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Desequilibrios y riesgos financieros de la banca internacional
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Ramón Casilda Béjar

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Desequilibrios y riesgos financieros de la banca internacional

Las entidades se ven obligadas a depender de fuentes de financiación menos estables para apuntalar los balances internacionales en dólares

Foto: Foto: Reuters.
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La reactivación de la economía mundial que presentaba la edición del informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) 'Perspectivas de la economía mundial' (WEO, octubre 2017), infundía confianza en el mercado, reduciendo las amenazas para la estabilidad financiera a corto plazo.

De manera que el crecimiento económico repuntaba y la recuperación estaba más sincronizada en el mundo. Pero las condiciones financieras mundiales comenzaron a ser ligeramente más restrictivas, como consecuencia de la volatilidad que estalló en los mercados de renta variable a comienzos de febrero de 2018, y la caída de los precios de los activos a finales de marzo, como consecuencia de las inquietudes en torno a una escalada generalizada del proteccionismo.

Foto: Donald J. Trump, hace declaraciones a los periodistas desde el jardín sur de la Casa Blanca. (EFE)

El sistema financiero mundial se encuentra fortalecido por los estímulos de la política económica, mejoras en el ámbito regulatorio y la reactivación cíclica del crecimiento. Por tanto, la solidez de los bancos en muchas economías avanzadas sigue mejorando, y la mayoría de las entidades sistémicas están adecuando sus modelos de negocio y restableciendo su rentabilidad.

No obstante, según la última edición del informe del FMI 'La estabilidad financiera mundial' (GFSR, abril 2018), la situación ha variado, pues existen señales de mayores riesgos para el crecimiento del PIB y mayores probabilidades de que se produzcan crisis y tensiones en el sector, más allá de las señales que proporciona el crecimiento del crédito.

Un punto muy interesante que se analiza se encuentra en el desequilibrio del financiamiento en dólares de la banca internacional, debido a que generalmente es la moneda de preferencia para las empresas y los inversionistas fuera de Estados Unidos. Sin embargo, hay que recordar que los bancos estadounidenses desempeñan un papel limitado en el mercado internacional de endeudamiento en dólares. El grueso de los siete billones que representa el crédito bancario en esta moneda fuera de Estados Unidos lo manejan bancos con sede en Europa, Japón y otras partes del mundo.

Las entidades se ven obligadas a depender de fuentes de financiación menos estables para apuntalar los balances internacionales en dólares

Esto es importante, porque esas instituciones no pueden recurrir con facilidad a los dólares depositados en sus subsidiarias en Estados Unidos para financiar el crédito en dicha moneda fuera del país. Por tanto, las entidades se ven obligadas a depender de fuentes de financiación menos estables para apuntalar los balances internacionales en dólares, tales como los depósitos interbancarios, los efectos comerciales y los 'swaps'. El peligro es que esas fuentes de financiamiento podrían agotarse con rapidez en momentos de tensión en los mercados financieros.

Los reguladores internacionales obligan a los bancos a ponerse al resguardo de esa pérdida mejorando sus coeficientes de cobertura de liquidez, un indicador de su capacidad para hacer frente a salidas de fondos a corto plazo mediante su capacidad de disponer activos líquidos fiables.

Las mejoras se aplicaron a los balances consolidados internacionales bancarios, que abarcan las posiciones agregadas en todas las monedas. Pero un coeficiente de cobertura de liquidez basado en los balances internacionales en dólares, que excluyen las subsidiarias en Estados Unidos, revela un panorama diferente. Ese coeficiente se ubica significativamente por debajo del coeficiente de liquidez consolidado. Un coeficiente estimado de financiamiento estable, que sirve como indicador del financiamiento estable en relación con el nivel de préstamos, también es mucho más bajo cuando se toman las posiciones internacionales en dólares en comparación con los balances globales.

Foto: Nadia Calviño y María Jesús Montero en la presentación de Pablo Hernández de Cos como gobernador del BdE. (EFE)

Aquí se perfilan varias fuerzas que encarecerían el financiamiento en dólares. Por un lado el incremento de la emisión de letras del Tesoro de Estados Unidos podría empujar al alza las tasas de interés que pagan los bancos no estadounidenses para financiarse a corto plazo en dólares. Y por otro, que la nueva ley tributaria alentará a las empresas estadounidenses a repatriar efectivo y posiblemente a extraerlo de instrumentos de financiamiento bancario. Esto ocurriría con el telón de fondo de los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal (Fed) y la reducción paulatina de las tenencias de títulos en su balance, lo cual terminaría incrementando los costos de financiamiento para todos los prestatarios.

La situación provoca inquietud, pues no todos los sistemas bancarios son igualmente vulnerables a las tensiones en los mercados financieros. El informe sugiere que los coeficientes de liquidez en dólares de los bancos franceses y alemanes no son tan sólidos como los de sus homólogos. Otro motivo de inquietud es que algunos bancos pueden depender demasiado de mercados de 'swaps' de monedas potencialmente frágiles. Por ejemplo, los 'swaps' abarcan más del 30% de las necesidades de financiamiento en dólares de los bancos japoneses. Aunque gran parte de esa deuda es a largo plazo, podrían tener dificultades para acceder a este tipo de financiamiento en momentos de tensión.

