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Cataluña, entre fueros y huevos
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Antonio Casado

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Cataluña, entre fueros y huevos

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha valorado en 9.375 millones de euros el sufrimiento que a los catalanes les causa la deslealtad del Estado.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha valorado en 9.375 millones de euros el sufrimiento que a los catalanes les causa la deslealtad del Estado. Y cinco minutos después, el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, que en Madrid hace de policía bueno ante la España amedrentada por el desafío segregacionista, advierte de que la falta de respuesta puede desembocar en una “declaración unilateral de independencia” en el Parlament. “No es una amenaza”, dijo ayer el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados. Y ya en pasillos explicó a los periodistas que se trataba de “un análisis”. Ustedes mismos.

Suele recordar en privado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que toda esta locura empezó el día que Artur Mas vino a la Moncloa, hace un año aproximadamente, a reclamar un pacto fiscal (algo parecido a la independencia económico-financiera concedida a Navarra y País Vasco por razones históricas). El no de Rajoy hizo que el presidente de la Generalitat se sintiera libre de emprender la deriva soberanista, según ha contado en tantas ocasiones el propio dirigente nacionalista.

Quienes nos acercamos de buena fe al discurso del nacionalismo catalán no sabemos si estamos ante la legítima expresión del respetable sentimiento de pertenencia o la banal prisa del acreedor

Miren por dónde, un año después, a partir de aquellas absurdas elecciones (noviembre 2012) que pasarán a la biografía de Artur Mas como ejemplo de torpeza política, reaparece el bucle que define al nacionalismo catalán: si no hay dinero (el huevo), habrá independencia (el fuero). Y al revés, claro: si el Estado apoquina esos  9.375 millones de euros de inversiones pendientes (junto a otros conceptos que ponen de los nervios al ministro Montoro), y otorga a Cataluña un régimen especial de financiación, el sueño de la Cataluña independiente se desvanece por decreto. Debe ser una de esas vías para reconducir el desafío separatista de las que hablaba ayer Duran i Lleida en el Congreso. En otras palabras, que, si en vez de recibir equis, Cataluña recibiera equis más 3.975 millones, se acaba el problema.

Esta mezcla de fuero y huevo no deja de suscitar perplejidad en quienes tratamos de acercarnos de buena fe al discurso del nacionalismo catalán, al no saber si estamos ante la legítima expresión del respetable sentimiento de pertenencia o la banal prisa del acreedor. ¿Es el objetivo de una Cataluña independiente o una simple cuestión de contabilidad?

Tal vez Rajoy está tan perplejo que acaba proyectando la imagen de un presidente paralizado al que, de uno u otro modo, le piden propios y extraños que haga algo, que tome iniciativas, que haga propuestas, que se mueva, mientras él, consciente de que la dinámica negociadora que le proponen es perversa, no para de recomendar calma, sentido común, respeto a la legalidad y esfuerzo redoblado, empezando por él, a la hora de promover y exaltar el sentimiento de doble pertenencia. Rajoy nos invitaba ayer a trabajar por preservar los lazos históricos, sociales y afectivos entre Cataluña y el resto de España.

Poco más puede hacer, salvo dispensar el deferente trato económico-fiscal que le reclama Artur Mas. O incurrir en algo parecido a la prevaricación si fuerza el principio de legalidad en aras del llamado derecho a decidir.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha valorado en 9.375 millones de euros el sufrimiento que a los catalanes les causa la deslealtad del Estado. Y cinco minutos después, el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, que en Madrid hace de policía bueno ante la España amedrentada por el desafío segregacionista, advierte de que la falta de respuesta puede desembocar en una “declaración unilateral de independencia” en el Parlament. “No es una amenaza”, dijo ayer el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados. Y ya en pasillos explicó a los periodistas que se trataba de “un análisis”. Ustedes mismos.

Artur Mas Mariano Rajoy Josep Antoni Duran Lleida Cristóbal Montoro