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La burbuja es silenciosa
El dinero gratis (o casi) supone tal alteración en el valor de los activos (sobre todo de los inmobiliarios) que la borrachera compradora traerá, de nuevo, la resaca de nuevas burbujas
Que en un mercado la materia prima sea gratis, sirva para ser intercambiada por cualquier cosa y esté al alcance casi de cualquiera es más que una distorsión: es la garantía de una futura burbuja a la que, más pronto o más tarde, habrá que hacer frente. Pues es justo lo que está sucediendo, en segunda ronda de gratis total, en el mercado del dinero.
El dinero gratis (o casi) supone tal alteración en el valor de los activos (sobre todo de los inmobiliarios) que la borrachera compradora traerá, de nuevo, la resaca de nuevas burbujas. Dicho en otros términos, la solución a la reactivación económica (barra libre monetaria) puede abocarnos, antes de 2020, a una situación muy parecida a la que nos llevó al cerrojazo financiero de hace solo cinco años. Paradojas del destino.
Parece que hemos olvidado demasiado deprisa. Han sido suficientes una incipiente mejora de la economía española en términos de PIB y de reducción del desempleo y el fuerte desapalancamiento del sector privado para regresar a la carrera de las entidades bancarias por captar negocio crediticio, y, de manera destacada, crédito hipotecario.
Los bancos, necesitados de hacer caja en su negocio tradicional (prestar), rentabilizando sus descomunales posiciones de liquidez, se están aplicando con ahínco en ampliar sus carteras hipotecarias; bien es cierto que, de momento, con cierta prudencia respecto de lo concedido respecto del valor de tasación o 'loan to value' (LTV) y requisitos de solvencia, pero en un previsible escenario de ascenso de precios de la vivienda que predice una relajación en ese criterio.
Algunas entidades han empezado a sufrir al aparecer problemas de baja rentabilidad que se agravarían por la comparecencia de nuevas exigencias de capital
Además, la “guerra hipotecaria” desatada hace ni siquiera un año reduce los márgenes financieros a niveles poco sostenibles, por el mínimo histórico del precio del dinero: porque no es lo mismo aplicar diferenciales bajos sobre tipos bajos que sobre tipos más altos. Y ahí es donde algunas entidades han empezado a sufrir, al aparecer problemas de baja rentabilidad que se agravarían por la comparecencia de nuevas provisiones o nuevas exigencias de capital.
Santander, BBVA o CaixaBank esperan, por su dimensión, poder llevarse la mejor y mayor parte del pastel, pero los que no son tan grandes ya están dando la voz de alarma. María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, y Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, llevan meses alertando del peligro de construir carteras hipotecarias con márgenes tan reducidos. Puede que sea, en parte, porque sus balances no son tan grandes como los de los grandes; avisan, sobre todo, acerca del peligro que supone que hipotecas tan baratas (ya se pueden suscribir en el entorno del 1% real) vuelvan a favorecer la creación de una nueva burbuja, cuando aún no hemos terminado de digerir la explosión de la anterior.
Es la hora del supervisor. Y de la prudencia. Del supervisor, para que aprenda de los errores del pasado y para que vea que a los contribuyentes, que vaciamos nuestro bolsillo para sanear el sector financiero, nos sale mucho más barato pagarle para que haga su trabajo y controle la solvencia de las entidades vía ratios de capital, entre otros; y la prudencia de los particulares, para que no se dejen atraer por cantos de sirena de unas baratísimas hipotecas cuyas cuotas de amortización pueden crecer en la misma medida en que lo vaya haciendo el euribor; que, tarde o temprano, crecerá.
Todo ello, claro está, si la inestabilidad política no acaba, ella sola, con los cimientos de la recuperación, en términos de cifras macroeconómicas (PIB, desempleo y de coste de la financiación pública).
En 2016, los Reyes Magos pueden traernos preciosos regalos o negro carbón. Ya veremos.
*Luis Javaloyes. CEO de Agencia Negociadora.
Que en un mercado la materia prima sea gratis, sirva para ser intercambiada por cualquier cosa y esté al alcance casi de cualquiera es más que una distorsión: es la garantía de una futura burbuja a la que, más pronto o más tarde, habrá que hacer frente. Pues es justo lo que está sucediendo, en segunda ronda de gratis total, en el mercado del dinero.