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Periodista, la peor profesión del mundo
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Javier Pérez de Albéniz

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Periodista, la peor profesión del mundo

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos advirtió de que el periodismo era una de las profesiones peor valoradas por los españoles. Como

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos advirtió de que el periodismo era una de las profesiones peor valoradas por los españoles. Como todo aquello que va mal es susceptible de empeorar, hoy sabemos que la de periodista es, además, la peor profesión del mundo. No lo digo yo, lo dice un informe elaborado por la consultora de trabajo estadounidense Careercast. Peor incluso que de otras tan duras y poco agradecidas como basurero, barrendero, verdugo o incluso registrador de la propiedad. El estudio pone las cosas en su sitio: se acabó el glamour del reportero con chaleco multibolsillos. Dicen que con una conexión a internet ya no es necesario viajar hasta China para escribir un buen reportaje sobre China. Y que perseguir la noticia ha dejado de ser emocionante para convertirse en peligroso. Y que los periodistas estrella son los tertulianos. El periodismo norteamericano disfruta de las peores condiciones y perspectivas laborales posibles, y está considerado como la profesión de carácter intelectual peor tratada del país.

Mucho han cambiado las cosas desde que Gabriel García Márquez bautizase el periodismo, durante el legendario discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Los Ángeles celebrado en 1996, como “el mejor oficio del mundo”. Sólo diecisiete años después, el deterioro del periodismo, su connivencia con el poder, han convertido la profesión en un mal chiste: “¿Por qué dejar nuestro mensaje en boca de Paco Marhuenda (director de La Razón)?”, se lamenta un dirigente del partido en el Gobierno que reconoce la utilización de un periodista como jefe de prensa.

 “Si hubiera una buena oferta, por supuesto que vendería Telemadrid. Pero no conozco a nadie interesado”, asegura un Ignacio González que, tras poner en la calle a 829 trabajadores, intenta saldar una cadena de televisión que pertenece a los madrileños. ¿Soberbia? De ninguna manera: la televisión ha perdido relevancia hasta en las habitaciones de hotel, donde los clientes prefieren una buena conexión wifi a un plasma.

La relación perversa del periodista con el poder envilece la profesión. El informador ya no debe lealtad al ciudadano, sino al político y al empresario. Los grandes medios, cada vez menos solventes, tienen plantillas cada vez más sometidas, menos independientes. Y por tanto menos necesariasHace no demasiado tiempo, muchos empresarios habrían matado a sus madres con sus propias manos por hacerse con una televisión. El complemento perfecto para cualquier negocio, puesto que nada más conformar la redacción de informativos ofrecían al ciudadano su versión de la actualidad. El Cuarto Poder. Hoy las televisiones son un lastre hasta para las empresas de comunicación: el canal deportivo Marca TV tiene previsto cerrar el próximo 1 de julio. Al no ser rentable, Unidad Editorial (empresa de El Mundo) traspasará la licencia a una teletienda. Más profesionales en la calle…

Se buscan periodistas para diario digital. No hay remuneración económica, al menos a corto plazo”, reza la oferta de un nuevo diario generalista español “de carácter interpretativo”. “No es un buen proyecto para quien busque ganancias”, aclaran de manera un tanto innecesaria, “pero sí para todos aquellos que tengan las ganas de publicar en un medio profesional en claro ascenso de visitas”. ¿Ganas de publicar en un medio en claro ascenso de visitas? Algo tan insustancial, a nivel práctico (hipoteca, alimentación, etc.), como la famosa “visibilidad” con que el Huffington Post, producto estrella del grupo Prisa, paga a sus blogueros.

Hasta aquí, una parte del problema periodístico: el laboral. Añádale a este peliagudo asunto el descenso de credibilidad, la censura, la autocensura y la falta de independencia. Un ejemplo: el Consejo de Informativos de TVE vuelve a acusar a 'Informe Semanal' de manipulación: “El reportaje 'Acoso a políticos', emitido por Informe semanal el 27 de abril de 2013, condena de principio a fin la protesta popularizada como 'escrache'. De diecisiete testimonios, catorce están claramente posicionados contra esta modalidad de protesta fomentada por la PAH, y la mitad de los que la critican son miembros del gobierno o del PP… El reportaje prácticamente no da voz a la PAH, puesto que la mayoría de opiniones que se vierten contra la Plataforma, carecen de respuesta”.

La relación perversa del periodista con el poder envilece la profesión. El informador ya no debe lealtad al ciudadano, sino al político y al empresario. Los grandes medios, cada vez menos solventes, tienen plantillas cada vez más sometidas, menos independientes. Y por tanto menos necesarias. “Con esta prensa fatalista q inunda España d pesimismo cuesta más salir d la crisis,pero vamos a salir,sin su ayuda,pero saldremos”, escribía en Twitter Iñaki Oyarzabal, secretario general de Partido Popular. Al político vasco le gustaría que toda la prensa española fuese tan optimista como ABC y La Razón. No quiere periodismo, quiere propaganda. Apuesta por la peor profesión del mundo.

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos advirtió de que el periodismo era una de las profesiones peor valoradas por los españoles. Como todo aquello que va mal es susceptible de empeorar, hoy sabemos que la de periodista es, además, la peor profesión del mundo. No lo digo yo, lo dice un informe elaborado por la consultora de trabajo estadounidense Careercast. Peor incluso que de otras tan duras y poco agradecidas como basurero, barrendero, verdugo o incluso registrador de la propiedad. El estudio pone las cosas en su sitio: se acabó el glamour del reportero con chaleco multibolsillos. Dicen que con una conexión a internet ya no es necesario viajar hasta China para escribir un buen reportaje sobre China. Y que perseguir la noticia ha dejado de ser emocionante para convertirse en peligroso. Y que los periodistas estrella son los tertulianos. El periodismo norteamericano disfruta de las peores condiciones y perspectivas laborales posibles, y está considerado como la profesión de carácter intelectual peor tratada del país.