Es noticia
La deuda de emergentes como clase de activo
  1. Economía
  2. Postales de Inversión
Gustavo Teruel

Postales de Inversión

Por

La deuda de emergentes como clase de activo

La deuda de países emergentes es una clase de activo relativamente joven, pudiendo datarse sus orígenes en 1990, con la creación de los bonos Brady. Instrumento

La deuda de países emergentes es una clase de activo relativamente joven, pudiendo datarse sus orígenes en 1990, con la creación de los bonos Brady. Instrumento que debe su nombre al entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos y que se utilizó para colocar en el mercado la deuda soberana de países emergentes en forma de préstamos con bancos americanos, posteriormente a su ‘default’ y reestructuración. Este hito, que sirvió para proveer de liquidez al mercado secundario para estos activos, marcó el inicio de una historia llena de altibajos. Los principales sobresaltos para los inversores en este sector han sido la crisis de los países asiáticos en 1997 y los impagos de Rusia y Argentina en 1998 y 2001, respectivamente.

 

A pesar de que la evolución de la deuda de los países emergentes desde 2003 ha sido muy favorable, éste es aún uno de los pocos sectores del mercado de bonos junto con el de ‘high yield’ y el de deuda ‘mezzanine’ donde pueden encontrarse rentabilidades decentes ajustadas al riesgo. Como puede verse en el gráfico de pronóstico de rentabilidades ex ante que aparece abajo (cortesía de GMO), es la única clase de bonos en la que se espera obtener rentabilidades por encima de la inflación.

 

Las emisiones de renta fija que entran dentro de la categoría de deuda emergente son tan variadas que ésta a su vez se divide en tres subcategorías:

a)       Deuda soberana denominada en dólares, cuyo ‘benchmark ‘es el Emerging Markets Bond Index (EMBI GD), que engloba deuda de 44 países con una calificación media de BBB-.

b)      Deuda corporativa denominada en dólares, cuyo ‘benchmark’ es el Corporate EM Bond Index (CEMBI div), que engloba deuda de compañías domiciliadas en 30 países’ con una calificación media de BBB.

c)       Deuda soberana denominada en moneda local, cuyo ‘benchmark’ es el Government Bond Index (GBI-EM GB), que engloba deuda de 14 países con una calificación media de BBB+.

En el gráfico de abajo puede verse la correlación de las tres subcategorías con distintas clases de activo, siendo la deuda externa denominada en dólares la que mayores beneficios a la diversificación aporta (por su baja correlación con otros activos) y la deuda denominada en moneda local la de más alta correlación con la renta variable de países emergentes. Esta es una clase de activo en la que el gestor medio bate al mercado con relativa facilidad debido a la ineficiencia del mercado por la existencia de compradores “patrióticos” en determinados países. Por tanto, no es buena idea tener exposición a la clase de activo a través de ETFs, ya que éstos compran lo que hay disponible en lugar de lo que está barato.

 


 

Mi favorita de las tres es la deuda soberana denominada en moneda local, ya que es una apuesta que se beneficia tanto de una mejora de la calificación crediticia del país como de una apreciación de la moneda local (eventos que suelen ir de la mano). Como puede verse en el gráfico de arriba, los países emergentes están cada vez menos endeudados y son ahorradores netos, con lo que la oferta de emisiones en deuda local es cada vez menor, mientras que sus sistemas de pensiones aún están por desarrollarse, con lo que la demanda por este tipo de activos irá al alza. A esto se une una capacidad para aumentar tipos sin dañar la economía para atraer inversiones hacia el país. En definitiva, los emergentes tienen una situación diametralmente opuesta a la de Estados Unidos y Europa. Aunque no hay que perder de vista que estamos hablando de activos de riesgo y como tales sufrirán correcciones cuando la confianza en la situación economía mundial empeore, momento en que habrá que aprovechar para tomar posiciones.

La deuda de países emergentes es una clase de activo relativamente joven, pudiendo datarse sus orígenes en 1990, con la creación de los bonos Brady. Instrumento que debe su nombre al entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos y que se utilizó para colocar en el mercado la deuda soberana de países emergentes en forma de préstamos con bancos americanos, posteriormente a su ‘default’ y reestructuración. Este hito, que sirvió para proveer de liquidez al mercado secundario para estos activos, marcó el inicio de una historia llena de altibajos. Los principales sobresaltos para los inversores en este sector han sido la crisis de los países asiáticos en 1997 y los impagos de Rusia y Argentina en 1998 y 2001, respectivamente.