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José Luis Losa

Por las esquinas

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Andalucía merece una nueva Abengoa

Ni la Junta ni el Gobierno han querido mancharse para salvar uno de los mayores referentes mundiales en renovables con una de las peores gestiones financieras que se recuerdan

Foto: Protesta de los trabajadores de Abengoa. (EFE/Julio Muñoz)
Protesta de los trabajadores de Abengoa. (EFE/Julio Muñoz)
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Es difícil encontrar en el mundo una empresa con tanto conocimiento, talento y potencial sobre aguas y energías renovables como Abengoa. La compañía sevillana, que nació en 1941, se ha especializado en esa “nueva economía” que debe mover a Europa y buena parte del planeta en 2030. Cuenta con miles de empleados de alta cualificación —la mayoría ingenieros— y, por ello, sus diversas filiales están en el punto de mira de grandes grupos internacionales.

Sin embargo, su gestión financiera, fruto de la visión megalómana y poco transparente de sus anteriores propietarios, le ha llevado a ser una verdadera bomba de relojería que puede acabar este 1 de julio con el mayor concurso de acreedores en España.

Foto: Movilización trabajadores de Abengoa. (EFE/Julio Muñoz)

Y, a pesar de estar a punto de estallar, las muchas partes implicadas defienden ciegamente sus legítimos intereses sin darse cuenta de que van a saltar todos juntos por los aires. Parece que el debate se centra únicamente en lo que puede conseguir cada uno, desde los pequeños accionistas (que invirtieron sus ahorros para ganar dinero, exactamente la misma motivación que los fondos) a los grandes acreedores o los interesados en comprar a precio de saldo tras el despiece.

Pero nadie pone las luces largas para centrar el foco en lo que pierden Sevilla y España con la caída de esta empresa puntera en innovación y que mueve un ecosistema en un sector estratégico, además de ser un importante motor económico en la capital andaluza.

placeholder Protesta de los trabajadores de Abengoa. (EFE/José Manuel Vidal)
Protesta de los trabajadores de Abengoa. (EFE/José Manuel Vidal)

La Junta de Andalucía y el Gobierno central deberían haberse implicado hace tiempo para que esta multinacional, que estaba llamada a ser un referente europeo en los próximos años, no terminase sus días convertida en un gallinero mientras los lobos se acercan para ver el festín que se van a dar.

No sería la primera vez. Abengoa tuvo que vender hace unos años su filial Befesa, especializada en reciclaje de productos peligrosos de aluminio y acero, que ahora es un orgullo de la economía alemana, donde cotiza en la Bolsa de Fráncfort por valor de más de 2.000 millones. Es solo un ejemplo.

Foto: Trabajadores de Abengoa, en una imagen de archivo. (EFE/Muñoz)

Todos los países europeos buscan posicionarse en los sectores estratégicos del futuro, especialmente en esa nueva economía verde, y apoyarán que sus empresas sean las que lideren esa transformación en la UE. En España, ninguna Administración pública se ha interesado en mancharse las manos para arreglar de verdad Abengoa, a la que serán los tribunales los que le den la puntilla.

Pero Andalucía se merece una nueva Abengoa, que herede lo mejor de la compañía —sus empleados y su innovación— y que destierre lo peor de una multinacional que, como Ícaro, quiso volar, pero se acercó demasiado al sol.

Es difícil encontrar en el mundo una empresa con tanto conocimiento, talento y potencial sobre aguas y energías renovables como Abengoa. La compañía sevillana, que nació en 1941, se ha especializado en esa “nueva economía” que debe mover a Europa y buena parte del planeta en 2030. Cuenta con miles de empleados de alta cualificación —la mayoría ingenieros— y, por ello, sus diversas filiales están en el punto de mira de grandes grupos internacionales.

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