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Del dicho al hecho: hacia un ecosistema energético sostenible
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Bettina Karsch

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Del dicho al hecho: hacia un ecosistema energético sostenible

Estamos ante un desafío, pero también ante una ocasión excepcional de posicionarnos al frente de la revolución energética

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

La transición energética es un tema que nos viene acompañando desde hace mucho tiempo. Pero hasta la fecha, sin embargo, los avances reales y factibles han sido menores de los deseados por todos. Los discursos se han centrado más en hablar de perspectivas futuras, recomendaciones y potenciales líneas de actuación que en su ejecución real. Ha sido el tiempo más del storytelling que del storydoing. Una tendencia que debemos revertir entre todos los que tenemos la responsabilidad de construir un mundo más sostenible. Pasar a la acción. Seguir dando pasos cada día. Ese debe ser el objetivo de todos.

Además, en el último año, la guerra en Ucrania ha añadido aún más urgencia a la necesidad de acelerar la transición, tanto desde el sector privado como desde el institucional. Desde todos los ámbitos se está comenzando a ver una apuesta real, seria y ambiciosa para lograr una transformación del ecosistema energético español y europeo antes del final de la década. Para ello, es importante analizar las claves que favorecerán aún más el camino hacia un modelo completamente sostenible y positivo para el medio ambiente y, por extensión, para toda la sociedad.

Claves para un nuevo modelo energético

Uno de los grandes pilares de esta transformación son los valores y el cambio cultural en las compañías energéticas, principales protagonistas para permitir la descarbonización de clientes y empresas. Es obvio que las culturas organizativas antiguas no sirven para realizar esta transición, al haberse quedado obsoletas en la mayoría de los casos. Es necesario tener organizaciones líquidas, con sistemas que favorezcan los cambios con agilidad. Debemos apostar por la cocreación y el empoderamiento de los profesionales. Hay que fomentar y premiar los comportamientos que conectan con las emociones capaces de conseguir objetivos más allá de nuestras funciones. Hay que tener resiliencia para vencer las dificultades y tolerancia a los posibles errores, dando mayor libertad de acción a cada una de las unidades y fomentando el trabajo en equipo.

La transición energética y la nueva movilidad verde solo se podrán alcanzar cambiando nuestra mentalidad, también en las organizaciones, con profesionales comprometidos y enfocados. Los cambios culturales nunca son fáciles. Para ello, es necesario identificar y convencer a los motores y dinamizadores de la organización. Los estudios demuestran que consiguiendo esto en el 30% de la plantilla, el cambio es posible, al actuar como fuerza motriz del resto de los profesionales. Es necesario poner el foco en las personas, en el desarrollo de experiencias únicas que las conviertan en protagonistas del cambio y facilitar la formación para potenciar el reskilling necesario. Para ello, la pluralidad de puntos de vista que propicia un entorno inclusivo y diverso es siempre una ventaja competitiva, que permite romper con el statu quo y buscar un enfoque diferente.

El desarrollo de un propósito y valores claros será el pilar de esta transformación. El propósito de las empresas es lo que convence a los candidatos para embarcarse en una nueva aventura, como en mi caso, o a los profesionales más veteranos para encontrar un nuevo marco del por qué queremos transformarnos. Ese por qué hacemos las cosas, como empresa, conlleva un cambio de paradigma en la toma de decisiones. Desde el modelo de la búsqueda de objetivos a corto plazo, pasamos a un modelo centrado en el largo plazo y la creación de valor compartido para todos los grupos de interés.

La transición energética y la nueva movilidad verde solo se podrán alcanzar cambiando nuestra mentalidad, también en las organizaciones

Los valores suponen el pegamento para alinear estos comportamientos y prácticas y que se conviertan en realidad en el día a día. Este cambio interno, por supuesto, es clave abrirlo hacia el exterior. Que las empresas, y especialmente las que trabajamos directamente en el sector energético, hagamos de altavoz de los cambios y dirijamos la actividad en la dirección correcta. Las empresas de esta industria somos las responsables de liderar el cambio social y económico, de ejercer de rompehielos para la creación de un ecosistema que facilite el trayecto del resto de las empresas y personas, a título individual, hacia un modelo energético sostenible.

Estamos ante un desafío, pero también ante una ocasión excepcional de posicionarnos al frente de la revolución energética. Una cultura corporativa fuerte será la mejor herramienta para alcanzar con éxito un mundo mejor para todos. ¡Hagámoslo!

* Bettina Karsch es chief Human Resources officer (CHRO) de Cepsa.

La transición energética es un tema que nos viene acompañando desde hace mucho tiempo. Pero hasta la fecha, sin embargo, los avances reales y factibles han sido menores de los deseados por todos. Los discursos se han centrado más en hablar de perspectivas futuras, recomendaciones y potenciales líneas de actuación que en su ejecución real. Ha sido el tiempo más del storytelling que del storydoing. Una tendencia que debemos revertir entre todos los que tenemos la responsabilidad de construir un mundo más sostenible. Pasar a la acción. Seguir dando pasos cada día. Ese debe ser el objetivo de todos.

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