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El 'Sanchiglesias': el tapado en estos comicios
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Isidoro Tapia

28-A: Diario de campaña

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El 'Sanchiglesias': el tapado en estos comicios

El 'Sanchiglesias' es una especie de minotauro, un animal político que tiene el cuerpo de Pedro Sánchez y la cabeza de Pablo Iglesias

Foto: Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el debate. (EFE)
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el debate. (EFE)

En las próximas elecciones, Pedro Sánchez puede incrementar su botín electoral en más de 50 diputados, Rivera puede duplicar el de Ciudadanos y a Casado le puede suceder lo mismo que a Moreno Bonilla en Andalucía, que aun perdiendo termine ganando. Así que la pregunta que voy a hacer tiene un punto paradójico: ¿y si es el líder de Podemos el verdadero ganador de estos comicios?

No me refiero, claro está, al proyecto político personal 'Pablo Iglesias'. Esa marca está hundida, sin que se vislumbre forma humana de recuperarla, a pesar de su eficaz desempeño en los debates. Un proyecto político que no hace tanto tiempo (a principios de 2015) llegó a encabezar las encuestas y las preferencias de los españoles. Me refiero, en cambio, a una nueva criatura, que tal vez protagonice el escenario político español durante los próximos años: el 'Sanchiglesias'.

Foto: Pablo Casado (PP) y Pedro Sánchez (PSOE) durante el debate a cuatro de RTVE (Reuters)

El 'Sanchiglesias' es una especie de minotauro, un animal político que tiene el cuerpo de Pedro Sánchez y la cabeza de Pablo Iglesias. Es uno, Sánchez, quien duerme en la Moncloa y preside los consejos de ministros. Quien se monta en el avión oficial y visita a los líderes extranjeros. Pero es el otro, Iglesias, quien señorea la sala de máquinas. Como si el líder de Podemos, consciente de que sus errores tácticos en los últimos años le han taponado la puerta de la Moncloa, hubiese decidido tomarla no por asalto sino por un costado.

El 'Sanchiglesias' se manifiesta en tres aspectos muy concretos en los que ha cambiado el panorama político en nuestro país. Los tres cambios, de gran calado, son victorias 'postmortem' de Iglesias, como si de un Cid Campeador se tratase. Los tres dejan su huella indeleble en la política española. Y los tres, también, aseguran un espacio a la izquierda radical en los próximos años.

El 'Sanchiglesias' es una especie de minotauro, un animal político que tiene el cuerpo de Pedro Sánchez y la cabeza de Pablo Iglesias

El primero es la transformación del PSOE en materia territorial: su propuesta hoy se parece mucho más a la de Podemos de 2015 que a la que entonces mantenían los socialistas. El segundo es la reaparición del eje izquierda/derecha, que vuelve a ser, tras años de transversalidad, el vector principal de confrontación política. El tercero es la escisión de una fuerza de derecha extrema (o extrema derecha, o derecha sin complejos, como prefieran llamarla) del PP, rompiendo la unidad de los conservadores por primera vez desde los años ochenta.

Empecemos por el primero, el giro copernicano del PSOE en materia territorial. Volvamos por un momento al comité federal que los socialistas celebraron el 28 de diciembre de 2015. Las elecciones de unos días antes han arrojado un resultado inconcluso, y algunos dirigentes miran con recelo el entusiasmo con el que Pedro Sánchez ha recibido los resultados. El comité federal intenta marcar los tiempos políticos y el margen, en su caso, para la negociación. Le corresponde a Rajoy intentar formar Gobierno, dicen los socialistas.

Si no lo consigue, será el turno de Sánchez. Pero no a cualquier precio: “Rechazamos, de manera tajante, cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional y que amenace así la convivencia lograda por los españoles durante estos últimos 37 años. La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento solo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí dividida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas”.

El PSOE de 2015 no solo estaba en contra de la autodeterminación sino que la renuncia previa a la misma era una condición indispensable para “iniciar el diálogo”. ¿Es posible mantener que el PSOE de 2019 no ha cambiado un ápice? En 2015, el debate interno era si podía o no negociar con Podemos (después de que Iglesias enarbolase la exigencia de un referéndum de autodeterminación en la noche electoral, lo que motivó el pronunciamiento de los socialistas). Negociar directamente con los soberanistas era algo que a ningún socialista se le pasaba por la cabeza.

