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La utilidad como propósito
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Igor Garzesi

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La utilidad como propósito

La empresa y la solidaridad y la acción social no son conceptos mutuamente excluyentes, sino piezas de un mismo rompecabezas

Foto: Foto: Unsplash.
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La búsqueda de un propósito se ha convertido en un pilar fundamental para el éxito sostenible de cualquier organización. Estamos en una era en la que tanto la empresa como los profesionales tenemos el deber de ir más allá del propio producto o servicio. Para definir este propósito de manera efectiva, me encuentro de frente con el concepto japonés de ikigai, un concepto que explora el propósito personal, pero que tiene mucho de aplicable a la empresa.

Llegada a Occidente para quedarse, esta idea nos plantea una intersección entre lo que nos gusta hacer, lo que el mundo necesita, aquello por lo que nos pueden pagar y en lo que somos buenos. En el centro de esta intersección se encuentra el propósito, un lugar donde la pasión, la misión, la profesión y la vocación convergen armónicamente. Este principio, que resuena con la esencia misma de la vida, me plantea una pregunta crucial: ¿pueden las empresas tener su propio ikigai?

Hay vida más allá del balance

La respuesta es sencilla: pueden y deben tenerlo. Hay vida más allá del balance y, como empresas, tenemos el deber de contribuir al bienestar y el crecimiento de la comunidad. Los números, por exactos que sean, no cuentan toda la historia. Detrás de las cifras hay sueños, hay necesidades y hay personas. Si bien es cierto que una empresa debe trabajar para cumplir sus objetivos, también debe hacerlo para mejorar su capacidad de aporte a la sociedad de la que forma parte. ¿No es acaso posible que su verdadera prosperidad derive de su habilidad para servir y fortalecer a su comunidad?

Ahí radican un desafío y una oportunidad: encontrar la forma de que converjan empresa y sociedad en un mismo propósito de bienestar. Es curioso cómo la utilidad, en el caso empresarial, está estrechamente ligada con el propio ikigai.

Cada empresa tiene el suyo que se deriva de su propia actividad —en nuestro caso es el asesoramiento financiero— y que le permite mejorar el día a día de sus clientes y tener un impacto positivo en sus vidas. Y también impactar positivamente en el desarrollo profesional y personal de sus profesionales.

Ahí radican un desafío y una oportunidad: encontrar la forma de que converjan empresa y sociedad en un mismo propósito de bienestar

No obstante, estoy convencido de que nuestra responsabilidad va aún más lejos: debemos tocar también a aquellos que forman el tejido de nuestra sociedad. Es un acto de equilibrio y claridad entender que debemos ser útiles a la comunidad. Nuestra responsabilidad como empresas es proporcionar las herramientas para que eso suceda.

Una manera en que podemos hacerlo es proporcionar a nuestros profesionales los medios y el apoyo para que ellos, en paralelo a su actividad profesional, puedan desarrollar su faceta más solidaria y comprometida con la ayuda a los demás y con la acción social en su entorno cercano. En este proceso, además, nos hemos dado cuenta de que en muchísimos casos es algo que forma parte muy intrínsecamente de su propósito personal.

Porque, como empresas, podemos impulsar la creación de ecosistemas que faciliten y reconozcan la faceta más solidaria de nuestros profesionales. Esta simbiosis entre el bienestar individual y el corporativo se convierte en una fuente de fortaleza y resiliencia, no solo para nosotros como empresa, sino para la comunidad en su conjunto. Al final del día, lo que deberíamos buscar las empresas es algo que va más allá. Se trata de conexión. De propósito. De realización.

La reflexión es simple, pero el camino es complejo: por ello debemos recordarlo diariamente y en nuestras estrategias, para no olvidar que la empresa y la solidaridad y la acción social no son conceptos mutuamente excluyentes, sino piezas de un mismo rompecabezas.

* Igor Garzesi es consejero delegado de Banco Mediolanum.

La búsqueda de un propósito se ha convertido en un pilar fundamental para el éxito sostenible de cualquier organización. Estamos en una era en la que tanto la empresa como los profesionales tenemos el deber de ir más allá del propio producto o servicio. Para definir este propósito de manera efectiva, me encuentro de frente con el concepto japonés de ikigai, un concepto que explora el propósito personal, pero que tiene mucho de aplicable a la empresa.

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