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Minicentrales hidroeléctricas: ¿energía del pasado o apuesta del futuro?
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Minicentrales hidroeléctricas: ¿energía del pasado o apuesta del futuro?

Las minicentrales hidroeléctricas no generan residuos contaminantes ni en el aire ni en el agua, su impacto medioambiental es limitado y su grado de erosión en la desembocadura es manejable

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(Reuters)

El uso de la energía hidráulica se remonta a la antigüedad. Durante siglos, los molinos de harina y las ferreterías, que hacían posible la producción de hierro, aprovecharon el curso de los ríos como motor de su actividad industrial y económica. De ahí a la producción de energía eléctrica sólo hizo falta tiempo: en 1880 se constituía en Northumberland (Gran Bretaña) la primera central hidroeléctrica moderna.

Desde entonces, la producción de energía hidroeléctrica no ha dejado de crecer. En la actualidad hay instalados en el mundo 1.292 GW, con tres productores en cabeza: China, Brasil y Pakistán. En España contamos con 17.083 MW, siendo la segunda fuente de producción eléctrica renovable, detrás de la eólica.

Sin duda, el desarrollo tecnológico y sus ventajas económicas han jugado a favor de la energía hidráulica y, por lo tanto, a favor de la sostenibilidad. Esta tecnología, que aprovecha la energía potencial y cinética del agua, ocupa hoy en día un lugar central y dominante en el sistema eléctrico debido a su rápida respuesta y gestionabilidad, a su capacidad para garantizar en todo momento el suministro.

Las minicentrales hidroeléctricas no generan residuos contaminantes ni en el aire ni en el agua


Es más, en las últimas décadas la energía hidráulica ha adquirido un protagonismo renovado. Especialmente en el caso de las centrales minihidráulicas de agua fluyente, que aprovechan, como antaño, los caudales de los ríos para producir energía. Y por ello desde Bulb, startup de energía 100% renovable, queremos aprovechar la Semana Mundial del Agua para reivindicarlas como las grandes aliadas de la sostenibilidad por múltiples razones.

Las minicentrales hidroeléctricas no generan residuos contaminantes ni en el aire ni en el agua, su impacto medioambiental en la flora y en la fauna es limitado y su grado de erosión en la desembocadura es manejable. Pueden llegar a ser centenarias y necesitan muy poco mantenimiento. Además, adicionalmente, pueden combinarse para otros usos, como el riego, o servir de barrera de protección frente a las inundaciones, además de contribuir a la generación de empleo en los espacios rurales.

Pero si por algo son beneficiosas las minicentrales hidroeléctricas frente al resto de fuentes de energía es por su carácter de generación distribuida. Es decir, la ubicación de las unidades de producción renovables próximas de los puntos de consumo final permite eliminar las pérdidas al sistema de aproximadamente el 10% de la producción neta de electricidad.

placeholder Minicentral eléctrica en Kenia (Reuters)
Minicentral eléctrica en Kenia (Reuters)

Numerosos países de la Unión Europea están potenciando la recuperación, modernización y automatización de centrales antiguas y la construcción de nuevas instalaciones. De nuevo, los avances tecnológicos también abonan el terreno, al dotarlas de una robustez que antes no tenían. Estas centrales, de hasta 10 MW de potencia, son un apoyo para las clásicas de regulación y también para las de bombeo reversible, y ofrecen numerosos beneficios al medio ambiente.

En España la energía minihidráulica tiene historia e importancia. En la década de los 60, nuestro país contaba con 1.740 centrales. En el año 2010, quedaban en funcionamiento 1.135. Pero el interés de los pequeños consumidores españoles, que son a la vez pequeños productores, se ha renovado. Y se espera un futuro prometedor para este tipo de energía en los próximos años. En 2016 existían alrededor de 2.000 MW instalados de centrales minihidráulicas en España, y ya entonces los expertos del sector apuntaban a que se podrían llegar a instalar hasta 6.700 MW en los siguientes cinco años.

Foto: Vigo activa su plan de emergencia frente a la sequía. (EFE)

El mundo avanza hacia un nuevo paradigma energético. Junto a la inversión en innovaciones tecnológicas, gobiernos, empresas y ciudadanos individuales deben también, en ocasiones, recuperar hábitos de nuestros antepasados que nos ayudarán a ser más sostenibles y proteger nuestro planeta.

Así pues, las minicentrales, lejos de ser una fuente de energía del pasado, son una apuesta de futuro. No sólo porque darán respaldo al resto de fuentes verdes, también porque pueden ayudar a impulsar un cambio de mentalidad y una percepción diferente del uso de las energías. Si el objetivo último es escapar a una situación de deterioro ambiental y de dependencia energética se debería confiar en la diversificación de las tecnologías y las minicentrales pueden ser una apuesta productiva y ecológica al mismo tiempo.

*Iván Cabezuela, Country Manager Bulb Spain

El uso de la energía hidráulica se remonta a la antigüedad. Durante siglos, los molinos de harina y las ferreterías, que hacían posible la producción de hierro, aprovecharon el curso de los ríos como motor de su actividad industrial y económica. De ahí a la producción de energía eléctrica sólo hizo falta tiempo: en 1880 se constituía en Northumberland (Gran Bretaña) la primera central hidroeléctrica moderna.

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