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Carlos Halpern

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El roscón de Telefónica

En esta situación, el Estado adquiere un 10% de participación en la empresa. Es como si nuestro jefe se sentase como comensal en nuestro propio desayuno con roscón

Foto: Logo de Telefónica en su sede de Madrid. (Reuters/Susana Vera)
Logo de Telefónica en su sede de Madrid. (Reuters/Susana Vera)

En estas recientes fechas navideñas, el reparto del roscón en casa me ha traído a la mente la labor de los consejeros frente a los diferentes stakeholders (accionistas, clientes, empleados y sociedad). En ambos casos, nunca es posible complacer a todos los comensales. A unos les gusta la fruta escarchada y a otros no, unos prefieren un trozo más estrecho y otros más ancho, unos café y otros chocolate. En el caso del consejo, los empleados preferirán altos salarios y motivación, los clientes precios bajos y buen producto y el accionista rentabilidades elevadas y estables. Para evitar favoritismos, los encargados del reparto (los consejeros) tratarán de ser independientes según las reglas del buen gobierno corporativo. En las empresas españolas, más del 45% de los consejeros son, afortunadamente, independientes.

Hoy en día el reparto se hace cada vez más complicado. Hay roscones con nata, crema o chocolate y comensales con alergias de todo tipo. En términos empresariales: globalización, digitalización, nueva normativa, diversidad, ecología, etc. En esta situación, los consejos sufren cada vez más presión. Por un lado, se requieren nuevos perfiles de consejeros (tecnológicos, internacionales, etc.) difíciles de conseguir. Por otro, hay más trabajo y responsabilidades: la media de reuniones aumenta hasta 11 al año, el número de consejeros disminuye, aparecen nuevas comisiones y los trámites normativos no paran de crecer.

Fijémonos en un roscón empresarial concreto: Telefónica. Es un roscón complejo, de hojaldre y nata con muchos tipos de fruta. Es decir, se enfrenta a multitud de problemáticas de negocio y especialmente a los frenéticos cambios tecnológicos que estamos viviendo (realidad virtual, IA…). Además, los comensales son especialmente exigentes. Empleados reivindicativos, accionistas globales altamente profesionalizados o clientes que demandan alta calidad a bajo precio en un producto que casi es un commodity.

En esta situación, el Estado adquiere un 10% de participación en la empresa. Es como si nuestro jefe se sentase como comensal en nuestro propio desayuno con roscón ¿Qué podemos esperar?

Las perspectivas no son muy halagüeñas. A nivel global, múltiples estudios aseguran que las empresas dominadas por los estados son, en general, menos productivas (según algunos estudios, en torno a un 20-30% menos) y rentables que las privadas. Además, la mayoría de los clientes (un 60% del total) suele percibir que sus servicios son peores que los de las empresas privadas. Es lógico, los estados tienen un mayor incentivo para mejorar las condiciones del empleo que para ofertar buenos precios, dar buen servicio o mejorar la rentabilidad. Además, tener al estado como accionista puede dañar la sana competencia en el mercado, ya que, a la hora de regularlo, tendrá un claro conflicto de interés. En definitiva, accionistas y/o clientes pueden acabar con un trozo del roscón más pequeño del que debería.

Pero esto no tiene por qué suceder. Una empresa con un consejo profesional y mayoritariamente independiente puede evitar desequilibrios en el reparto sin ofender a los comensales. En Telefónica el Estado, de momento, solo tendrá un 10% de las acciones. Además, con una mayoría de consejeros independientes con excelentes trayectorias, hay motivos para el optimismo.

A nivel global, múltiples estudios aseguran que las empresas dominadas por los estados son, en general, menos productivas

Pero también puede pasar que nuestro jefe decida que, mejor reparte él el roscón, y acabe haciendo un destrozo con el hojaldre (el caso de Indra nos viene rápidamente a la mente). De hecho, de media, en las compañías participadas por el estado existe una mayor rotación de consejeros que en otras.

Para los inversores en Telefónica, una buena recomendación sería estar muy atentos a posibles movimientos en el gobierno corporativo de la compañía (nombramiento de nuevos consejeros). El tiempo nos dirá si todo va bien y el reparto continúa siendo a gusto de todos o alguno de los comensales se atraganta porque le toca el haba.

En estas recientes fechas navideñas, el reparto del roscón en casa me ha traído a la mente la labor de los consejeros frente a los diferentes stakeholders (accionistas, clientes, empleados y sociedad). En ambos casos, nunca es posible complacer a todos los comensales. A unos les gusta la fruta escarchada y a otros no, unos prefieren un trozo más estrecho y otros más ancho, unos café y otros chocolate. En el caso del consejo, los empleados preferirán altos salarios y motivación, los clientes precios bajos y buen producto y el accionista rentabilidades elevadas y estables. Para evitar favoritismos, los encargados del reparto (los consejeros) tratarán de ser independientes según las reglas del buen gobierno corporativo. En las empresas españolas, más del 45% de los consejeros son, afortunadamente, independientes.

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