Al Grano
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El Rey ya lo desmintió con hechos
Arropado por Planeta (Antena 3, laSexta, La Razón…), mañana se presenta en sociedad el libro La gran desmemoria, de Pilar Urbano, donde se endosa al fallecido
Arropado por Planeta (Antena 3, laSexta, La Razón…), mañana se presenta en sociedad el libro La gran desmemoria, de Pilar Urbano, donde se endosa al fallecido Adolfo Suárez la convicción de que el Rey estaba detrás del golpe del 23-F. Y donde se endosa al fallecido Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa del Rey, la convicción de que, si el fallecido general Alfonso Armada hubiera conseguido formar un Gobierno de concentración en la tarde-noche del 23-F, con los diputados secuestrados por los guardias de Tejero, el “elefante blanco” sólo podía ser el Rey.
Se hace muy cuesta arriba asumir conclusiones de tan grueso calibre basándonos en tantos testigos muertos. Sobre todo cuanto los testimonios no reflejan hechos, sino juicios de intención que se agotan en sí mismos ¿Cómo se puede desmentir un juicio de intenciones ajenas, opinable y unilateral? Sólo hay una forma. Con hechos. Las afirmaciones de la periodista se acreditan en el libro con palabras, pero se desmienten en la realidad con hechos verificables que forman parte de la historia.
Las afirmaciones de la periodista se acreditan en el libro con palabras, pero se desmienten en la realidad con hechos verificables que forman parte de la historia
Afirmar que el Rey estaba a favor del golpe de Estado, que este se fraguó en Zarzuela o que Don Juan Carlos creó las condiciones de una rebelión militar, está reñido con las llamadas a los capitanes generales para impedir que se sumaran al golpe, con la tajante orden al general Milans del Bosch de que retirase los tanques de Valencia, con la negativa a que el general Armada se presentase en Zarzuela (¿por qué iba a negarse si estaba tan de acuerdo con él?) o con el mensaje televisado de inequívoco compromiso con la Constitución.
Es muyvieja esa técnica desestabilizadora que consiste enponer a alguien en la obligación de acreditarobviedades. Si el damnificado es un individuo, le están señalando el camino más corto hacia la depresión. Si se trata de una institución, la cosa se complica. Me consta el malestar causado por el asunto en Zarzuela, donde llueve sobre mojado respecto a la autora de otro libro “tramposo” sobre la Reina, Doña Sofía. Habrá un pronunciamiento de la Casa del Rey cuando sus responsables tengan ciencia cierta del contenido, considerado por la editorial como “un valiente ejercicio de investigación para acabar con mitos y medias verdades”.
Nada que ver con la reacción del exministro Marcelino Oreja, que ayer en la radio calificaba el libro de Urbano de “panfleto” y “cúmulo de falsedades e inexactitudes sin ningún respeto a la verdad”. Muy en línea con otros personajes aludidos, como el expresidente Felipe González, o los exministros Martín Villa y Lamo de Espinosa, que piensan salir al paso de esta nueva entrega de una insidia recurrente de nuestra reciente historia. Me refiero a la especie venenosa de que el Rey estaba detrás del 23-F. No es la primera vez que lo oímos, por supuesto. Durante muchos años fue un lugar común entre quienes, de forma más o menos consciente, sintieron el fracaso del golpe como un ataque de contrariedad. Lo que hace Pilar Urbano es desempolvar la insidia y volverla a poner en circulación debidamente encuadernada. Si al enésimo intento la damos por buena, hemos de proponer al cuadro de actores de la transición, con Don Juan Carlos al frente, como aspirantes al próximo Premio Nacional de Teatro. Un sublime ejercicio coral de simulación. El del Rey, cuando se puso del lado de la Democracia en aquella inolvidable noche, y el de tantos líderes políticos incapaces de descubrir al paso del tiempo que, en realidad, el monarca estaba interpretando al hacer y decir lo contrario de lo que pensaba. Anda ya, Pilar.
Arropado por Planeta (Antena 3, laSexta, La Razón…), mañana se presenta en sociedad el libro La gran desmemoria, de Pilar Urbano, donde se endosa al fallecido Adolfo Suárez la convicción de que el Rey estaba detrás del golpe del 23-F. Y donde se endosa al fallecido Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa del Rey, la convicción de que, si el fallecido general Alfonso Armada hubiera conseguido formar un Gobierno de concentración en la tarde-noche del 23-F, con los diputados secuestrados por los guardias de Tejero, el “elefante blanco” sólo podía ser el Rey.