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Rubalcaba y la descapitalización del nuevo PSOE
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Antonio Casado

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Rubalcaba y la descapitalización del nuevo PSOE

Nada justificaba el ataque de contrariedad que se percibió en un primer momento en el entorno de Ferraz cuando la noticia de las reuniones de Rubalcaba saltó a diversos medios

Foto: Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba en la capilla ardiente de Pedro Zerolo en 2015. (EFE)
Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba en la capilla ardiente de Pedro Zerolo en 2015. (EFE)

La incomunicación entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, ocasionó este viernes el malestar del primero. Arbitrario, injusto, injustificado y totalmente innecesario. Le hubiera bastado una simple llamada al compañero de partido para saber que no había gato encerrado en el encuentro de este con la dirigente del PDeCAT, Marta Pascal, a la que no conocía personalmente.

No hubo cita previa. Fue absolutamente casual, nada secreto y a la vista de cualquier cliente de la cafetería del hotel Santo Mauro, donde Rubalcaba estaba citado con Josep Cuní, en víspera de la reaparición televisiva con programa propio del citado periodista catalán (martes 23, 'La América de Trump').

Y en esas apareció Pascal, acompañada de Jordi Xuclà, diputado en el Congreso, buen amigo del exlíder socialista. Después de los saludos y los consabidos parabienes, el momento se hizo propicio para la charla y, por supuesto, abordaron la situación política de Cataluña, nadie pidió a nadie tal o cual tarea mediadora, hablaron libremente como cuatro buenos amigos y se despidieron hasta más ver.

Se habló de cita "secreta", "a espaldas de Sánchez", de mediación de Rubalcaba entre el Gobierno y el partido de Puigdemont

Nada justificaba el ataque de contrariedad que se percibió en un primer momento en el entorno de Ferraz, cuando la noticia saltó a diversos medios. Se habló de cita "secreta", "a espaldas de Sánchez", de mediación de Rubalcaba entre el Gobierno y el partido de Puigdemont. Y se justificaba mucho menos la inicial insinuación de una presunta deslealtad de Rubalcaba por no haber informado previamente a su partido.

La insinuación sería desactivada luego por la dirigente socialista Carmen Calvo, al precisar que la dirección del PSOE no veía una deslealtad en el encuentro porque Rubalcaba "es dueño de su agenda" y "libre de quedar con quien quiera". Faltaría más. Pero no es eso, no es eso. Lo malo es que tras un episodio menor se esconde un problema mayor. Me refiero a la descapitalización del llamado "nuevo PSOE", empobrecido por una alarmante pérdida de memoria política. Es lo que tiene desdeñar la experiencia, la opinión, el consejo y la colaboración de quienes lo dieron todo y ahora se sienten desplazados al trastero de la política.

placeholder Pedro Sánchez, María Ángeles Siemens, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia, en el 39 congreso federal del PSOE. (EFE)
Pedro Sánchez, María Ángeles Siemens, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia, en el 39 congreso federal del PSOE. (EFE)

El arrumbamiento de viejas glorias no es un fenómeno exclusivo del PSOE. "¿A ti te han llamado?", preguntó don Juan Carlos a un renombrado gobernante y líder político de nuestra reciente historia, con el que coincidió no hace mucho tiempo en un hotel fuera de España, en relación con un asunto de mayor cuantía de la política nacional. "No, majestad", respondió el exmandatario. "Pues a mí tampoco", replicó el rey emérito.

Se podría aplicar el cuento al ex secretario general del PSOE, ignorado por Pedro Sánchez desde que Rubalcaba cometiera el horrible pecado de apostar por la andaluza Susana Díaz como aspirante al trono de Ferraz. Más de siete meses transcurridos y una sola conversación entre ambos. Solo treinta segundos duró la llamada de Sánchez para recabar su apoyo al hermanamiento con Moncloa en la aplicación del 155 en Cataluña.

Respecto a la investidura del próximo 'president' de la Generalitat, Rubalcaba está seguro de que se llevará a cabo con respeto a la Constitución

Nunca más, a pesar de la solidez argumental que sobre el conflicto catalán tiene acreditada Rubalcaba en sus declaraciones a los medios. Y más concretamente, en un reciente artículo ("Las nuevas realidades de Cataluña", El País, 16 enero 2018), en el que defendía la aplicación del 155 y al tiempo alertaba de una posible cronificación de la crisis si persisten las dispares estrategias que se observan en cada uno de los dos bloques enfrentados, el independentista y el constitucionalista.

Respecto a la investidura del próximo 'president' de la Generalitat, Rubalcaba está seguro de que se llevará a cabo con respeto a la Constitución y al Estatuto. "Si a alguien se le ocurre apuntar una solución imaginativa para investir a quien no está en condiciones legales de serlo", sostiene, "será la propia Mesa del Parlament, los letrados que la asesoran y, si llega el caso, el Tribunal Constitucional, los que se encargarán de impedirlo".

Aunque en el encuentro del Santo Mauro no se habló de lo que hará el PDeCAT si el presidente de la Mesa, Roger Torrent (ERC), encarga la investidura a Puigdemont, Marta Pascal tomó nota de las opiniones de Rubalcaba que, por otra parte, coinciden en lo esencial con las de Sánchez. Pero la sensación de enfrentamiento se multiplica innecesariamente por la falta de comunicación entre ambos. Un problema que la actual dirección socialista proyecta sobre otros exdirigentes, como el propio Felipe González, y que marca una preocupante tendencia a la descapitalización política e ideológica del partido fundado por Pablo Iglesias hace 140 años.

La incomunicación entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, ocasionó este viernes el malestar del primero. Arbitrario, injusto, injustificado y totalmente innecesario. Le hubiera bastado una simple llamada al compañero de partido para saber que no había gato encerrado en el encuentro de este con la dirigente del PDeCAT, Marta Pascal, a la que no conocía personalmente.

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