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Entre espías anda el juego
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Antonio Casado

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Entre espías anda el juego

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría, en comparecencia posterior al Consejo de Ministros de ayer, anunció que el director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), general Sanz

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría, en comparecencia posterior al Consejo de Ministros de ayer, anunció que el director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), general Sanz Roldán, se acercará al Congreso para dar a los portavoces de la Comisión de Secretos Oficiales “la información que estimen oportuna”. El Gobierno les promete información “discreta” y “secreta” sobre el ciberespionaje norteamericano en países aliados o no, en ámbitos públicos o no, a mandatarios amigos o enemigos, a empresas, a los cardenales reunidos en cónclave, a los grandes buscadores de datos en la red y al sumsum corda.

Por nuestro bien y en nombre de la seguridad. El propio director de la NSA, general Keith Alexander, pone en bandeja la doctrina que su colega español desplegará en sede parlamentaria el miércoles por la mañana. A saber: “Necesitas un pajar para encontrar una aguja”. Vale. Ahora ya lo entendemos.

Como también entendemos que el escándalo del espionaje dentro y fuera de EE UU (acceso a datos privados sin autorización judicial, por decirlo con la ley en la mano) está llamado a perderse en la polvareda de los días. Véase lo ocurrido con el compromiso europeo de elaborar cuanto antes una nueva legislación en defensa del derecho a la privacidad y frente al espionaje masivo dictado por Washington. La propuesta, formulada en caliente por la UE, se ha guardado en un cajón por las presiones americanas y las resistencias empresariales de Alemania.

Cuando el director del CNI dé explicaciones ante un selecto grupo de diputados, sólo una verdad va a resplandecer: por supuesto que EE UU espió y espía, pero con la complicidad de los servicios secretos de países aliados (…) Tendrá sus razones y sus amigos no vamos a discutirlas

Al final, ya lo verán ustedes, todo quedará en agua de borrajas, porque no hay Estado sin cañerías. Ni el americano, ni el francés, ni el alemán. Ni el español, por supuesto. Nuestra vicepresidenta del Gobierno lo decía ayer a su modo: “Igual que existen canales diplomáticos, existen canales de comunicación entre los distintos servicios de inteligencia”. Vale, de acuerdo, amén, pero no hacía falta sobreactuar con un falso coro de vírgenes ofendidas. “Si se confirma, es inaceptable”, decía hace unos días el ministro Margallo, en su inicial sintonía con las reacciones de Merkel y Hollande, aunque no hay noticia de que hayan temblado los cimientos de la Casa Blanca.

Cuando el miércoles que viene el director del CNI se ponga a dar explicaciones ante un selecto grupo de diputados, sólo una verdad va a resplandecer: por supuesto que EE UU espió y espía, pero con la complicidad y la colaboración necesaria de los servicios secretos de países aliados, incluido el nuestro. Si se trata del gran gendarme universal, tendrá sus razones y sus amigos no vamos a discutirlas. Por lo tanto, elevo a definitiva mi conclusión de que la mirada distraída será el final feliz de la comedia.

En España a lo más que hemos llegado es a pedir información al embajador americano, James Costos, por orden expresa de Mariano Rajoy. Una tarea de la que se ocupó el secretario de Estado para la Unión Europea, Méndez de Vigo. Ni el presidente ni el ministro Margallo tuvieron mayor interés en recibir esas explicaciones de primera mano ¿Qué explicaciones le van a pedir al embajador de un país amigo con el que se quieren llevar lo mejor posible? Vale, pero que dejen de hacer el paripé.

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría, en comparecencia posterior al Consejo de Ministros de ayer, anunció que el director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), general Sanz Roldán, se acercará al Congreso para dar a los portavoces de la Comisión de Secretos Oficiales “la información que estimen oportuna”. El Gobierno les promete información “discreta” y “secreta” sobre el ciberespionaje norteamericano en países aliados o no, en ámbitos públicos o no, a mandatarios amigos o enemigos, a empresas, a los cardenales reunidos en cónclave, a los grandes buscadores de datos en la red y al sumsum corda.

Ciberespionaje Inteligencia Mariano Rajoy