Hay que recordar que los bancos estadounidenses desempeñan un papel limitado en el mercado internacional de endeudamiento en dólares

Una contracción en este mercado, sumada a las vulnerabilidades de los balances internacionales en dólares, puede provocar problemas de financiamiento si surgen tensiones en los mercados. La turbulencia de los mercados crea dificultades a los bancos a la hora de gestionar los diferenciales entre monedas debido a la volatilidad de los mercados de 'swaps'; incluso, algunos podrían verse imposibilitados de refinanciarse en dólares a corto plazo.

Llegado ese momento, los bancos podrían actuar como amplificadores de las tensiones del mercado si las presiones de financiamiento los obligaran a vender activos en un mercado en turbulencia para hacer frente al vencimiento de pasivos. Las presiones de financiamiento también podrían llevar a los bancos a restringir el crédito en dólares a prestatarios no estadounidenses, reduciendo la disponibilidad de crédito.

Como indica el informe, durante las últimas décadas las autoridades nacionales e internacionales han reforzado los marcos regulatorios que rigen las posiciones consolidadas de los bancos en términos tanto de solvencia como de liquidez. Sin embargo, aunque contribuyen a fortalecer los sistemas financieros nacionales, las regulaciones sobre liquidez específicas de cada país pueden restringir inadvertidamente el flujo de liquidez dentro de grupos bancarios.

Los reguladores deberían abordar los descalces de liquidez en divisas a través de normas de liquidez específicas de las distintas monedas, pruebas de tensión y planificación de situaciones de resolución bancaria. Por ello, es necesario mantener las líneas de 'swaps' de los bancos centrales, que pueden proporcionar liquidez en moneda extranjera en momentos de tensión, activándolas como medida de último recurso.

La estrategia del Santander

Así mismo, el informe destaca que, de cara al futuro, los bancos internacionales deben controlar debidamente los riesgos de liquidez específicos en cada país de sus respectivas filiales. El Santander así lo ha comprendido, y teniendo en cuenta las nuevas normativas nacidas tras la crisis financiera mundial y su posición dentro de los 30 bancos del mundo que han sido designados como demasiado grandes para caer, ha definido claramente la estrategia que seguirá en caso de problemas de solvencia y liquidez.

Se le presentaban dos opciones para adaptarse a la normativa: hacer un diseño 'centralizado' donde la matriz se responsabiliza de todas las filiales o 'descentralizado' con los respectivos cortafuegos. La elección ha sido descentralizarlo dividiendo el banco en nueve grupos independientes, los denominados grupos de resolución, que responderán por sí mismos de los problemas, de forma que un tropiezo de uno de ellos no contagie al resto. Los grupos se han definido como un reflejo del modelo de grupos financieros autónomos, de forma que todas las filiales han sido asignadas a un grupo de resolución.

Por tanto, Santander se ha decantado por una estructura que permite tener los correspondientes 'cortafuegos' con el fin de que todos y cada uno tengan su propio colchón anticrisis, frente a la opción de centralizarlo en la matriz. De esta manera, cada grupo debe tener suficientes recursos propios para hacer frente a una crisis desde su autonomía legal, ya que, como explica el banco, "no hay compromisos legales que impliquen apoyo financiero".

Foto: El consejero delegado del Banco Santander José Antonio Álvarez

Además, cada grupo tendrá autonomía financiera, con "interconexiones financieras limitadas a precios de mercado", que también comprende la autonomía operacional con "servicios compartidos limitados". Los nueve grupos, establecidos por zonas geográficas, son España (el más grande, con 651.000 millones de euros en activos), Portugal, Reino Unido, Polonia, Brasil, EEUU, México, Chile y Argentina.

Si, como apuntaba el informe en abril de 2018, la situación había variado, pues se daban señales de mayores riesgos para el crecimiento del PIB y mayores probabilidades de que se produzcan crisis bancarias y tensiones en el sector, más allá de las señales que proporciona el crecimiento del crédito, apenas tres meses después de la publicación, las señales se han amplificado con la 'guerra comercial' entre EEUU-China-Europa, que no ha hecho más que comenzar, y el yuan ha dado muestras preocupantes de debilidad.

Ya en la segunda mitad del mes de junio, el yuan registró una fuerte caída respecto al dólar, hasta cerrar el jueves 12 de julio en 6,6644 yuanes-dólar, todavía lejos de los siete yuanes-dólar que hicieron saltar las alarmas en 2015. Pero la entrada del Shanghai Composite en 'bear market' (territorio bajista) no es una buena noticia para nadie, y menos aún si recordamos que en 2008 la caída del Shanghai Composite precedió a la estrepitosa caída de Wall Street.

Confiemos que en esta ocasión no suceda lo mismo y los bancos internacionales, como el sistema financiero mundial, no penetren en un accidentado camino.

*Ramón Casilda Béjar es economista, consultor de empresas para América Latina y profesor en el Instituto de Estudios Bursátiles.

La reactivación de la economía mundial que presentaba la edición del informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) 'Perspectivas de la economía mundial' (WEO, octubre 2017), infundía confianza en el mercado, reduciendo las amenazas para la estabilidad financiera a corto plazo.

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