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¿Indispensable subir impuestos? Alemania ya demostró que no
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Alberto Artero

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¿Indispensable subir impuestos? Alemania ya demostró que no

Todos los ojos estuvieron puestos en lunes en el artículo publicado por Wolfang Münchau en el Financial Times. El analista alemán pontificaba que “la crisis de

Todos los ojos estuvieron puestos en lunes en el artículo publicado por Wolfang Münchau en el Financial Times. El analista alemán pontificaba que “la crisis de la Eurozona durará veinte años”. En su opinión, ése es el tiempo necesario para que se produzca una Unión Política en la Eurozona, condición necesaria, a su vez, para esa Unión Bancaria capaz de solucionar los problemas del sistema financiero de la región. Su pronóstico era compartido, el mismo día y a través de una entrevista en el WSJ, por el excanciller alemán Gerhard Schröder (WSJ, The Man who rescued the German Economy, 06-07-2012) en lo que supone la verdadera joya informativa de ese día por su inmediata aplicación a España y sus circunstancias. Mejorando lo presente, claro está, que cualquiera le chista a mi amigo Luis Garicano (NeG, Brutal e Imprescindible artículo de Münchau en el FT, 08-07-2012). Con él cerraré este post.

Merece la pena que nos detengamos sobre ella. El socialdemócrata alemán desgrana a lo largo del texto la llamada Agenda 2010, plan que estableció en 2003 -comienzo de su segunda legislatura tras haber dilapidado la primera- cuando “todo el mundo creía que cambiar el país era imposible”. ¿A qué les suena? Su acción giró alrededor de tres ejes: bajadas de impuestos, ajustes del estado del bienestar y reformas estructurales a fin de ganar competitividad y hacer sostenible el sistema. Todo ello en medio de un entorno recesivo, cierto, menos severo que el actual . Rebajó el máximo del IRPF del 48’5% al 42% y el mínimo del 19’9% al 15%. El tipo del impuesto de sociedades se redujo del 25% al 19% y con él las cotizaciones sociales. Liberalizó el mercado laboral, limitó las prestaciones por desempleo y las vinculó al deseo efectivo de trabajar. Minoró el presupuesto asistencial del Estado, jubilaciones incluidas. Huevo Kínder para los liberales.

El resultado habla por sí solo”, concluye, si bien reconoce que el mérito no es exclusivo de sus políticas sino también de la existencia de un doble mecanismo de protección del empleo en Alemania: el trabajo compartido, que permite flexibilizar jornadas y salarios antes que despedir, y la ‘codeterminación’ por mor de la cual los sindicatos tienen presencia activa en los Consejos de Administración de las compañías, no para trincar por la patilla como ha ocurrido en algunas de las cajas españolas, sino para alinear sus intereses a largo plazo con los de la firma. Creación de valor, en lenguaje bursátil. Años de congelación salarial durante los momentos de ajuste y menos conflictividad social acreditan el éxito derivado de la adopción de este rol, de acuerdo con el ex canciller. Se olvida, sin embargo, de la contribución de unas condiciones de financiación excepcionales propiciadas por el BCE, esas que están, en parte, en el origen de las burbujas de la periferia europea.

Nadie es profeta en su tierra. Sus correligionarios calificaron sus propuestas como “escandalosas e inmorales” mientras que, a su llegada al gobierno en 2005, la conservadora Angela Merkel las alabó por su determinación para “adaptar nuestro estado del bienestar a una nueva era. Preguntado sobre si sus recetas son válidas a día de hoy para Italia o España, Schröder peca de prudente: “no, si no van acompañadas de medidas de estímulo de la demanda interna que permitan evitar el colapso mientras llega el fruto de las reformas estructurales”. Y para justificar su postura evoca su negativa a un ajuste severo en 2003, cuando así se lo reclamaba su Ministro de Finanzas. No en vano, propugna, “si hay voluntad de cambio, los plazos han de ser flexibles”, respiro para España. ¿Y eso, como se come? “Fijando, por ejemplo, una Agenda 2020”. Vaya, la sorpresa ha salido keynesiana, si bien el debate alemán entonces se centraba no en menguar gasto improductivo sino inversiones.

Ese es, al final y más allá de la orientación ideológica, el quid de la cuestión, la piedra angular sobre la que construir el ejercicio del gobierno: fijar una hoja de ruta en la que todas las decisiones que se adopten formen parte de un programa común. Fue lo que faltó en la segunda legislatura del zapaterismo, con un gobierno siempre por detrás de los acontecimientos, y es lo que se está echando en falta en los primeros meses de Rajoy tras un comienzo prometedor, interrumpido táctica y absurdamente con las mismas consecuencias: la nación a remolque de los mercados, léase acreedores, y sus exigencias. Unidad de actuación que fije prioridades, facilite la toma de decisiones, alinee el criterio de los distintos ministerios, genere confianza hacia dentro y credibilidad hacia fuera, permita fijar las líneas rojas y las cesiones razonables y consiga, de este modo, que nuestro país funcione más antes que después que es, en definitiva, de lo que se trata. No hace falta viajar fuera, aquí Torrelodones.

De hecho, más allá de la experiencia germana, es lo que defiende el mismo Luis Garicano en su análisis preliminar del resultado de la reunión del Eurogrupo. Hoy que se espera que el Ejecutivo empiece a cumplir con la 'condicionalidad' exigida desde Europa sirvan como guía para el Presidente, y cierre de esta entrada, las palabras del economista de FEDEA: "cuando anuncie mañana y en los próximos días lo que tenga que anunciar, que se trate de un plan fiscal y económico a medio plazo: subidas del IVA en los próximos tres años, qué pasa con las pensiones en los próximos 10, cuáles son las reformas clave de los próximos cuatro (...) España no puede seguir viviendo a base del sobresalto de semana a semana, y inversores, acreedores y contribuyentes necesitan tener un marco de referencia mínimo para poder tomar decisiones. Debemos saber, con claridad, y con la precisión que el momento permite, a dónde va España" (NeG, El Acuerdo del Eurogrupo: Vivir en la Incertidumbre, 10-07-2012). Tome nota.

Todos los ojos estuvieron puestos en lunes en el artículo publicado por Wolfang Münchau en el Financial Times. El analista alemán pontificaba que “la crisis de la Eurozona durará veinte años”. En su opinión, ése es el tiempo necesario para que se produzca una Unión Política en la Eurozona, condición necesaria, a su vez, para esa Unión Bancaria capaz de solucionar los problemas del sistema financiero de la región. Su pronóstico era compartido, el mismo día y a través de una entrevista en el WSJ, por el excanciller alemán Gerhard Schröder (WSJ, The Man who rescued the German Economy, 06-07-2012) en lo que supone la verdadera joya informativa de ese día por su inmediata aplicación a España y sus circunstancias. Mejorando lo presente, claro está, que cualquiera le chista a mi amigo Luis Garicano (NeG, Brutal e Imprescindible artículo de Münchau en el FT, 08-07-2012). Con él cerraré este post.