¿Qué ha cambiado desde 2015? Desde luego, no que los independentistas hayan bajado el pistón

¿Qué ha cambiado desde 2015? Desde luego, no que los independentistas hayan bajado el pistón. Al contrario, entonces no estaba claro que el desafío soberanista llegaría al río. Después vinieron las leyes de desconexión, la consulta del 1-O, la DUI y las huidas al extranjero.

¿Qué es entonces lo que ha cambiado, qué hace ahora digerible para los socialistas lo que era una línea roja? Lisa y llanamente ha cambiado el PSOE. Sánchez ha asumido como propio lo que hace cuatro años eran los postulados de Iglesias (“se puede hablar de todo y con todos”). La ambigüedad de los socialistas hoy en el debate territorial es el triunfo vicario de las tesis de Iglesias.

Como también es una victoria de Iglesias la vuelta del eje izquierda/derecha como vector de confrontación política. Después de que Rajoy se diese mus en aquella investidura, Sánchez se lanzó a negociar la suya. Para armar una mayoría parlamentaria, empezó por Ciudadanos, no por Podemos, una decisión aritméticamente cuestionable (los morados tenían 69 diputados por 40 los naranjas) pero que políticamente mandaba un mensaje nítido, como el propio Sánchez se empeñaba en subrayar: el cambio a Rajoy debía venir a través de un acuerdo político transversal (lo que entonces los socialistas llamaban “las fuerzas del cambio”).

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un acto en Badajoz (Efe)

Nadie se opuso a esta tesis con más fuerza que Iglesias: Ciudadanos era para el líder de Podemos una formación “de derechas”, solo que con un rostro más amable: era “la marca blanca del PP”. Sus políticas eran “de derechas”, y el acuerdo que firmaron socialistas y naranjas para la investidura de Sánchez, “castillos en el aire y fuegos artificiales”.

De nuevo, que en la actual coyuntura política hayamos llegado a un punto donde las izquierdas solo pueden sumar con las izquierdas, y las derechas con las derechas, es el epitafio soñado de Iglesias. La confrontación ideológica como marca política. El regreso a las trincheras.

Y su obra cumbre es, precisamente, el tercer cambio que marca la política española en la actualidad: la llegada de Vox a las instituciones. Mucho se ha criticado la reacción visceral y exagerada de Iglesias tras la irrupción de Vox en las elecciones andaluzas, cuando proclamó “la alerta antifascista”. Pero aquellas declaraciones, algo atemperadas en los días siguientes fueron, en mi opinión, un grito de satisfacción. Porque la existencia de Vox garantiza, por efecto reflejo, un espacio político para Podemos durante los próximos años.

Y su obra cumbre es, precisamente, el tercer cambio que marca la política española en la actualidad: la llegada de Vox a las instituciones

El 'cum laude' del 'Sanchiglesias' es no solo apropiarse de la cabeza del minotauro sino también de un brazo. Conseguir un resultado suficiente en los comicios que abra paso a un Gobierno de coalición entre socialistas y morados, entrar en el Consejo de Ministros con una Vicepresidencia y esperar allí a que la ruleta de la política española le lleve a la siguiente estación.

Y en esta tarea, Iglesias, mejor esgrimista televisivo que Sánchez, ha avanzado varias brazadas esta semana. En los debates, Sánchez movía los brazos, gesticulando incómodo contra “las derechas”. Como si el cuerpo del minotauro estuviese poseído por la maldición de San Vito. Mientras Iglesias, la reposada cabeza, blandía la Constitución o asentía condescendiente. Atentos al minotauro durante la noche electoral: lo importante será no quién agita las manos en señal de victoria, sino en qué cabeza se dibuja una mueca sonriente.

En las próximas elecciones, Pedro Sánchez puede incrementar su botín electoral en más de 50 diputados, Rivera puede duplicar el de Ciudadanos y a Casado le puede suceder lo mismo que a Moreno Bonilla en Andalucía, que aun perdiendo termine ganando. Así que la pregunta que voy a hacer tiene un punto paradójico: ¿y si es el líder de Podemos el verdadero ganador de estos comicios?

Pedro Sánchez Ciudadanos Pablo Casado