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Javier Arenas pisa un charco y reanima el 'clan de la mochila'
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Antonio Casado

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Javier Arenas pisa un charco y reanima el 'clan de la mochila'

“Hay cosas demasiado serias como para frivolizar con ellas”, decía ayer tarde en la radio un diputado del PP, Jorge Fernández Díaz, cuando un oyente equiparó

“Hay cosas demasiado serias como para frivolizar con ellas”, decía ayer tarde en la radio un diputado del PP, Jorge Fernández Díaz, cuando un oyente equiparó al partido de Mariano Rajoy con la banda terrorista ETA en la común aversión hacia el vicepresidente y ministro del Interior, Pérez Rubalcaba. Sin embargo, no me consta que Fernández Díaz haya afeado nunca la conducta del ex ministro Mayor Oreja por afirmar que el presidente del Gobierno de la Nación, Rodríguez Zapatero, se entiende por debajo de la mesa con ETA.

 

Tampoco tengo la menor esperanza de que Mariano Rajoy le vaya a recordar a Javier Arenas que hay cosas demasiado serias como para seguir frivolizando con ellas. Eso es lo que ha hecho el vicesecretario general de Política Autonómica y líder del PP de Andalucía. Volver a frivolizar con la autoría “intelectual” de la salvajada del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Incomprensible que una persona normalmente centrada rescate sin venir a cuento la “teoría de la conspiración” que, a mi juicio, tanto daño le hizo a la causa electoral de Mariano Rajoy en la anterior legislatura. Solo tiene una explicación. Que quisiera adaptarse al medio. Me refiero al medio en el que estaba siendo entrevistado, el más esforzado en el obsesivo empeño de darle la razón a José María Aznar en aquello de que los autores del 11-M no estaban en “desiertos remotos ni en montañas lejanas”.

Arenas se ha metido innecesariamente en el charco. Y su jefe no le va a felicitar por ello. La ventaja del PP en todas las encuestas no se va a consolidar con este tipo de declaraciones movilizadoras de un electorado socialista en horas bajas

El caso es que Javier Arenas vuelve a hurgar en la caja negra de la masacre: “Es prácticamente imposible que un terrorismo foráneo actúe en un país sin tener contacto el terrorismo interno”, dice. El enunciado, que teóricamente puede ser aceptable, jamás se verificó. Y Arenas lo sabe perfectamente. Por los policías, por los jueces, por los medios de comunicación, por las declaraciones de los testigos, por los trabajos de una comisión parlamentaria, por la práctica de miles de pruebas, y -ay, eso es lo que duele-, por el instinto de los españoles ante las urnas, en las que castigaron a quienes quisieron engañarles en aquellas dramáticas vísperas del 14 de marzo de 2004.

Todo eso lo sabe de sobra Javier Arenas pero no quiso desentonar en el medio de mayor potencia intoxicadora contra la respuesta judicial al “¿Quién ha sido?”.  Recordemos: “Una célula yihadista sin vinculación con ETA”, respondió en su día la sentencia. Pero Arenas se ha metido innecesariamente en el charco. Y su jefe no le va a felicitar por ello. La ventaja del PP en todas las encuestas no se va a consolidar con este tipo de declaraciones movilizadoras de un electorado socialista en horas bajas.

Dejémoslo en esta consideración de tipo electoral porque, entre otras cosas, el asunto aburre. Por complacer a los escribanos del clan de la mochila, Javier Arenas ha sugerido maliciosamente que los autores intelectuales del 11-M habitan entre nosotros. Ha de saber que eso reanima al votante socialista y a la derecha furiosa, pero no favorece en absoluto la causa electoral del PP. Los autores intelectuales de la teoría de la conspiración deben estar felices. Y no veo a Mariano Rajoy  por la labor de ponerse ahora a sembrar dudas sobre la verdad judicial de aquel jueves de sangre. Ni sobre la verdad electoral de aquel domingo de urnas.

“Hay cosas demasiado serias como para frivolizar con ellas”, decía ayer tarde en la radio un diputado del PP, Jorge Fernández Díaz, cuando un oyente equiparó al partido de Mariano Rajoy con la banda terrorista ETA en la común aversión hacia el vicepresidente y ministro del Interior, Pérez Rubalcaba. Sin embargo, no me consta que Fernández Díaz haya afeado nunca la conducta del ex ministro Mayor Oreja por afirmar que el presidente del Gobierno de la Nación, Rodríguez Zapatero, se entiende por debajo de la mesa con ETA.

Javier Arenas