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Un Pacto de Estado para reindustrializar España

El fortalecimiento de la industria constituye una necesidad estratégica y una condición indispensable para lograr un crecimiento económico sostenido generador de empleo

Foto: Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE)
Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE)

Qué lejos queda aquella célebre frase del exministro Carlos Solchaga que decía que "la mejor política industrial es la que no existe". Y qué cerca, al mismo tiempo. Porque si bien es cierto que sin industria no hay empleo de calidad ni crecimiento económico sostenido, la pandemia también contagió al sector y reveló la necesidad de fortalecerlo y anclarlo en un tejido empresarial dinámico y bien articulado.

El covid-19 ha puesto de manifiesto la conveniencia de realizar un diagnóstico ajustado del sector e identificar los factores o palancas de su competitividad: desde la I+D+i, el capital humano, el marco regulatorio y fiscal o el propio tamaño empresarial; hasta elementos como la financiación, la energía, el transporte y la logística, así como las nuevas claves derivadas de la transformación digital y de los objetivos asumidos en materia de sostenibilidad ambiental. Y con este objetivo, el CES ha presentado el Informe sobre “La Industria en España: Propuestas para su Desarrollo” en un acto clausurado por la ministra Reyes Maroto.

Los fondos europeos están condicionados a la presentación de reformas y proyectos de inversión estratégicos que cuenten con amplios consensos

Estos factores se encuentran interrelacionados y sobre ellos hay que incidir a través de una política industrial integrada y con vocación de permanencia, desarrollada en un marco de diálogo permanente entre los principales actores del sector.

En este sentido, los fondos europeos están condicionados a la presentación de reformas y proyectos de inversión estratégicos que cuenten con amplios consensos —políticos, con los interlocutores sociales y la sociedad civil— y alineados con las recomendaciones comunitarias. Lo que puede verse impulsado en buena medida a través de una política industrial integral, tanto en el ámbito europeo como en España.

Foto: Dos jóvenes pasan ante una ofician de empleo. (EFE) Opinión
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En este marco, el Gobierno debe comprometerse a llevar a cabo políticas industriales activas que permitan diversificar nuestra estructura productiva al tiempo que ganen peso aquellas actividades económicas de mayor valor añadido, mayor intensidad tecnológica y con mayor contenido en conocimiento.

Asimismo, se debe revisar la colaboración de los sectores público-privado, y promover la búsqueda de sinergias industriales con el desarrollo de 'hubs' o 'clusters' de empresas innovadoras, atendiendo no solo a objetivos estrictamente cuantitativos y apostando por una política que promueva y facilite el crecimiento de las empresas, desde la innovación hacia la mejora de la productividad.

Las compañías industriales prevén incrementar su inversión más de un 10% en 2021, lo que serviría para amortiguar la caída de este año por culpa de la pandemia, así como para impulsar el crecimiento económico. Y es que el sector industrial es el que mejor está capeando la crisis, pese a las diferencias existentes entre unas áreas y otras.

La industria es, en efecto, un sector clave en el conjunto de la actividad económica en todos los países desarrollados

Valgan como ejemplo los datos del INE publicados este mismo miércoles, que señalan una clara V en torno a la recuperación de los índices de producción industrial, ya próximos a los de febrero, antes de que la pandemia llegara a provocar un hundimiento cercano al 30% durante los primeros meses del estado de alarma.

La industria es, en efecto, un sector clave en el conjunto de la actividad económica en todos los países desarrollados. Su notable aportación al progreso tecnológico, tanto a través de la generación de innovaciones de producto y de proceso, como por su mayor consumo de innovaciones tecnológicas generadas por otros sectores; su mayor capacidad para generar empleos de calidad, con niveles de cualificación más elevados que el promedio y mejor remunerados; su efecto tractor, vía demanda, sobre los servicios de mercado y, en especial, los avanzados, o la mayor productividad de las empresas industriales y su impacto positivo sobre la balanza comercial son las razones que explican su relevancia.

No obstante, la industria manufacturera española, al igual que la de la práctica totalidad de los países de su entorno, ha sufrido una significativa pérdida de peso en el conjunto de la actividad, que vendría explicada, principalmente, por la tercerización de las economías y la llamada servitización de la industria, por la integración de la producción en las cadenas globales de valor, así como por las deslocalizaciones o los efectos de la crisis económica de 2008, y en un contexto marcado, durante los años más recientes, por la inestabilidad del entorno global, con tensiones significativas en el comercio internacional.

El diálogo social en la industria ha mostrado su capacidad para mejorar con un enfoque de adaptación a los cambios productivos y del empleo


Así pues, el fortalecimiento de la industria constituye una necesidad estratégica y una condición indispensable para lograr un crecimiento económico sostenido generador de empleo. Y para ello, convendría impulsar el diálogo social en el sector, apoyado incondicionalmente en unas relaciones laborales vertebradas.

De hecho, la participación de los interlocutores sociales en el diseño y la aplicación de las políticas industriales contribuye a la pertinencia y solidez de los instrumentos de política industrial aplicados. De igual modo, el diálogo social en la industria ha mostrado su capacidad para mejorar las relaciones de trabajo con un enfoque de adaptación a los cambios productivos y del empleo.

De ahí que el diálogo social debería formar parte integrante del, ahora más que nunca necesario, Pacto de Estado del que a futuro emane una Ley de Industria con la que acelerar la reconstrucción social y económica de España tras la pandemia.

*Pedro C. Fernández Alén es presidente en funciones del CES.

Qué lejos queda aquella célebre frase del exministro Carlos Solchaga que decía que "la mejor política industrial es la que no existe". Y qué cerca, al mismo tiempo. Porque si bien es cierto que sin industria no hay empleo de calidad ni crecimiento económico sostenido, la pandemia también contagió al sector y reveló la necesidad de fortalecerlo y anclarlo en un tejido empresarial dinámico y bien articulado.

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