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Un aplauso para quienes cuidan de nuestros mayores
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Un aplauso para quienes cuidan de nuestros mayores

Estigmatizar un sector que está asumiendo un reto que excede su rol original es injusto y poco útil. Lo verdaderamente práctico es que todos mostremos tolerancia cero ante las malas prácticas

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Es emocionante ver cómo a las 20:00, desde hace días, los ciudadanos salimos a los balcones a aplaudir a los profesionales del sistema sanitario. Este homenaje merecido se ha extendido a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y también se está replicando para dar las gracias por su trabajo a todos aquellos que posibilitan la apertura de farmacias y supermercados, entre otros servicios básicos en estos días.

En esta ocasión, además, quiero dedicar un reconocimiento especial y solicitar aplausos a otros héroes anónimos de los que no se está hablando mucho estos días, pese a que están dando lo mejor de sí mismos para atender y cuidar, en algunos casos sin todos los medios necesarios, a nuestros mayores. Me refiero a los más de 300.000 profesionales del sector residencial y atención a la dependencia que, estando preparados y formados para cuidar —que no tratar ni curar—, están estos días doblando turnos y arriesgando incluso su propia salud para ayudar a las personas mayores, los más vulnerables de nuestra sociedad. Hablo de gerocultores, geriatras, profesionales de enfermería, psicólogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas y terapeutas, limpiadores y todos los demás trabajadores de este sector.

Estos días, estamos teniendo ya malas noticias, y debemos prepararnos para que empeoren, porque esta enfermedad se va a ensañar con los mayores, cuya salud es más frágil. No bajamos la guardia ni un instante y nos preparamos para lo que venga. Pero debemos mantener la cabeza fría y ser conscientes de la realidad.

Las necesidades de las residencias de mayores

El número de plazas residenciales públicas y privadas en España asciende a 366.000, un 73% son privadas. Esta cifra representa más del doble de las camas del sector hospitalario en su conjunto, lo cual demuestra la importancia vital de estos centros, cuyo trabajo diario en la gestión de esta emergencia contribuye a evitar el colapso de los hospitales.

Debido al enorme impacto y prevalencia del coronavirus en nuestro país, las residencias se han debido medicalizar a toda prisa y estos centros están asumiendo, por responsabilidad social y compromiso con su tarea de cuidar de las personas a las que acogen, una tarea que no les corresponde. Sus profesionales lo están haciendo, en muchos casos, sin contar con los medios necesarios.

Hay 366.000 plazas residenciales en España, un 73% son privadas, el doble de las camas del sector hospitalario

El jueves pasado, el Gobierno aprobaba con carácter de urgencia un fondo de 300 millones a repartir entre las CCAA para poder hacer frente, entre otros, a los cuidados de las personas mayores residentes y en situación de dependencia, lo cual es una buena noticia, aunque seguramente insuficiente.

En el caso de las 47 residencias de Sanitas, repartidas por toda la geografía española, el pertenecer a un grupo de salud les permite afrontar esta situación con una buena situación de partida. Pero urge que lleguen a los centros esos recursos tan necesarios para que, lo antes posible, estos profesionales cuenten con las mascarillas, geles y equipos de protección individual que garanticen su seguridad, porque están en primera línea de contagio.

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Hay que extremar la profesionalización

Desde hace semanas, además, mucho antes de que se decretara el estado de alarma, algunas de las residencias —como las nuestras— ya estaban anticipándose y tomando medidas (algunas duras e impopulares en su momento, como impedir las visitas de familiares) para evitar la propagación del Covid-19 y, en última instancia, los fallecimientos entre los residentes.

Esta reivindicación y este reconocimiento son perfectamente compatibles con insistir, nunca insistiremos lo suficiente, en lo necesario que es extremar la profesionalización, implantar sistemas de gestión acreditados y modernizar un sector que se ocupa de personas frágiles, dependientes y muchas veces con deterioro cognitivo alto. Todo cuanto se avance en esta vía es poco.

Hemos sido, somos y seremos implacables ante quienes no respeten la ley en la labor de cuidar de nuestros mayores

Por el contrario, estigmatizar un sector que está asumiendo un reto que excede su rol original es injusto y poco útil. Lo verdaderamente práctico para la sociedad es que todos, autoridades, actores del sector residencial y ciudadanos, mostremos tolerancia cero ante las malas prácticas y denunciemos los incumplimientos de las normas que se puedan dar.

En nuestro caso, hemos sido, somos y seremos implacables ante quienes no respeten la ley en la labor de cuidar de nuestros mayores. Por cierto, las administraciones públicas tienen competencias y medios para inspeccionar y sancionar los incumplimientos en este sector. Y así lo hacen. No olvidemos que el sector está bajo su supervisión estricta.

Un aplauso a los héroes anónimos

En lo que refiere a la gestión de la emergencia del Covid-19, faltan recursos humanos y materiales, es innegable. Lo que no falta, y de eso doy fe porque llevo días hablando con todos los responsables de nuestras residencias y centros de día, es voluntad y trabajo para sortear y minimizar los efectos de esta situación lo antes posible. Por eso, mi aplauso sincero a todos los profesionales que están haciendo un esfuerzo extra para cumplir con las instrucciones de las autoridades sanitarias y que han aceptado, con más valentía y arrojo que medios, el enorme reto de la medicalización que se les ha encomendado.

Sois un orgullo. Héroes anónimos que estáis en el centro del sistema sociosanitario del país, y que habéis asumido, por sentido del deber y del servicio a los otros, una responsabilidad mayor de la que os correspondería en situaciones normales. Por mi parte, os estoy inmensamente agradecido.

*Iñaki Ereño es CEO de Sanitas y Europe & Latam de Bupa.

Es emocionante ver cómo a las 20:00, desde hace días, los ciudadanos salimos a los balcones a aplaudir a los profesionales del sistema sanitario. Este homenaje merecido se ha extendido a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y también se está replicando para dar las gracias por su trabajo a todos aquellos que posibilitan la apertura de farmacias y supermercados, entre otros servicios básicos en estos días.