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Santa Sara Carbonero entra en el devocionario nacional
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Antonio Casado

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Santa Sara Carbonero entra en el devocionario nacional

Iker Casillas nos salvó la vida en un alarde de concentración. Adivinó las intenciones de Cardozo (Paraguay), se lanzó hacia la izquierda y paró el penalti.

Iker Casillas nos salvó la vida en un alarde de concentración. Adivinó las intenciones de Cardozo (Paraguay), se lanzó hacia la izquierda y paró el penalti. En un segundo peligro de muerte, que nos pudo haber llevado a la prórroga, la espinilla del capitán del equipo se interpuso entre el empeine de Roque Santa Cruz y la red cuando estábamos a punto de blasfemar en las distintas lenguas cooficiales del Estado de las Autonomías. Pasado el agobio, millones de españoles se preguntaron: ¿Estaría su novia detrás de esa portería?

 

Pues, sí, estaba. Y ahora ya nadie dirá que Sara Carbonero, periodista del área deportiva de Tele 5, estaba para desconcentrar al portero de España. Ni para servir los intereses de los medios que “pretenden imponer como norma el rumor, el ruido, el escándalo la maledicencia y el asedio al derecho a la intimidad”, según un duro y reciente comunicado de la Asociación de la Prensa de Madrid en defensa de su presidente, Fernando González Urbaneja, al que han acusado injustamente de machista y de cosas bastante más graves por haber denunciado las malas prácticas del oficio y defender los intereses de los profesionales, como siempre ha hecho.

Pero esta vez ha quedado abolida la polémica. No se escuchado ni una sola voz , salvo para celebrar con sonrisas de oreja a oreja la entrevista que Sara Carbonero le hizo a Iker Casillas al final del partido con Paraguay, como ya ocurriese después de la derrota con Suiza. El cuento ha cambiado la moraleja. O la moraleja ha cambiado el cuento.

Pelillos a la mar en un país de supersticiosos. La novia de Iker nos da suerte. Habría pliegos de firmas para pedir la alineación de Sara en el mismo puesto, si alguien tuviera la funesta tentación de mandarla al banquillo. A partir de ahora, santa Sara entra en el devocionario nacional, mal que le pese a mi amigo Urbaneja y a los tabloides británicos. Seguro que se hacen estampas con jaculatorias para difundir antes del partido del miércoles contra Alemania. No hay color entre Angela Merkel y Sara Carbonero. Y más de uno querrá que la novia de Iker se mimetice con la venerable sor Maria Jesús de Ágreda, que tenía el don de la bilocación, y así pueda estar detrás de las dos porterías a la vez, para iluminar el camino de la gloria a Casillas, en una, y a nuestros delanteros en la otra.

“España avanza hacia la gloria”, titulaba ayer un periódico de tirada nacional. Hasta en los periódicos más serios se cuela la metafísica. Sobre todo si andamos tan necesitados de un subidón colectivo como el que, pase lo que pase el miércoles en el reencuentro con Alemania, ya estamos sintiendo con el histórico pase a semifinales en un Mundial de fútbol.

Y si no llegamos a la final, aplicaremos la doctrina Rajoy, notablemente reforzada en el angustioso partido del sábado contra  Paraguay. “Si perdemos, no será por culpa de Sara Carbonero”, había dicho el líder del PP el viernes 25 de junio, unas horas antes del partido frente Chile.

Iker Casillas nos salvó la vida en un alarde de concentración. Adivinó las intenciones de Cardozo (Paraguay), se lanzó hacia la izquierda y paró el penalti. En un segundo peligro de muerte, que nos pudo haber llevado a la prórroga, la espinilla del capitán del equipo se interpuso entre el empeine de Roque Santa Cruz y la red cuando estábamos a punto de blasfemar en las distintas lenguas cooficiales del Estado de las Autonomías. Pasado el agobio, millones de españoles se preguntaron: ¿Estaría su novia detrás de esa portería?

Iker Casillas Organización Mundial del Comercio (OMC)