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El vaso medio lleno
A veces tomamos decisiones financieras muy drásticas mucho antes de haber empezado a sufrir el frenazo económico o la inflación reales en nuestros bolsillos
Si hay algo que nos han enseñado los avances en los estudios en economía conductual es que la diferencia entre una recesión y una crisis no tiene tanto que ver con las cuestiones puramente económicas, sino más bien con algo mucho más humano: la confianza.
Lo que diferencia a una recesión de una crisis de confianza no es otro rasgo que el miedo o el nerviosismo de la gente, y, por ende, la consecuente visión negativa que se genera en una sociedad, que acaba trasladando dicha visión a su comportamiento en todas las facetas de la vida Y, muy previsiblemente, esto termina llegando sus inversiones.
La economía de un país, de una región o una sociedad es el resultado (directo o indirecto) de las decisiones que toman sus ciudadanos y a su vez, estas son consecuencia directa de su visión positiva o negativa en el momento. Dicho de otra forma, en economía, el hecho de ver el vaso medio lleno o medio vacío es una de las claves que nos lleva hacia la crisis o hacia la recuperación.
De la recesión a la crisis
A veces tomamos decisiones financieras muy drásticas mucho antes de haber empezado a sufrir el frenazo económico o la inflación reales en nuestros bolsillos. Y dichas decisiones son el alimento perfecto para ir engordando la recesión hasta que esta se convierte en una crisis. De hecho, podría decirse que una de las mejores formas de provocar una recesión es convencer a la mayoría de los consumidores, inversores y empresas de que la recesión es inminente.
Si lo miramos en la distancia, este tipo de comportamiento es absolutamente normal, ya que nuestra naturaleza animal nos lleva a estar permanentemente preparados ante el peligro. Ese instinto de supervivencia (que en la mayoría de las ocasiones nos ayuda a salvarnos), en este caso, y si se produce en grandes dosis, nos acaba condenando.
Por eso, el pesimismo financiero resulta doblemente peligroso. A nivel general o macroeconómico, es muy capaz de alimentar una auténtica tempestad o un pánico bursátil, a partir de lo que podría haberse quedado en una diminuta tormenta en un vaso de agua. También, por supuesto, puede retrasar la recuperación de la economía, porque ni la población ni las empresas acaban de creerse que sea real. Pero el otro gran peligro que se encierra en dicho pesimismo es que nos oculta las oportunidades de inversión a largo plazo que pueden representar los momentos de crisis, oportunidades que se nos escapan porque, sin darnos cuenta, exageramos los riesgos reales. No es lo mismo ser prudentes que vivir con miedo. No es lo mismo el optimismo que la ingenuidad.
El pesimismo financiero es capaz de alimentar una auténtica tempestad o un pánico bursátil
La clave es intentar ganar nitidez, racionalidad y perspectiva, algo que, en la mayoría de las ocasiones, es muy difícil lograr en solitario. Es por eso que la importancia del asesoramiento de calidad crece en ese tipo de momentos. Cuando el entorno no favorece esa visión positiva, la visión desde fuera ayuda. Y mucho.
Por ejemplo, uno de los factores clave de la visión positiva y, a su vez, de la economía es la convicción de que el ser humano evoluciona y de que la humanidad avanza siempre. Siempre. Sin embargo, a veces es difícil sostener dicha afirmación en un momento de pánico. “Estamos peor ahora”, “recuerda la crisis del… (podemos insertar aquí cualquier crisis que hayamos pasado)”. Pero si echamos la vista atrás y observamos la evolución histórica que la humanidad deja a nuestras espaldas, bastan tres datos para volver a ver el vaso medio lleno.
- Hoy trabajamos aproximadamente 900 horas menos al año que nuestros bisabuelos.
- Hemos multiplicado el PIB per cápita, aunque trabajamos menos horas y somos muchísimo más habitantes en el mundo. Entre otras cosas, la tecnología es uno de los motivos para el aumento de la productividad.
- La evolución del índice bursátil mundial (MSCI World) muestra una tendencia positiva que sigue yendo hacia arriba.
El vaso siempre está medio lleno. Pero si no logras verlo así, rodéate de personas que te ayuden a ganar perspectiva y así puedas lograrlo.
* Igor Garzesi es consejero delegado de Banco Mediolanum.
Si hay algo que nos han enseñado los avances en los estudios en economía conductual es que la diferencia entre una recesión y una crisis no tiene tanto que ver con las cuestiones puramente económicas, sino más bien con algo mucho más humano: la confianza.