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Las urnas del 7-J, un macrosondeo sobre la pugna ZP-Rajoy
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Antonio Casado

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Las urnas del 7-J, un macrosondeo sobre la pugna ZP-Rajoy

Pocas horas faltan ya para el fin del tormento. La campaña de los despropósitos termina a medianoche. Hoy toca meter en la campaña a Obama, por

Pocas horas faltan ya para el fin del tormento. La campaña de los despropósitos termina a medianoche. Hoy toca meter en la campaña a Obama, por la izquierda, como ayer tocó meter al ministro Blanco, por la derecha. Así hemos ido pasando el rato. De los últimos fogonazos, mejor olvidar. A ambos lados de la verja. Que Leire Pajín no es la “frente pensativa” de Juan Ramón ya lo sabíamos, pero ¿qué decir de la finura verbal de Carlos Fabra, el imputado sin causa?

 

Por tanto, se aconseja sobrevolar la refriega y felicitarse porque, por fin, mañana ya es jornada de reflexión. Reflexionemos sobre la insoportable levedad de nuestra clase política mientras esperamos el recuento de la noche electoral como un macrosondeo sobre la lucha por el poder entre el titular y el aspirante. Todos los contendientes plantearon esta convocatoria en clave nacional. En la misma clave analizarán los resultados del domingo por la noche.

 

Segundos, fuera. López Aguilar y Jaime Mayor Oreja solo son personas interpuestas en este concreto lance de la lucha de Zapatero y Rajoy por la Moncloa, donde quien más arriesga es Rajoy ¿Por qué? Pues porque juega con la presión añadida de un partido impaciente que aún no ha superado la frustración del 14-M. En cambio, Zapatero se puede permitir el lujo de perder estas elecciones sin bajar del pedestal. Ojo, siempre que la matemática de pasado mañana por la noche no presente grandes diferencias.

 

Veamos: el escenario previsible es de pequeñas diferencias entre PP y PSOE con un alto índice de abstención, que será la verdadera triunfadora de la noche. Aún así, perder o ganar es una cuestión de supervivencia para Rajoy, porque la derrota reabriría el debate interno sobre su liderazgo, mientras que para Zapatero sólo sería una contrariedad de fácil digestión. Menos previsible es un escenario de grandes diferencias de escaños y porcentajes entre PSOE y PP. Aunque remoto, no conviene descartarlo. Sobre todo por el efecto de distorsión que puede producir un desistimiento masivo de votantes de un partido o del otro. La demoscopia nos dice que el virus de la abstención está más extendido entre los socialistas que entre los populares.

 

Para Zapatero, perder por mucho sería dar por creadas las condiciones para presentar una cuestión de confianza en el Congreso, mientras que Rajoy, al ganar por mucho, vería consolidada su candidatura a la Moncloa y reforzado su liderazgo interno en el PP. O sea, listo para desplegar la cantinela del “Váyase, señor Zapatero”, como hizo Aznar con González después de las elecciones europeas de 1994. En nombre de la coherencia, en el juego democrático eso equivaldría a la presentación formal de una moción de censura. Si no para echar a Zapatero de la Moncloa, al menos para desgastarle, contando con el improbable apoyo de 176 diputados al candidato Rajoy.

 

La hipótesis contraria, que el PP perdiera por una diferencia sustancial, anunciaría la muerte política de Rajoy. Se habrían creado las condiciones para su marcha: elecciones primarias internas o convocatoria de congreso extraordinario para dejar al PP en otras manos.

Pocas horas faltan ya para el fin del tormento. La campaña de los despropósitos termina a medianoche. Hoy toca meter en la campaña a Obama, por la izquierda, como ayer tocó meter al ministro Blanco, por la derecha. Así hemos ido pasando el rato. De los últimos fogonazos, mejor olvidar. A ambos lados de la verja. Que Leire Pajín no es la “frente pensativa” de Juan Ramón ya lo sabíamos, pero ¿qué decir de la finura verbal de Carlos Fabra, el imputado sin causa?

Jaime Mayor Oreja Mariano Rajoy