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"Pena, preocupación y asco"
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Antonio Casado

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"Pena, preocupación y asco"

No lo dice por primera vez. Al comenzar la pesadilla ya condenó públicamente la conducta de algunos compañeros de partido que se enriquecen con la política

No lo dice por primera vez. Al comenzar la pesadilla ya condenó públicamente la conducta de algunos compañeros de partido que se enriquecen con la política mientras otros se juegan la vida en nombre de unas ideas. Pero aquella declaración del líder vasco del PP, Antonio Basagoiti, se perdió en la polvareda del escándalo que desde entonces no ha dejado de crecer.

 

Basagoiti lo acaba de repetir. A ver si esta vez se abre paso la aplastante lógica de su malestar y el de la mayoría silenciosa de su partido. “Se habla de algunos a los que les gusta el lujo, el sexo, el vivir bien, los regalos caros, mientras en el País Vasco hay concejales, no solo de mi partido, que se juegan la vida en defensa de unos ideales”, decía este sábado. Y concluía: “Esto me produce pena, preocupación y asco”, con expresa súplica a Rajoy para que haga limpieza.

Unas horas después de esta declaración, la dirección nacional del PP volvía a arremeter contra la Fiscalía General del Estado, como una de las instituciones del Estado de Derecho supuestamente implicadas en una conjura del Gobierno contra el principal partido de la oposición. Le tocó a Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz parlamentaria, rematar el balón centrado por El Mundo: “El fiscal pidió sacar del sumario diálogos favorables a Camps”. Se refiere a ciertos comentarios de Pablo Crespo, número dos de la trama ‘Gürtel’: “Yo creo que Camps, si se hizo trajes allí, los habrá pagado de su bolsillo”.

Si para acreditar que Camps pagó o no sus trajes, dependiera el juez solamente del testimonio de semejante personaje, estaríamos apañados. Su testimonio es uno entre muchos que ya obran en las pruebas testificales y documentales practicadas. Y en todo caso, a esos efectos, es absolutamente irrelevante que ese testimonio sonoro -una conversación con su abogado que fue intervenida-, conste o deje de constar en el sumario.

Cosa distinta es la asignación de intenciones sectarias al fiscal. Eso ya depende de cada uno. En este caso, el PP compara la credibilidad del Ministerio Público con la del tal Pablo Crespo, imputado por varios delitos en esta causa. Y en la comparación sale perdiendo el fiscal. Pero lo grave, el fondo de la cuestión, es la persistencia en un error que antes o después acabará pasándole factura. El PP tiene un problema y en, vez de enfrentarlo de cara, se empeña en echarle la culpa al empedrado.

Si Rajoy actuase con determinación contra los sinvergüenzas propios y ajenos que, efectivamente, se han aprovechado de unas siglas honorables, la opinión pública aceptaría sin mayor esfuerzo que el PP es una víctima. Pero si la dirección sigue empeñada en arremeter contra los mensajeros del caso ‘Gürtel’ (va por días: ayer fue la Fiscalía, pero otras veces es la Prensa, la Policía, el Gobierno, el ministro del Interior…), trasladará el mensaje de que se pone del lado de los sinvergüenzas. O, lo que es peor, estará deslizando la impresión de estar implicada, ella también, en los obscenos negocios urdidos por Francisco Correa, Alvaro Pérez (“El Bigotes”) y Pablo Crespo, con colaboradores necesarios dentro de la organización del PP.

Desalojar a los elementos indeseables de un partido no es un síntoma de debilidad sino de fortaleza. Aplíquese la doctrina Basagoiti. Aplíquese la fábula de la “manzana podrida”, como terapia de grupo, y el grupo saldrá ganando, en vez de hacernos creer que los sinvergüenzas propios y ajenos son guiñoles de Rubalcaba, que metieron la mano en la caja por un alambicado designio del Gobierno, para véngarse de sus derrotas electorales en Madrid y Valencia.

No lo dice por primera vez. Al comenzar la pesadilla ya condenó públicamente la conducta de algunos compañeros de partido que se enriquecen con la política mientras otros se juegan la vida en nombre de unas ideas. Pero aquella declaración del líder vasco del PP, Antonio Basagoiti, se perdió en la polvareda del escándalo que desde entonces no ha dejado de crecer.

Antonio Basagoiti Mariano Rajoy Caso Gürtel