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El efectivo, un derecho básico que debemos preservar
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José Antonio Lasanta

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El efectivo, un derecho básico que debemos preservar

Más allá de lo técnico, el efectivo cumple una función como integrador de la sociedad que no debería subestimarse

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Hace unos días, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, instaba a los ciudadanos europeos a prepararse ante posibles catástrofes como incendios, inundaciones, pandemias, guerras o ciberataques. Entre sus recomendaciones para fortalecer la solidez social, destacaba la conveniencia de disponer de un “kit de emergencia” que incluyera, entre otros elementos, dinero en efectivo; y no, no es casualidad que el metálico se haya incluido en esta lista.

De hecho, el efectivo es un pilar silencioso pero imprescindible en nuestra vida diaria y en nuestra resiliencia como sociedad. Su fortaleza reside en que funciona siempre, incluso en los contextos más adversos, sin depender de redes digitales, electricidad o dispositivos. Es universalmente aceptado y, frente a otros métodos de pago, a un coste menor.

En muchos países, y también en algunas capas de nuestra propia sociedad, damos por hecho que el efectivo estará siempre disponible. Al estar tan interiorizado en nuestro día a día, su relevancia suele pasar desapercibida. No obstante, allí donde su uso no está garantizado, su valor se revela con toda claridad por varias razones.

El medio de pago con menor coste

Es el medio de pago con menor coste. El debate sobre su eficiencia ha sido objeto de diversos estudios. Existen análisis rigurosos, como el del Institute for Monetary and Financial Stability, presentado hace unos días, que demuestran que el efectivo continúa siendo el medio de pago más eficiente si se valora desde una perspectiva social amplia. A pesar de eso, circula por Bruselas algún estudio de parte que como único argumento para poner al efectivo en desventaja añade otros costes administrativos que suponen un 50% del coste, sin detallar y basado en estimaciones.

A ello se suma su menor impacto ambiental. Diversas comparativas han puesto de relieve que los billetes de algodón generan una huella ecológica notablemente inferior a la de medios digitales, como las tarjetas plásticas o los pagos móviles, que requieren infraestructuras energéticas intensivas, dispositivos electrónicos y redes de datos. Tu bolsillo también puede cuidar el planeta.

Más allá de lo técnico, el efectivo cumple una función como integrador de la sociedad que no debería subestimarse. Si analizamos, por ejemplo, el caso europeo; seguramente, hay pocos elementos en que los ciudadanos nos sintamos tan unidos como cuando pagamos con euros y palpamos el proyecto europeo. Además, esa simbología que mantiene a través de las puertas, ventanas y puentes que aparecen en cada billete refleja el espíritu de apertura, cooperación y comunicación entre los pueblos europeos y con el resto del mundo, valores que vertebran los mismos principios sobre los que se construyó la Unión. Esta característica integradora queda patente en muchas sociedades con su moneda.

Más allá de lo técnico, el efectivo cumple una función como integrador de la sociedad que no debería subestimarse

En una sociedad cada vez más digitalizada, el derecho a la privacidad adquiere una nueva dimensión y en eso el efectivo destaca sobre el resto de medios. Pagar en efectivo significa conservar el control sobre nuestros propios datos. Pagar con efectivo es como cerrar la puerta de tu casa. Sin cookies, sin que nadie use tus datos. Seguramente que tus datos quedasen registrados hasta ahora no era un problema. Pero ahora, el auge de la inteligencia artificial permite crear patrones de cada uno de nosotros de manera más rápida, exacta y utilizable (comercial, geopolítica o políticamente) para cualquiera que pueda acceder a nuestros datos.

Ese carácter libre y accesible se traduce también en inclusión. El efectivo es el medio más inclusivo. El efectivo no exige conocimientos tecnológicos, Internet o un dispositivo. Es una forma de pago universal en el que da igual tu edad, tu situación económica o tus capacidades físicas. El efectivo es para todo sin condiciones. Y eso, en una sociedad justa e inclusiva, debería ser incuestionable.

