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La gran mentira de las pensiones públicas españolas
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Juan Ramón Rallo

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La gran mentira de las pensiones públicas españolas

La casta política lleva décadas repitiendo que las prestaciones estatales están sobradamente garantizadas y que, por consiguiente, no necesitamos preocuparnos por nada

Foto: La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez. (EFE)
La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez. (EFE)

Para poder planificar adecuadamente nuestro futuro, necesitamos disponer de buena información sobre ese futuro. Si diariamente se nos intoxica con mentiras o con medias verdades, entonces tomaremos decisiones sistemáticamente erróneas sin siquiera ser conscientes de ello. Con el sistema público de pensiones padecemos ese mismo problema: la casta política lleva décadas repitiendo que las prestaciones estatales están sobradamente garantizadas y que, por consiguiente, no necesitamos preocuparnos por nada.

Este martes, la aseguradora Aegon presentó su estudio anual sobre la “preparación para la jubilación”. La conclusión básica que se desprende del mismo es que los españoles siguen sin planificar financieramente su jubilación (somos el segundo país desarrollado menos mentalizado sobre ello) porque, en el fondo, siguen confiando extraordinariamente en papá Estado. Así, mientras que en el resto de países desarrollados los ciudadanos son conscientes de que la pensión pública ni siquiera representará un 50% de sus ingresos futuros, en España esa cifra asciende hasta el 65%. ¿Qué necesidad hay de ahorrar cuando crees que dos tercios de tu jubilación están absolutamente garantizados por el Estado?

placeholder Fuente: 'La jubilación esperada: envejecer con salud y tranquilidad ?nanciera'. (Aegon)
Fuente: 'La jubilación esperada: envejecer con salud y tranquilidad ?nanciera'. (Aegon)

Ahora bien, ¿por qué los españoles confían mucho más en la providencia estatal de lo que lo hacen los ciudadanos de otros países desarrollados? ¿Por mera ingenuidad estatólatra? No, la razón es bastante más sencilla: actualmente, las (insostenibles) pensiones públicas españolas proporcionan unos ingresos equivalentes al 75% del salario medio en la economía. Es decir, el español medio puede mantener aproximadamente su nivel de vida previo a la jubilación tan solo merced a la pensión proporcionada por la Seguridad Social. En cambio, en el resto de países europeos, este porcentaje (conocido técnicamente como tasa de sustitución) es muy inferior al español: en la mayoría de casos, se halla por debajo del 50% e incluso por debajo del 40% (también en las tan 'sociales' Dinamarca, Suecia o Noruega).

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Fuente: The 2015 Ageing Report

Si en el resto de Europa la pensión pública apenas equivale a un pequeño porcentaje del salario que perciben los ciudadanos durante su etapa laboral, por fuerza estos toman pronto conciencia de la necesidad de ahorrar para mantener su nivel de vida tras la jubilación. En España, en cambio, a día de hoy no parece algo tan necesario: y, según nos juran insistentemente los políticos de todo pelaje ideológico, lo seguirá sin ser en el futuro. Por ejemplo, la propia ministra de Trabajo, Fátima Báñez, declaró hace apenas dos meses que “el modelo de pensiones es sostenible en el tiempo hoy y también mañana”. Ni PSOE, ni Ciudadanos ni Podemos le afearon sus palabras a la ministra del PP; al cabo, ese era el mensaje que todos deseaban que se le transmitiera a la población: “Aquí no pasa absolutamente nada”.

Pero este discurso es radicalmente falso: durante las próximas décadas, la tasa de sustitución de las pensiones públicas españolas se va a hundir, estafando a todos aquellos ciudadanos que consideran innecesario ahorrar hoy gracias a la generosa pensión que esperan recibir en el futuro. Según los propios cálculos del Gobierno, recogidos por la Comisión Europea, la tasa de sustitución durante las próximas décadas bajará del actual 75% al 48%: un recorte de las condiciones de jubilación cercano al 40%. No en vano, España será uno de los países en los que más se deteriorará la tasa de sustitución en el futuro:

Esta fuerte caída de nuestra tasa de sustitución será el resultado inexorable de reformas dentro del sistema público de pensiones que ya han sido aprobadas y que se van a mantener vigentes dada la insostenibilidad del sistema en su ausencia: no es una cuestión de voluntad política, sino de mera demografía y contabilidad pública. De esta manera, tras este ajuste de cerca del 40% en la tasa de sustitución que ya ha sido programado por nuestra casta política, la tasa de sustitución española se ubicará en niveles similares a los europeos: es decir, las pensiones públicas españolas no serán, en términos relativos, peores que las de sus pares europeos, pero nuestras condiciones de jubilación sí serán notablemente peores que las actuales. ¿Algún partido político nacional está alertando a los ciudadanos de este inexorable tijeretazo en sus pensiones? No, todos ellos guardan silencio sobre nuestro auténtico futuro, trasladando la falsa impresión de que la actual tasa de sustitución se va a mantener en el tiempo y que, por tanto, no es necesario ahorrar para garantizarse un retiro medianamente digno.

Foto: (Reuters)

En definitiva, nuestra oligarquía política sigue mintiendo impúdicamente a los españoles: toda ella es plenamente consciente de los recortes que vienen y, lejos de alertar a los ciudadanos para que puedan reaccionar a tiempo, dedican toda su artillería propagandística a mantenerlos anestesiados en la mentira. ¿Qué sentido tiene confiarles nuestra jubilación a personajes tan maquinadores y manipuladores? Ninguno. Es urgente reivindicar nuestro derecho a decidir y a gestionar financieramente nuestro propio futuro: si no tomamos responsablemente las riendas de nuestra jubilación, continuaremos sometidos a los engaños y recortes de nuestros gobernantes sin escrúpulos. Merecemos un futuro mejor.

Para poder planificar adecuadamente nuestro futuro, necesitamos disponer de buena información sobre ese futuro. Si diariamente se nos intoxica con mentiras o con medias verdades, entonces tomaremos decisiones sistemáticamente erróneas sin siquiera ser conscientes de ello. Con el sistema público de pensiones padecemos ese mismo problema: la casta política lleva décadas repitiendo que las prestaciones estatales están sobradamente garantizadas y que, por consiguiente, no necesitamos preocuparnos por nada.

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