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El papanatismo nacional se recrea en la foto de Zapatero con Obama
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Antonio Casado

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El papanatismo nacional se recrea en la foto de Zapatero con Obama

Fue en Praga, sin viento de Levante, cuando ya habían terminado los telediarios en España, mecáchis, y mientras los mentideros de Madrid se convertían en un

Fue en Praga, sin viento de Levante, cuando ya habían terminado los telediarios en España, mecáchis, y mientras los mentideros de Madrid se convertían en un imparable rumor sobre los inminentes cambios en el Gobierno. Ya hay foto. Aleluya. Y frase a elegir: “Estoy contento de poder llamarle amigo mío”. O bien: “He disfrutado trabajando con él estos días”. Dedicadas por Obama a Zapatero para el consumo interno de éste. Pasto fresco para alimentar el papanatismo nacional, tan enraizado en los usos y costumbres de nuestra clase política.

 

Alimenta el papanatismo de los partidarios de Zapatero, que parecen haber mimetizado aquel otro papanatismo de los seguidores Aznar, felices con un presidente cuya política exterior se reducía a quemar incienso ante la Casa Blanca. Y alimenta la furia de éstos que, en su ya crónico ataque de contrariedad por la derrota electoral de 14 de marzo de 2004, siguen practicando a diario el tiro al blanco contra Zapatero. Cuando viene a cuento y cuando no viene a cuento, incluso a riesgo de dejar a España fuera de los foros donde se toman las grandes decisiones.

 

En realidad, la gira de Zapatero, a punto de terminar en Estambul, estaba estratégicamente calculada por Moncloa en función del acercamiento al nuevo presidente de los Estados Unidos. Más allá de la política. O más acá, porque en los tiempos que corren no está clara la línea que separa las cuestiones de imagen de las cuestiones políticas propiamente dichas.

 

La quiebra se produjo a raíz de  retirada de las tropas españolas de Irak –primavera de 2004-, a la contra de la política unilateral de Bush, secundada por Aznar, pero en línea con la legalidad internacional y el programa electoral del PSOE. Al margen del sonido ambiental y la sobreexplotación del asunto por parte del PP, desde entonces funcionó razonablemente la inercia de unas relaciones bilaterales reguladas por un antiguo tratado de amistad y cooperación.

 

Sin embargo, la demoscopia aconsejaba la foto. Era fundamental para el estado mayor de Zapatero hacer visible la normalización de las relaciones hispano-norteamericanas, aquejadas de algunos sobresaltos a lo largo de estos últimos cinco años, incluidos los creados artificialmente para el consumo interno. Y la foto se produjo ayer en Praga, como estaba previsto, después de un encuentro de algo menos de una hora, en el que se constató lo que es un secreto a voces: que Zapatero conecta mejor con Obama que con Bush. Y que Obama conecta mejor con Zapatero de lo que hubiera conectado con Aznar.

 

Que Zapatero haya aprovechado esta gira de seis días para hacerse el encontradizo con el flamante y carismático presidente norteamericano es completamente lógico. Tampoco esa pretensión, entre la política y la demoscopia, le ha distraído de las tareas exigidas por las citas institucionales de estos días.

 

En el G-20 fuimos testigos y ya es bastante. El peso de España en la gran cita de los poderosos y los emergentes (85 % del PIB mundial) alcanzó para estar, no para influir. En Estrasburgo y Kelh (Consejo Atlántico), supimos de nuestra aportación suplementaria en Afganistán (450 soldados para tres o cuatro meses, 40 guardias civiles y 9 millones de euros). Ayer, en la bilateral UE-EE UU, España llevó la voz cantante en el asunto de Oriente Medio. Y hoy, en Estambul, vamos de patrocinadores de la Alianza de Civilizaciones, junto a Turquía y la ONU.

 

Algo más que fotos.

Fue en Praga, sin viento de Levante, cuando ya habían terminado los telediarios en España, mecáchis, y mientras los mentideros de Madrid se convertían en un imparable rumor sobre los inminentes cambios en el Gobierno. Ya hay foto. Aleluya. Y frase a elegir: “Estoy contento de poder llamarle amigo mío”. O bien: “He disfrutado trabajando con él estos días”. Dedicadas por Obama a Zapatero para el consumo interno de éste. Pasto fresco para alimentar el papanatismo nacional, tan enraizado en los usos y costumbres de nuestra clase política.

Barack Obama José María Aznar Botella