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Una reforma de las pensiones contra el populismo de Podemos
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Juan Ramón Rallo

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Una reforma de las pensiones contra el populismo de Podemos

O las pensiones no eran sostenibles sin recortes, o las ayudas de Bruselas sí implicaban condicionalidad, o Podemos ha pasado a cogobernar España con la casta

La reforma de las pensiones planteada por el ministro José Luis Escrivá ha colocado a Unidas Podemos frente al espejo de su populismo histórico. La formación de Pablo Iglesias nació y creció contra la austeridad que venía impuesta por Bruselas en numerosos frentes, entre ellos, el de las pensiones. Podemos nos aseguró en innumerables ocasiones que las reformas-recortes de la Seguridad Social aprobadas por el PSOE en 2011 y por el PP en 2013 eran, en realidad, innecesarias: que existía un amplio margen, de hecho, para mejorar las condiciones de acceso a la jubilación sin merma de la estabilidad financiera del sistema. Recordemos, si no, qué nos prometía Podemos en sus diversos programas electorales.

En el programa de las elecciones europeas de 2014, que sirvió de carta de presentación de la nueva formación política, se nos hablaba no solo de derogar las reformas previas del sistema de pensiones, sino de rebajar la edad de jubilación a los 60 años. Apenas 18 meses después, en las elecciones generales de 2015 (y también en las de 2016), Podemos daba marcha atrás en su propuesta de jubilación a los 60 años, pero aun así insistía en establecerla en los 65 años (derogando parcialmente la reforma de las pensiones de 2011, que la elevaba progresivamente hasta los 67 años) y en abrogar por entero la reforma de 2013, vinculando nuevamente las pensiones al IPC. Finalmente, en los dos comicios generales celebrados en 2019, Podemos ya se olvidó de derogar la reforma de 2011 perpetrada por el PSOE —esto es, aceptaba una edad legal de jubilación a los 67 años— y se concentró en acabar con la de 2013, esto es, en reindexar las pensiones al IPC y enterrar el factor de equidad intergeneracional.

placeholder El ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá. (EFE)
El ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá. (EFE)

Ese era, en apariencia, el precio que en materia de pensiones tenía que estar dispuesto a pagar Pablo Iglesias —no una edad legal de jubilación a los 60, ni siquiera a los 65, sino a los 67— para sentarse en el Consejo de Ministros. Algo asumible a cambio de poder ondear la bandera de haber derogado la reforma de 2013 del PP. Pero si aumentas el gasto por un lado (vinculando nuevamente las pensiones actuales al IPC), probablemente no te quede otro remedio que recortarlo por otro. Y ahí es donde entra la nueva reforma-recorte que ha propuesto Escrivá: elevar la edad efectiva de jubilación (dificultando la jubilación voluntaria y anticipada a edades como los 65 años) y alargar el periodo de cálculo de las pensiones desde los últimos 25 años de vida laboral a los últimos 35 para, de ese modo, recortar las pensiones futuras una media del 5,5%. Es más, todavía hay otro elemento sobre el que no se ha hablado, pero que previsiblemente también integrará la reforma Escrivá: la reintroducción futura del factor de equidad intergeneracional.

Y esa es justamente la reforma que Podemos no puede aceptar: jubilarse más tarde para cobrar menos. Lo opuesto a aquello que el candidato Pablo Iglesias había prometido tantas veces: jubilarse más pronto cobrando más. De ahí que la formación morada haya trazado una línea roja en esta reforma de las pensiones: no porque no crea que sea necesaria, sino porque no puede admitir que lo es sin reconocer, a su vez, que nos estuvieron engañando durante años.

Basta con analizar la alternativa que han propuesto los morados para garantizar la sostenibilidad de la Seguridad Social: destopar las cotizaciones sociales sin incrementar la pensión máxima (una radical injusticia que, en el mejor de los casos, apena arrojaría una recaudación extra de 0,5 puntos de PIB), eliminar las desgravaciones fiscales a planes privados de pensiones (cuyo impacto fiscal a largo plazo no llega al 0,05% del PIB) y cubrir el déficit restante de la Seguridad Social con nuevos impuestos (sin especificar cuáles). Es decir, para reemplazar una reforma que, según la AIReF, debería suponer un ajuste de 2,4 puntos de PIB en el año 2050, Podemos apenas propugna un incremento definido de los ingresos de 0,55 puntos de PIB. He ahí el reconocimiento de la impotencia de Podemos frente al agujero financiero de la Seguridad Social.

Y esa es justamente la reforma que Podemos no puede aceptar: jubilarse más tarde para cobrar menos. Lo opuesto a lo prometido tantas veces

Pero no pensemos que el enfrentamiento con el PSOE a cuenta de la reforma Escrivá le saldrá gratis a Podemos en términos de credibilidad. Si intentan disculpar a sus socios de Gobierno echándole la culpa a Bruselas, ¿cómo olvidar la mentira que nos contó Iglesias cuando aseguró que las ayudas de la Comisión Europea apenas conllevaban una irrelevante 'condicionalidad blanda' que nada tenía que ver con la de la crisis anterior? Si, en cambio, deciden culpar a sus socios de seguir priorizando los intereses del Ibex 35 sobre los de la población, ¿cómo seguir dentro de un Ejecutivo de coalición presidido por la casta revivida?

No es posible aferrarse a todas las mentiras populistas a la vez: o las pensiones no eran sostenibles sin recortes, o las ayudas de Bruselas sí implicaban condicionalidad, o Podemos ha pasado a cogobernar España con la casta. O acaso las tres proposiciones sean verdad.

La reforma de las pensiones planteada por el ministro José Luis Escrivá ha colocado a Unidas Podemos frente al espejo de su populismo histórico. La formación de Pablo Iglesias nació y creció contra la austeridad que venía impuesta por Bruselas en numerosos frentes, entre ellos, el de las pensiones. Podemos nos aseguró en innumerables ocasiones que las reformas-recortes de la Seguridad Social aprobadas por el PSOE en 2011 y por el PP en 2013 eran, en realidad, innecesarias: que existía un amplio margen, de hecho, para mejorar las condiciones de acceso a la jubilación sin merma de la estabilidad financiera del sistema. Recordemos, si no, qué nos prometía Podemos en sus diversos programas electorales.

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