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La revolución industrial española del siglo XXI
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La revolución industrial española del siglo XXI

Si España sabe aprovechar todo su potencial energético renovable, dispondrá de la energía más barata y abundante del mundo; y sin duda sería una oportunidad para reindustrializarnos

Foto: Foto: EFE/Javier Cebollada.
Foto: EFE/Javier Cebollada.

Venimos de unos años absolutamente extraordinarios. Pandemia, confinamiento, medidas inéditas, con un repunte posterior de la demanda de materias primas y un fuerte aumento del precio de la energía y de los alimentos. La invasión de Ucrania, movimientos geopolíticos previos. Llueve sobre mojado... Una serie de factores que han alterado una realidad de por sí cambiante y donde la incertidumbre ha venido para quedarse, exigiéndonos flexibilidad y adaptabilidad para enfrentar los desafíos.

Si bien situaciones extraordinarias requieren de decisiones extraordinarias, hubo medidas que fueron acertadas en este periodo convulso, como por ejemplo, la excepción ibérica en el mercado eléctrico. Sin embargo, emerge la sensación de que estamos dejando de lado una realidad que es bastante obvia, y es que el mercado funciona. Hablamos de un mercado como mecanismo de asignación eficiente de los recursos, y todo lo que sea intervenir y regularlo siempre deja la sensación de que se trata de solventar un problema que posiblemente sea coyuntural y se solucione por la propia tendencia de los mercados hacia el equilibrio.

Si nos aislamos por un instante del hoy y ponemos luces largas —hito nada fácil en un entorno muy guiado por la tiranía del cortoplacismo—, podemos proyectar un futuro en el que España sea una potencia energética, industrial y económica. No es un brindis al sol, aunque hayamos sufrido contratiempos y la situación del mercado mayorista sea altamente compleja.

"España posee en abundancia los dos recursos renovables más relevantes: mayor radiación solar y gran diversidad de vientos"

Hago mías las palabras del catedrático de energía de la Singularity University, en Sillicon Valley, Sr. Ramez Naam. En una visita hace unos cuatro años a nuestro país se mostró contundente al afirmar que si España sabe aprovechar todo su potencial energético renovable, dispondrá de la energía más barata y abundante del mundo; y sin duda podría ser una oportunidad para reindustrializar el país o, si las interconexiones fueran las adecuadas, exportar esta energía al resto de Europa. Hizo este pronóstico basándose en que España posee en abundancia los dos recursos renovables más relevantes: es el Estado de la UE con mayor radiación solar y, además, al ser una península, tiene una gran diversidad de vientos.

Hoy en día puede existir la tentación de focalizar el debate en otras fuentes, como los ciclos combinados o sobre un eventual cierre de las nucleares más o menos cercano. Por ello, es más necesario que nunca tener altura de miras para poder afrontar la transición energética con garantías. Nos lo debemos porque tenemos el potencial y los recursos; la UE tiene claro el camino: diversifiquen fuentes y rutas de abastecimiento, aceleren las renovables, mejoren la eficiencia energética y mejoren la interconexión de las redes de gas y electricidad.

"Lidere quien lidere este cambio al frente de la Administración, no debe desviarse del objetivo que es convertirnos en esta potencia energética"

Todo ello implica que, lidere quien lidere este cambio al frente de la Administración, no debe desviarse del objetivo que es convertirnos en esta potencia energética que nos permita arrancar una auténtica revolución industrial. Y no hay duda de que para ello es necesario crear un entorno favorable para que al final dé resultados favorables, con consensos transversales si cabe.

En esta transición energética ineludible y con el desafío climático como telón de fondo, las comercializadoras serán un motor del cambio de modelo y jugarán un papel esencial al promover la transformación del consumidor en prosumer. Hablamos de un cliente empoderado, que produce y gestiona su propia energía para ser más eficiente.

Familias y empresas son los grandes protagonistas de un futuro que empezó ayer. Asistiremos a una auténtica revolución industrial basada en el cambio de modelo energético del mundo en el que España tiene un papel preponderante. Para ello debemos estar a la altura y ser muy conscientes que este cambio redundará en el bienestar y progreso de todos.

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Venimos de unos años absolutamente extraordinarios. Pandemia, confinamiento, medidas inéditas, con un repunte posterior de la demanda de materias primas y un fuerte aumento del precio de la energía y de los alimentos. La invasión de Ucrania, movimientos geopolíticos previos. Llueve sobre mojado... Una serie de factores que han alterado una realidad de por sí cambiante y donde la incertidumbre ha venido para quedarse, exigiéndonos flexibilidad y adaptabilidad para enfrentar los desafíos.

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