un país que pretende financiarse en los mercados financieros internacionales, las actuaciones y los mensajes que transmitan reiteradamente sus responsables políticos no son indiferentes. Los inversores distinguen entre las promesas realizadas en las campañas electorales y las actuaciones llevadas a cabo una vez se asumen las responsabilidades de gobierno, dando importancia a estas últimas.

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