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Rajoy y Sánchez vuelven a las andadas
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Antonio Casado

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Rajoy y Sánchez vuelven a las andadas

Decepcionante. Volvieron al “y tú más” por cuenta de Gürtel y los agujeros negros del PSOE al sur de Despeñaperros. Sánchez no resistió la tentación de

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), sube las escaleras del hemiciclo ante la bancada del Gobierno. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), sube las escaleras del hemiciclo ante la bancada del Gobierno. (EFE)

Decepcionante. Volvieron al “y tú más” por cuenta de Gürtel y los agujeros negros del PSOE al sur de Despeñaperros. Sánchez no resistió la tentación de desautorizar al presidente del Gobierno: “El auto de Gürtel le incapacita para liderar estas reformas”. Y Rajoy acabó aferrándose otra vez al clavo ardiendo de los ERE.

Así que el pleno del Congreso sobre la corrupción solo sirvió para escenificar el afán de los dos grandes por diferenciarse ante un mal común. Pero la gente ya no se molesta en averiguar cuál es más corrupto de los dos. Esa razón debería obligarles a unirse en defensa del sistema y en el deber de sacar del cesto las manzanas podridas.

El tono y los contenidos del discurso de Rajoy no se adaptan al grado de malestar social por la corrupción pública. Difícilmente va a disminuir la indignación sólo con esas apelaciones al carácter minoritario de la corrupción o, si se quiere, a la honradez de la mayoría de la clase política. Mal camino es buscar consuelo en obviedades como que “España no es corrupta”. O que los que no roban son más. Solo faltaba.

En cuanto al principal partido de la oposición, me reafirmo en los riesgos de la estrategia desplegada, ayer, una vez más, por Pedro Sánchez. Quiere marcar distancias mediante el simple recuento de escándalos que afectan a cada uno de los dos partidos centrales del sistema, de modo que se vea al PP encabezando el lamentable ranking de la corrupción. Ese discurso olvida el sentir de una ciudadanía poco o nada dispuesta a distinguir entre los partidos que han protagonizado los grandes escándalos.

Aunque Pedro Sánchez asume que “la corrupción es el enemigo común”, renuncia a construir sobre esa base el discurso que debería llevarle a concertar con el PP un verdadero propósito de la enmienda. Parece lógico que si la corrupción es enemigo común, también debe ser común el esfuerzo de combatirla. No es el caso, porque añade a renglón seguido: “Pero no nos afecta por igual”.

Ahí es donde se equivoca, a mi juicio, pues si el PSOE sale mejor librado en cuantía y gravedad de escándalos, no es menos cierto que en el reproche de la opinión pública aparece igualado al PP y a CiU, los tres pilares del sistema de 1978.

Volvamos al discurso de Rajoy. Decepciona su argumento de que la corrupción política no está generalizada mientras desempolva unas medidas que han dormido el sueño de los justos durante más de año y medio. Es poca cosa enumerarlas al calor de la ‘buena fe’ del presidente del Gobierno si el anunciado propósito de combatir la corrupción no va a acompañado de hechos y palabras que lo hagan creíble.

Después del pleno de ayer, que se extravió en alusiones al último auto del juez Ruz y la dimisión de la ministra Ana Mato, creo que se ha perdido una nueva oportunidad. Es lo que ocurre cuando los hechos y las palabras vuelven a las andadas. Volver a las andadas es que, en vez de darse por aludidos conjuntamente por los casos de corrupción acumulados en sus respectivos historiales, a fin de remar juntos en una verdadera cruzada contra la corrupción, Sánchez y Rajoy se hayan enzarzado de nuevo en una reyerta verbal que dejó en segundo plano el contenido de las reformas propuestas por el Gobierno.

Su tramitación debería ser la siguiente ocasión de escenificar realmente una respuesta común al común problema de la corrupción.

Decepcionante. Volvieron al “y tú más” por cuenta de Gürtel y los agujeros negros del PSOE al sur de Despeñaperros. Sánchez no resistió la tentación de desautorizar al presidente del Gobierno: “El auto de Gürtel le incapacita para liderar estas reformas”. Y Rajoy acabó aferrándose otra vez al clavo ardiendo de los ERE.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy