Es noticia
Ruiz-Mateos: la soberbia le mató
  1. Economía
  2. Tribuna
Colaboradores EC2

Tribuna

Por

Ruiz-Mateos: la soberbia le mató

El tiempo y la historia han puesto las cosas en su sitio. Ruiz-Mateos fue un pésimo empresario que utilizó el señuelo de estar creando puestos de trabajo para no respetar las reglas de juego

Foto: Ruiz-Mateos a la salida del juzgado en 1992. (EFE)
Ruiz-Mateos a la salida del juzgado en 1992. (EFE)

¿Qué pasó realmente con el caso Rumasa? Esta pregunta se la siguen haciendo muchos españoles 32 años después de que el Gobierno de Felipe González expropiase por sorpresa el mayor holding empresarial que existió en España. Un auténtico conglomerado de empresas y bancos solo comparable con el actual Corte Inglés. ¿Fue una conspiración urdida por los banqueros para expulsar a un competidor molesto? ¿Fue una persecución por parte de los socialistas para amedrentar a los empresarios? ¿O simplemente fue la mayor quiebra económica cometida por un mal gestor?

Hoy vuelven a estar presentes esas preguntas con motivo de la muerte de José María Ruiz-Mateos. Las respuestas son diferentes según quién las responda. Años después de la expropiación de Rumasa yo se lo pregunté a quien había sido su abogado defensor, Crispín de Vicente. Ya no trabajaba al servicio del empresario jerezano y me contó en privado, unos meses antes de morir y en presencia de su hijo, que realmente Ruiz-Mateos había provocado "la mayor quiebra empresarial de la historia de España a causa de su mala gestión. Como José María era un hombre muy soberbio, nunca aceptó su fracaso y para justificarse se inventó una conspiración por parte del Gobierno socialista, en connivencia con la banca y el Opus Dei, que solo existió en su imaginación. Con el tiempo, él mismo terminó creyéndose sus propias mentiras... Esta fue la razón por la que resultó imposible llegar a un acuerdo con el Estado para resolver el caso de una manera ordenada. Como abogado tengo que reconocer que a mí lo que me falló fue mi cliente".

El empresario andaluz confió hasta el último minuto en que serían el Estado y el resto del sector financiero quienes le rescatarían

Tiempo después de haber mantenido esta conversación con Crispín de Vicente, me encontré casualmente con Ruiz-Mateos en el VIPS de la calle López de Hoyos de Madrid. Me acompañaban los periodistas José Cavero y Mar Díaz-Varela. Cuando me vio empezó a dar saltos y gritos como un poseso: "¡Tú eres el culpable de todo por esa pregunta que le hiciste a Boyer!" Le expliqué que aquel viernes 20 de febrero de 1983, cuando le pregunté al entonces ministro de Economía Miguel Boyer qué estaba pasando en Rumasa, fue una pregunta fortuita...

- Pero dime - me preguntó gritando - ¿verdad que fue el propio Boyer quien te pidió que se la hicieras para poder expropiarme?

- Pues si quieres que te diga la verdad –le respondí- fue tu propio jefe de prensa quién me puso en la pista. Unos días antes me había llamado para desmentir una supuesta noticia sobre lo mal que estaban los bancos de Rumasa. Le expliqué que se equivocaba de periodista, dado que ni yo ni la agencia de noticias en la que trabajaba había publicado nada parecido.

- ¡Aaah...! Ahora ya todo está claro –me respondió a gritos-. El que estaba en la conspiración era mi jefe de prensa...

Desde aquel instante me quedó claro que aquel hombre había perdido la cabeza y que Crispín de Vicente tenía razón cuando me dijo que había interiorizado la teoría de la conspiración con tal de no asumir su propio fracaso.

Lo asombroso de esta historia es que una buena parte de la sociedad española creía más a Ruiz-Mateos que a las instituciones. El presidente del llamado “holding de la abeja” se había convertido en un símbolo de los indignados, de los que estaban contra el sistema. Cada vez que aparecía ridiculizando a la justicia, abofeteando a Boyer -"¡que te pego leche!" - o persiguiendo a Isabel Preysler, todos le reían aquellas ocurrencias contra el “establishment”. Tal es así, que más de 600.000 ciudadanos le votaron para que les representase ante el Parlamento Europeo y llegó a ser eurodiputado.

El tiempo y la historia se han encargado de poner las cosas en su sitio. Ruiz-Mateos fue un pésimo empresario que utilizó el señuelo de estar creando puestos de trabajo para no respetar las reglas de juego. Hizo todo tipo de trampas para no someterse a las reglas de la competencia propias de una economía de libre mercado.

La falta de autocrítica permitió que 25 después de la expropiación de Rumasa volviera a repetir la operación con la creación de Nueva Rumasa

Su proyecto empresarial se cimentó en la compra de empresas en dificultades, que reflotaba con la financiación que le proporcionaban los bancos de su propio grupo. En muy pocos años construyó un conglomerado donde las empresas tenían bancos en lugar de que los bancos tuviesen empresas. Este modelo de "banca industrial" sui generis suponía romper las reglas de juego. Al principio las cosas le fueron bien, hasta el punto de que a finales de los setenta Ruiz-Mateos era el contribuyente español que declaraba el mayor patrimonio a la Hacienda Pública. Sin embargo, la situación cambió radicalmente cuando la crisis económica se agudizó. Las empresas no podían devolver los créditos que habían recibido y los depositantes que habían confiado sus ahorros a los bancos de Rumasa corrían el riesgo de perder sus ahorros. Dicho de otra manera, los bancos de Ruiz Mateos no podían hacer frente a los quebrantos que se habían producido.

El empresario andaluz confió hasta el último minuto en que serían el Estado y el resto del sector financiero quienes le rescatarían a través del Fondo de Garantía de Depósitos. Sin embargo, el sector no estaba por la labor ya que no eran los bancos quienes habían quebrado, sino las empresas del grupo Rumasa. Haberle rescatado como se hizo con los bancos quebrados, suponía tanto como invitar a las empresas a crear sus propias entidades de crédito sin ningún tipo de control.

Aquella fue la razón por la que el entonces presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), Rafael Termes, apoyó al Gobierno de Felipe González en la expropiación. Tampoco la patronal española presidida por José María Cuevas se opuso frontalmente a la decisión del gobierno socialista. Como me comentó en privado el líder de la CEOE, "Ruiz-Mateos hacía competencia desleal al no pagar a la Seguridad Social y al no respetar las reglas de juego. Por eso cuando cayó nadie le ayudó a levantarse".

La ausencia de autocrítica fue lo que permitió que 25 después de la expropiación de Rumasa volviera a repetir la operación con la creación de Nueva Rumasa. El planteamiento era el mismo y el resultado todos lo conocemos: arruinó a miles de familias, empezando por la suya.

La soberbia y la codicia fueron las que realmente terminaron con él.

¿Qué pasó realmente con el caso Rumasa? Esta pregunta se la siguen haciendo muchos españoles 32 años después de que el Gobierno de Felipe González expropiase por sorpresa el mayor holding empresarial que existió en España. Un auténtico conglomerado de empresas y bancos solo comparable con el actual Corte Inglés. ¿Fue una conspiración urdida por los banqueros para expulsar a un competidor molesto? ¿Fue una persecución por parte de los socialistas para amedrentar a los empresarios? ¿O simplemente fue la mayor quiebra económica cometida por un mal gestor?

José María Ruiz-Mateos