¿De verdad piensa Ayuso deflactar el IRPF de los madrileños?

No deflactar el IRPF en función de la inflación equivale a incrementar el IRPF. Los elementos del tributo expresados en términos nominales (como los tramos o los beneficios fiscales) sufren un recorte real, es decir, representan un poder adquisitivo inferior al que representaban originalmente.

Por ejemplo, si tenemos un tipo único del IRPF del 10% con un mínimo vital exento de 10.000 euros, la persona que ingrese 20.000 euros pagará 1.000 euros en impuestos (un 5% de su renta); en cambio, la persona que ingrese 10.000 euros no pagará nada (0% de su renta). Si los precios se duplican y los ingresos de los contribuyentes no lo hacen, el contribuyente que ingresa nominalmente 20.000 euros habrá visto reducido su ingreso real a 10.000 euros, de modo que debería abonar un 0% de impuestos (como ocurría antes de la inflación con los contribuyentes que ingresaban 10.000 euros), pero al no haberse deflactado el IRPF seguirá abonando 1.000 euros (un 5%). A efectos prácticos, pues, es como si, en ausencia de inflación, los tipos efectivos que soportan quienes ingresan 10.000 euros se hubiesen incrementado desde el 0% al 5%.

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Por consiguiente, hace bien Ayuso en prometer que deflactará el IRPF de 2023. Lo contrario —que es lo que defiende el Gobierno de PSOE-Podemos— equivale a un sablazo impositivo general que ni siquiera ha sido aprobado por las Cortes. José Félix Sanz, el economista que más ha estudiado este asunto en España, cuantifica el sobrecoste fiscal que en términos promedios están soportando los españoles en 700 euros al año por contribuyente: y si tampoco se deflacta el IRPF en 2022, serán aproximadamente de 1.300 euros. Además, las autonomías donde más se deja sentir este efecto confiscatorio son las más ricas, como la de Madrid. De ahí que la propuesta del Gobierno madrileño sea no solo una buena idea, sino especialmente una buena idea para la región.

Pero tampoco deberíamos pensar que es oro todo lo que reluce. O no necesariamente. A falta de conocer los detalles específicos de la reforma del IRPF que plantea Ayuso, hay algunos claroscuros que deberían resolverse para que la propuesta tenga verdadero calado y sea realmente un ejemplo de buen gobierno liberal.

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Primero, ¿por qué se propone deflactar el IRPF a partir del ejercicio fiscal de 2023 (y con efectos, por tanto, en 2024) si la muy alta inflación la estamos sufriendo en 2022? Tal vez en 2023 sigamos con precios anormalmente altos, pero es improbable que con precios tan altos como los de 2022. Por consiguiente, si fuera verdad que Ayuso tiene un genuino interés en no aprovechar la inflación para subirles de tapadillo los impuestos a los madrileños, debería empezar deflactando el IRPF este mismo 2022, no en 2023.

Segundo, ¿la deflactación del IRPF de 2023 será una deflactación extraordinaria para ese año (a modo de aguinaldo tributario) o se instituirá una deflactación automática del IRPF a partir de ese momento? Nuevamente, si Ayuso está convencida de que las administraciones públicas no deben aprovechar la inflación para esquilmar tributariamente a los ciudadanos, lo riguroso sería deflactar cada año el IRPF de manera automática, sin necesidad de que anualmente acuda a rescatarnos de la inflación un político salvífico.

Si fuera verdad que Ayuso tiene interés en no aprovechar la inflación para subir los impuestos, debería deflactar el IRPF ya en 2022

Tercero, ¿con qué indicador se deflactará el IRPF? Las primeras informaciones apuntan a que se hará con la revalorización salarial promedio en la región en lugar de con el IPC autonómico. ¿Por qué? Pues porque así le conviene al Fisco autonómico en lugar de al contribuyente: en un momento de previsible pacto de rentas, los salarios subirán mucho menos que el IPC, de modo que deflactar según los salarios supondrá corregir de manera muy modesta la influencia de la inflación sobre el IPC. Si los salarios no subieran nada (como en nuestro ejemplo original), la deflactación sería nula y la inflación seguiría contribuyendo a aumentar el tipo efectivo que recae sobre los ingresos reales. Otra vez, si Ayuso quiere evitar que los madrileños paguen impuestos por la inflación, debería corregir el IRPF según toda la inflación que hemos sufrido y no según una pequeña porción de la misma.

Y cuarto, ¿qué elementos del IRPF tienen en mente deflactar el PP de Madrid? Lo que se nos ha comunicado es que se deflactará la tarifa, pero un impuesto no está compuesto únicamente por la tarifa, sino también por los beneficios fiscales. Si no se deflactan también los beneficios fiscales, la inflación incrementará la tributación efectiva sobre los madrileños (no tanto como si no se deflactara la tarifa, pero lo hará). De hecho, en el ejemplo con el que hemos abierto el artículo, el IRPF contaba con un único tramo y un único tipo, y la subida tributaria se producía porque la inflación diluía el valor real del mínimo vital exento. Por ello, si Ayuso estuviese de verdad comprometida a no expoliar a los ciudadanos a través de la inflación, no deflactaría solo la tarifa, sino también los beneficios fiscales.

En definitiva, sí, deflactar el IRPF en Madrid es una buena noticia: la cuestión es si constituye solo una buena noticia gracias a un vistoso titular sin mucha sustancia detrás ('clickbait') o si el cuerpo de la información hará honor al resplandeciente titular. ¿Propaganda o principios?