Por otra parte, su uso está vinculado a una gestión financiera más responsable. Estudios como el recientemente realizado por las universidades de Adelaida y de Melbourne, ambas en Australia, evidencian que el uso de tarjeta u otros medios de pago digitales hacen que el ciudadano gaste en torno al 15% más que con el efectivo, principalmente, en gastos impulsivos de los cuales se arrepiente más tarde. Otro dato preocupante es que existen más de dos billones (europeos) de deuda sobre las tarjetas a unos tipos más altos de lo que sería un crédito en otras circunstancias. Incluso se ha constatado que los adolescentes que crecen utilizando efectivo son más responsables económicamente en su edad adulta que los que usan medios digitales. El efectivo es el medio que nos hace ser más responsables económicamente.

Contra el fraude financiero

También desde el punto de vista de la seguridad, el efectivo ofrece ventajas. Lejos del imaginario popular, el fraude financiero es más común en proporción en entornos digitales que en transacciones en metálico, como demuestra el estudio realizado por la Universidad de Bangor, en Gales, Reino Unido hace unos años. Mostrando así al efectivo como el medio más seguro.

La realidad española ilustra esta paradoja. Según el estudio realizado por Kenneth Rogoff y publicado hace unos días, nuestro país cuenta con la mayor restricción de pagos en efectivo con un máximo de 1.000 euros, el nivel más bajo de Europa. Estándar que incluso el Banco Central Europeo ha recomendado que se eleve por las consecuencias negativas que tiene para la economía, principalmente para las rentas más bajas, por lo que recomienda establecer el nivel en 10.000 euros, como ocurre en otros países de la UE.

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Imagen: Unsplash.

Aun así, la economía española es la segunda de Europa donde más ha crecido la economía sumergida (del 18% al 24%). Lo que demuestra que la economía sumergida y criminal utiliza igual –si no más– pagos digitales, plataformas de pago instantáneo y criptomonedas.

Además, existen más beneficios para la sociedad que el efectivo genera comparado con otros medios de pago, entre los que hay que señalar que la industria del efectivo crea un impacto positivo a nivel económico y laboral. Al estar más descentralizada y anclada en el territorio, crea empleo local, tributa en los países donde opera y contribuye a una mayor redistribución de la riqueza.

No eres raro por pagar en efectivo

Pese a ello, todas estas premisas que hemos analizado se encuentran bajo amenaza, su uso está siendo desincentivado, su acceso no está garantizado en emergencias y su viabilidad económica está siendo presionada por parte de nuevas regulaciones. Además, no podemos obviar la mayor comodidad de otros medios de pago. Por ello, es difícil entender las restricciones y ataques al efectivo y más cuando estos días se está anunciando la expansión de Bizum.

A los ciudadanos nos seguirán inundando con anuncios sobre lo cómodo y fácil que es seguir endeudándonos a unos tipos altos, e intentarán convencer a la clase política de que destinen ingentes cantidades de presupuesto a proyectos digitales sin tener en cuenta que no hace falta reinventar la rueda o el impacto en otros medios de pago tan necesarios.

Es difícil entender los ataques al efectivo

Por todo esto, animo a los políticos a que no sigan la máxima de que lo digital es bueno, bonito y barato, que analicen y revisen las consecuencias de las diferentes alternativas.

Mientras tanto, nos siguen vendiendo el discurso de que lo digital es moderno, fácil y cool. Pero no todo lo cómodo es lo óptimo o lo mejor para la sociedad; y, por ello, os animo a que seamos críticos y reflexionemos sobre las diferentes alternativas. No eres raro por pagar en efectivo. No eres sospechoso. Eres una persona libre e informada que ejerce su derecho a elegir. Y ese derecho no lo podemos perder.

* José Antonio Lasanta es CEO de Prosegur Cash

Hace unos días, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, instaba a los ciudadanos europeos a prepararse ante posibles catástrofes como incendios, inundaciones, pandemias, guerras o ciberataques. Entre sus recomendaciones para fortalecer la solidez social, destacaba la conveniencia de disponer de un “kit de emergencia” que incluyera, entre otros elementos, dinero en efectivo; y no, no es casualidad que el metálico se haya incluido en esta lista.

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