Sánchez y la reforma de la Constitución

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, presenta en sociedad su intención de reformar la Constitución Española. Y de paso, al equipo de catorce expertos encargados de elaborarla, coordinado por el catedrático de Derecho Constitucional, Gregorio Cámara. Estamos ante el eje de los cambios que quiere liderar si forma Gobierno después de las próximas elecciones generales.

De hecho, los cambios reclamados por la sociedad española para superar la grave crisis política e institucional que aqueja al país (de la económica siempre se sale, antes o después) encajarían en los cuatro grandes epígrafes del proyecto de reforma encargado a un grupo de expertos. A saber: nuevos derechos y libertades, mejora de la calidad democrática, refuerzo del Estado del bienestar y construcción del modelo federal.

Sánchez ha delegado en catorce sabios de un llamado Consejo para la Reforma Constitucional con los que se reunirá a media mañana de hoy en la madrileña Casa de Velázquez. El resultado de su trabajo pasará a formar parte del programa electoral del PSOE para las elecciones generales de finales de año (háganme caso y anoten la fecha del domingo 13 de diciembre).

Hablar de reforma constitucional nos remite a la exigencia del consenso amplio como condición sine qua non para poder sacarla adelante con éxito

La reforma de nuestra Carta Magna debe orientarse a reparar los desperfectos que se han producido en el funcionamiento de las instituciones forjadas en el consenso de 1978 por pura fatiga de materiales. Es el sentido de la respuesta socialista. Respuesta actualizada, en realidad, porque Sánchez se limita a mantener vivas las propuestas de su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, y las ideas expuestas públicamente por el histórico dirigente, Felipe González.

La distancia generacional entre Sánchez y sus dos antecesores citados no escinde sus respectivas tesis sobre la reforma que está pidiendo a gritos el texto constitucional. Sin renegar de la transición. Y en eso se diferencia de la enmienda a la totalidad propuesta también desde la izquierda por Podemos. Más bien todo lo contrario. Los dirigentes socialistas presentes y pasados están convencidos de que la transición y su resultado es lo mejor que hemos hecho en los últimos 300 años de historia.

Hablar de reforma constitucional nos remite a la exigencia del consenso amplio como condición sine qua non. Precisamente, se impone la necesidad de recuperar el espíritu de la transición y plasmarlo en acuerdos que comprometan a los partidos centrales. El PP no ha mostrado hasta ahora el menor interés, como ya quedó claro cuando hace siete meses frenó la propuesta socialista de crear una subcomisión parlamentaria que iniciase “un proceso de diálogo y búsqueda de acuerdos necesarios para proceder a una reforma parcial de la Carta Magna”, según rezaba la propuesta registrada el 4 de diciembre de 2014.

El resultado del trabajo de su consejo de sabios pasará a formar parte del programa electoral del PSOE para las elecciones generales de final de año

Es lo que tienen de malo las mayorías absolutas. Pero tal vez la nueva orografía electoral, incompatible con las mayorías absolutas, haga cambiar de idea al PP, toda vez que la reforma constitucional irá en el programa de las otras tres fuerzas que forman la España política de las cuatro esquinas. Con la salvedad de que el espíritu de Podemos es constituyente, mientras que el del PSOE y Ciudadanos es reconstituyente.

“Los socialistas reivindicamos la Constitución de 1978, que ha garantizado un marco de estabilidad al servicio del desarrollo socioeconómico y la modernización del país. Pero, cumplidos 36 años desde su entrada en vigor, es tiempo de reformarla”, se decía la propuesta fallida de que fuese el Congreso quien asumiera la tarea.