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La conjura de los venados y los líos del PP salen al mercado electoral
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Antonio Casado

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La conjura de los venados y los líos del PP salen al mercado electoral

La operación Gürtel entra en campaña. Mejor dicho, Mariano Rajoy ataca a los socialistas por el contubernio de los venados: “Es una obscenidad”. Y Zapatero, feliz,

La operación Gürtel entra en campaña. Mejor dicho, Mariano Rajoy ataca a los socialistas por el contubernio de los venados: “Es una obscenidad”. Y Zapatero, feliz, acepta el reto: “El PP anda sobrado de problemas y líos internos”. Dos formas de ver el culebrón, pero idéntico interés en otorgarle relevancia electoral. Por eso lo sacan al mercado de los votos vascos y gallegos ¿Quién tiene más que perder, o más que ganar, sometiendo el asunto a la valoración de los electores? Hagan apuestas.

 Mi opinión ya la saben ustedes por artículos precedentes. Creo que en el discurso del PP hay una sobreexplotación de la cita cinegética del juez Garzón y el ministro Bermejo, que oculta o deja en segundo plano el compromiso ético del partido contra la corrupción. “Si un militante hace algo reprobable, actuaremos con contundencia”, dice Rajoy. Ayer mismo la secretaria general, María Dolores de Cospedal, se enganchaba a esa consigna de escaso seguimiento por ahora: “Si hay manzanas podridas, las eliminaremos”.

Haberlas, haylas. Así consta en las pruebas que los damnificados del tal Correa pusieron en manos de la Fiscalía Anticorrupción hace más de un año. Por lo que hemos ido sabiendo, y ya no sólo a través de medios de comunicación adictos al zapaterismo, los indicios apuntan a concejales o consejeros sensibles a la “dádiva” (soborno, según el Código Penal), a cambio de lubricar el acceso de las empresas de Correa a contratos autonómicos y municipales. Cargos públicos justamente repudiados por el número uno del PP en las elecciones vascas del 1 de marzo, Antonio Basagoiti, por dedicarse a meter la mano en la caja común mientras otros, como el propio Basagoti, Barreda, Maria San Gil, Otaola, Alonso, se juegan la vida en nombre de las mismas siglas.

Los nombres de estos cargos del PP están en los periódicos. No solamente no se juegan la vida sino que además se acogen al beneficio de la duda que les otorga el cierre de filas de la dirección del PP. Dirigentes del PP, unidos en la desgracia. Pero, a juzgar por los efectos de la reunión del miércoles pasado,  no la desgracia de tener manzanas podridas en la familia, sino la de ser víctimas de una conspiración política.

Cuando en el transcurso de aquel comité ejecutivo, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, propuso la escenificación de la unidad en torno a Rajoy frente el acoso al partido, el guión estaba claro: acoso ante el contubernio fotografiado del juez Garzón y el ministro Bermejo, pero también acoso ante un grupo de golfos a los que había que combatir. Sin embargo, lo primero se ha comido a lo segundo. Con lo cual, la prometida firmeza contra quienes tanto daño hacen a la imagen de un partido desaparece ante el sonoro rasgado de vestiduras por la conjura de las escopetas.

La cacería, utilizada en este fin de semana electoral por Rajoy, no deja de ser la derivada de un caso claro de corrupción política que el PP debería ser el primer interesado en aclarar. Con Garzón o sin Garzón, con aforados o sin aforados, con elecciones por medio o sin ellas. Echar balones fuera no sirve de nada, como muy bien saben los dirigentes socialistas que vivieron la bancarrota de su partido en la Legislatura 93-96. También entonces fue recusado Garzón, pero por el PSOE. Entonces su gran defensor fue Federico Trillo, quien ahora, con los papeles cambiados, recusa al juez para el que entonces pedía respeto. Qué cruel es la memoria.

La operación Gürtel entra en campaña. Mejor dicho, Mariano Rajoy ataca a los socialistas por el contubernio de los venados: “Es una obscenidad”. Y Zapatero, feliz, acepta el reto: “El PP anda sobrado de problemas y líos internos”. Dos formas de ver el culebrón, pero idéntico interés en otorgarle relevancia electoral. Por eso lo sacan al mercado de los votos vascos y gallegos ¿Quién tiene más que perder, o más que ganar, sometiendo el asunto a la valoración de los electores? Hagan apuestas.