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Cifuentes se crece en el castigo y sale reforzada
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Antonio Casado

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Cifuentes se crece en el castigo y sale reforzada

Los ataques reprobatorios de los que trataron de poner contra las cuerdas a la presidenta de la Comunidad fueron fallidos y acabaron dando paso a la lucha política en su mejor versión

Foto: Los miembros del Gobierno regional madrileño aplauden a la presidenta, Cristina Cifuentes. (EFE)
Los miembros del Gobierno regional madrileño aplauden a la presidenta, Cristina Cifuentes. (EFE)

La cita del viernes en la Asamblea de Madrid fue de las que hacen afición. La comparecencia de Cristina Cifuentes ante la comisión que la investigaba por presunto trato de favor a una empresa “benefactora” del PP (160.000 euros destinados a su financiación electoral) resultó más interesante de lo esperado. Por la viveza en los cruces con los portavoces de la oposición. Buen espectáculo de esgrima verbal, libre, dura, pero civilizada, entre quienes tienen el poder y quienes aspiran a tenerlo.

La carga reprobatoria de quienes quisieron poner contra las cuerdas a la presidenta regional (PSOE, Ciudadanos y Podemos) fue fallida o insuficientemente acreditada. Y acabó dando paso a la lucha política en su mejor versión. Sin concesiones, aunque no se desbordaron los límites del respeto al adversario. Mientras iban decayendo los argumentos por incompatibilidad y trato de favor, rebatidos enérgicamente por Cifuentes con pruebas y palabras, se iban abriendo paso los procesos de intención.

La sal y la pimienta de la pugna política. Mejor así. Incluido el empeño de la presidenta en hacerse la víctima de una operación de linchamiento a la que se suman con entusiasmo sus oponentes. Forma parte de la normalidad que la representante socialista, Encarnación Moya, le afeara que acudiera a la sesión del viernes como si la Asamblea se hubiera puesto de acuerdo para organizar un ataque personal contra ella.

La comparecencia ofreció un buen espectáculo de esgrima verbal, libre, dura, pero civilizada, entre quienes tienen el poder y quienes aspiran a tenerlo

El gobernante debe saber que es objeto de control permanente. Y que los adversarios van a utilizar todos los medios a su alcance para desestabilizarlo, aun rozando lo éticamente reprobable. Siempre invocarán imperativos de transparencia y moralidad de la vida pública. Dos buenas causas, al fin y al cabo. Aunque en esa dinámica, Podemos, por boca de Ramon Espinar (hijo), acabe haciendo un canto a la Guardia Civil, cuyos informes pusieron a Cifuentes bajo sospecha. Eso no impidió a la presidenta lucir el broche de “Madrina de la Guardia Civil” que en su día le fue concedido por la Benemérita. Los guiños cuentan. Y también es reseñable la paradoja de que Ciudadanos (César Zafra) fuese el grupo más agresivo con la presidenta, a pesar del pacto de legislatura que aporta estabilidad al gobierno del PP. Pero la lucha por el mismo espacio electoral se impone a cualquier otra consideración si se trata de hacer política.

En todo caso, Cifuentes superó la prueba con notable alto. Ha debido ser frustrante para sus adversarios. Los que dieron la cara en esta sesión pública y los que se ocultaron tras la interesada filtración parcial de un informe de la UCO que cuestionaba la conducta de la entonces vicepresidenta de la Asamblea en una adjudicación (servicios de cafetería), por si hubiera incurrido en incompatibilidad regulada en la ley de Contratos del Estado: un servidor público no puede formar parte al mismo tiempo del órgano proponente y el órgano adjudicatario.

Se ha hecho creíble al sentar un precedente en nuestra clase política: demostrar con hechos ese compromiso antes de airearlo solo con palabras

Estuvo sobrada de recursos para defender la legalidad de su participación en dichos procesos. Y, a mi juicio, sale crecida y reforzada como un referente del PP en la lucha contra la corrupción. Se ha hecho creíble al sentar un precedente en nuestra clase política española: demostrar con hechos ese compromiso antes de airearlo solo con palabras.

En el llamado caso Lezo, primero dio el trigo (auditoría y envío de pruebas a la Fiscalía) y luego predicó sobre la corrupción como algo incompatible con la democracia. “El tiempo de los corruptos ha llegado a su fin en la Comunidad de Madrid”, dijo después de haber hecho lo que tenía que hacer cuando tuvo pruebas de la conducta poco santa de su antecesor, Ignacio González.

La cita del viernes en la Asamblea de Madrid fue de las que hacen afición. La comparecencia de Cristina Cifuentes ante la comisión que la investigaba por presunto trato de favor a una empresa “benefactora” del PP (160.000 euros destinados a su financiación electoral) resultó más interesante de lo esperado. Por la viveza en los cruces con los portavoces de la oposición. Buen espectáculo de esgrima verbal, libre, dura, pero civilizada, entre quienes tienen el poder y quienes aspiran a tenerlo.

Cristina Cifuentes