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Portugal promete superávit, España mendiga déficit
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Juan Ramón Rallo

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Portugal promete superávit, España mendiga déficit

Mientras Portugal saca pecho por su superávit, nosotros mendigamos que nos permitan tardar unos años más en alcanzarlo

Foto: El primer ministro portugués, António Costa (i), habla con el ministro de Finanzas, Mário Centeno. (EFE)
El primer ministro portugués, António Costa (i), habla con el ministro de Finanzas, Mário Centeno. (EFE)

En Portugal, el Partido Socialista gobierna desde 2015 con el apoyo parlamentario de las fuerzas asimilables a Unidas Podemos (en esencia, el Partido Comunista Português y el Bloco de Esquerda). De ahí que, durante años, tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias nos estuvieron repitiendo que la experiencia de nuestro país vecino constituiría el espejo en el que ellos querían mirarse para dirigir España. Y, desde hace unos días, PSOE y Unidas Podemos ya se encuentran a los mandos del país (en realidad, indirectamente, llevan pilotándolo desde mediados de 2018), de modo que habría llegado su momento de demostrar que, en efecto, desean transitar una senda similar a la del Ejecutivo luso de António Costa.

Sucede que, de momento, ambos gobiernos no pueden estar siguiendo una estrategia presupuestaria más distinta. Por un lado, el ministro de Economía de Portugal, Mário Centeno, acudió este lunes a la conferencia del Eurogrupo para proclamar públicamente que su país cerrará 2020 con un superávit fiscal, el primero desde hace más de tres décadas: “Portugal ha recorrido un largo camino en los últimos años. En 2020, registrará un superávit público: algo sin precedentes y particularmente significativo, comparado con lo sucedido durante los años de crisis”. Por otro, la ministra de Economía de España, Nadia Calviño, deambuló ese mismo día por el Eurogrupo para implorar el enésimo retraso en nuestros compromisos de déficit público, esto es, que permitan que nos endeudemos todavía más durante los próximos ejercicios.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

La divergencia resulta notable, habida cuenta de que, según el predominante relato oficial en España, el Gobierno portugués se había rebelado contra la dictadura de la austeridad impuesta por Bruselas —mostrando que había una política económica alternativa a la marcada por la Troika—, mientras que, según se nos ha dicho también, Calviño cumple el papel de la guardiana de la ortodoxia bruselense dentro del Ejecutivo nacional. Pero, extrañamente, los heterodoxos se están comportando de un modo muy ortodoxo, mientras que los ortodoxos tratan de deslizarse hacia la heterodoxia.

¿Cómo es ello posible? Pues, simplemente, porque Portugal jamás fue el alumno aventajado de la insubordinación frente a Bruselas ni, de momento, Calviño ha demostrado ser capaz de domar la irresponsable sed de endeudamiento de Sánchez, Iglesias y sus correligionarios. A este respecto, debería bastar con comparar las distintas trayectorias que han seguido Portugal y España durante los últimos años.

Así, como es sabido, António Costa alcanzó el liderazgo del Gobierno luso en noviembre de 2015. Pues bien, en 2016, nuestro vecino ejecutó uno de los mayores hachazos contra el gasto público de toda su historia: el peso de los desembolsos estatales sobre el PIB se redujo desde el 46,5% hasta el 44,6% del PIB (después de que en 2015 ya se hubiese minorado desde el 48,7% al 46,5%). Desde entonces, además, el gasto público no ha recuperado terreno sino que ha seguido diluyéndose dentro del PIB hasta terminar representando, a finales de este ejercicio, el 43,1% del PIB… Por debajo de sus niveles previos a la crisis. El peso del Estado luso con el 'Gobierno de progreso' luso no ha aumentado sino que se ha reducido. A su vez, y durante ese mismo periodo, los ingresos públicos están lejos de haberse disparado: en 2015, representaban el 43,8% del PIB, y a finales de 2020, se espera que totalicen el 43,2% del PIB (vamos, que de hecho han menguado). Portugal, pues, ha saneado sus cuentas públicas esencialmente mediante el ajuste del gasto, no de la subida impositiva: también con Costa.

Ingreso y gasto público de Portugal (% PIB)

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¿Y qué decir de España? Pues, especialmente desde que gobierna Sánchez, casi lo opuesto. En cuanto al gasto público, no ha habido absolutamente ningún ajuste desde que el PSOE llegó al poder (en realidad, no ha habido ningún ajuste desde 2017, cuando los desembolsos estatales se estabilizaron alrededor del 41% del PIB). A su vez, y por el lado de los ingresos, la presión fiscal sí ha seguido una trayectoria ascendente bajo el socialismo: en concreto, desde 2017, ha aumentado en 1,5 puntos sobre el PIB (monto que si acaso aumentará todavía más con la nueva hornada de subidas impositivas que prepara el Ejecutivo).

Ingreso y gasto público de España (% PIB)

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¿Resultado? Mientras Portugal ha acabado con su déficit público (sin pedirle extensiones a Bruselas), nosotros lo hemos consolidado cebando adicionalmente nuestro endeudamiento. Mientras ellos sacan pecho por su superávit, nosotros mendigamos que nos permitan tardar unos años más en alcanzarlo. Si de verdad fuera cierto que Portugal ha encontrado la fórmula mágica para, saltándose la austeridad, recortar su déficit sostenidamente año tras año, ¿qué estarán haciendo Sánchez e Iglesias que, en lugar de aumentar el gasto reduciendo el déficit, están pidiendo autorización a Bruselas para aumentar el gasto aumentando el déficit? Igual es que, cuando en su momento nos contaron la fantástica historia sobre Portugal, nos mintieron a todos del mismo modo que, dicho sea de paso, probablemente también nos estén mintiendo ahora.

En Portugal, el Partido Socialista gobierna desde 2015 con el apoyo parlamentario de las fuerzas asimilables a Unidas Podemos (en esencia, el Partido Comunista Português y el Bloco de Esquerda). De ahí que, durante años, tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias nos estuvieron repitiendo que la experiencia de nuestro país vecino constituiría el espejo en el que ellos querían mirarse para dirigir España. Y, desde hace unos días, PSOE y Unidas Podemos ya se encuentran a los mandos del país (en realidad, indirectamente, llevan pilotándolo desde mediados de 2018), de modo que habría llegado su momento de demostrar que, en efecto, desean transitar una senda similar a la del Ejecutivo luso de António Costa.

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