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La banca española descubre el “top less”
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Alberto Artero

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La banca española descubre el “top less”

Ahora que todo el mundo está mirando con lupa la parte de abajo de las cuentas de resultados de las entidades financieras, en la búsqueda de

Ahora que todo el mundo está mirando con lupa la parte de abajo de las cuentas de resultados de las entidades financieras, en la búsqueda de provisiones que permitan adivinar el impacto potencial de los riesgos que tienen en balance, -fundamental, por otra parte-, es momento, así mismo, de escrutar, al menos en España, su negocio tradicional, que es donde reside la capacidad para obtener beneficios recurrentes. Y lo que uno advierte, a primera vista, en las desiertas playas de la crisis originariamente subprime, es que muchas de ellas van a descubrir, en breve, el top less, menos por arriba. Un destape que puede venir en forma de contracción de márgenes de intermediación y comisiones, que se verá compensada, parcialmente, por unos ingresos de trading que sólo tienen un requisito básico que no hay que presuponer: saber hacerlo bien. Y no es fácil. Crucen la frontera norte y pregunten, pregunten.

Cuando servidor entró a trabajar en una de las gestoras españolas de referencia, hace ya unos cuantos años, una de las primeras lecciones que le enseñaron fue la de la simplicidad del negocio bancario: pedir prestado a corto a los clientes y prestar a largo el dinero recibido. Al diferencial que se podía obtener en una curva de tipos normal –a más plazo, más riesgo- se añadía la rentabilidad que se derivaba de la menor remuneración de lo captado frente a lo entregado. Plazo y diferencial determinaban y determinan lo que en el argot bancario se llama Net Interest Income. Pues bien, a día de hoy, las entidades financieras se enfrentan a un doble problema a la hora de lograr que dicho NII sea positivo. Los tipos de interés de contado son, al menos, en Europa, sustancialmente superiores a los de los vencimientos más retrasados en el tiempo. No hay, por tanto, carry positivo automático, lo que implica gestión. Y existe un riesgo de cometer errores en la concertación de plazos o ALM (Assets & Liabilities Management). Además, en la guerra en la que se han visto envueltos los bancos y cajas por captar pasivo, el coste del mismo se ha incrementado sustancialmente, consecuencia de la necesidad de obtener recursos para financiar su actividad. Hay que pagar más.

Pero junto a estas dos realidades se halla un fenómeno complementario, igualmente importante. La difícil situación en la que se desenvuelven los que, en el último lustro, habían sido buques insignia del crédito bancario -inmobiliarios y sponsors financieros- y el repunte de una morosidad que ya está aquí y, parece, va a peor, han provocado que los afectados tengan que tentarse mucho la ropa a la hora de decidir a quién prestan y con qué diferencial. Cobra enorme importancia el scoring de los riesgos y del consumo de capital asociado a los mismos. Que no está la cosa como para sacar los pies del tiesto. Los tiempos de vino y rosas han pasado, de momento, a mejor vida. Y es que la parte del activo de las entidades financieras ha quedado tocada por la falta de recursos por el lado del pasivo. Y como toda crisis supone una oportunidad, no es de extrañar que Botín haya tomado ventaja de sus entradas de liquidez recientes, sean o no sus métodos los reyes de la ortodoxia, para intentar romper el mercado crediticio con hipotecas baratas de alta calidad, aprovechando que los demás están centrados en arreglar, primero, sus propios asuntos.

Por tanto, como ya se vislumbró ayer en las cuentas del cuarto trimestre publicadas tanto por Sabadell como por el BBVA, el margen de intermediación se va a resentir en el futuro inmediato. Como lo van a hacer las comisiones que las entidades perciben de sus clientes a través de las distintas áreas de actividad, correspondiendo, probablemente, el recorte más importante a las ligadas a la banca corporativa. Y es que otra de las realidades que va a poner de manifiesto la crisis actual es el carácter cíclico de las comisiones financieras. Igualmente, cuando servidor pasó al lado oscuro del brokerage, años después, un analista bancario de solidez probada, computaba por mitad las comisiones a la hora de añadirlas al resto de los ingresos, con algunas excepciones (como las vinculadas a activos estables). ¿Finalidad? No atribuirles una estabilidad de la que carecen. Lógico. Sin embargo, ya no era el caso. Y llegamos así a otro de los aspectos positivos que se derivan de la situación reciente: la recuperación de la normalidad a la hora de contemplar la recurrencia de las distintas líneas de la cuenta de resultados de las entidades financieras.

Concluyo. Es importante ver en qué situación se encuentran, en términos de balance, los bancos y cajas que vayan publicando. Por supuesto. Permite controlar su solvencia. Pero fuera de los casos puntuales o one offs que puedan ocurrir, y que son trascendentales al poderse llevar una firma por delante, la verdadera supervivencia futura de estas compañías, -como de todas, la verdad- depende de la capacidad que tengan para generar beneficios en un momento, además, en el que la banca española se encuentra entre las más eficientes del mundo, lo que limita su potencial de mejora en costes (salvo aquellas entidades en proceso de integración de recientes compras). El top less de los bancos no es necesariamente malo, más bien al contrario. Se trata de un choque de realismo que, a muchos de ellos, buena falta le hacía. Buen fin de semana a todos.

Ahora que todo el mundo está mirando con lupa la parte de abajo de las cuentas de resultados de las entidades financieras, en la búsqueda de provisiones que permitan adivinar el impacto potencial de los riesgos que tienen en balance, -fundamental, por otra parte-, es momento, así mismo, de escrutar, al menos en España, su negocio tradicional, que es donde reside la capacidad para obtener beneficios recurrentes. Y lo que uno advierte, a primera vista, en las desiertas playas de la crisis originariamente subprime, es que muchas de ellas van a descubrir, en breve, el top less, menos por arriba. Un destape que puede venir en forma de contracción de márgenes de intermediación y comisiones, que se verá compensada, parcialmente, por unos ingresos de trading que sólo tienen un requisito básico que no hay que presuponer: saber hacerlo bien. Y no es fácil. Crucen la frontera norte y pregunten, pregunten.