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La vacilante 'E' de España en el PSOE de Sánchez
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La vacilante 'E' de España en el PSOE de Sánchez

El reciente grito de la diputada Soraya Rodríguez contra la política catalana de Sánchez refleja el larvado malestar de un importante sector del partido

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes del arranque de la reunión de la comisión ejecutiva federal del PSOE el pasado noviembre. (Inma Mesa | PSOE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes del arranque de la reunión de la comisión ejecutiva federal del PSOE el pasado noviembre. (Inma Mesa | PSOE)

No es el caso del expresidente Zapatero, que este domingo animaba al Gobierno a perseverar en el diálogo con Torra y compañía. Sí el de muchos dirigentes socialistas, convencidos de que la remontada del PSOE pasa por el divorcio de esa amistad con derecho a roce que mantiene con el independentismo. Porque le debilita a escala nacional y porque da alas a sus adversarios de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox).

El grito de Soraya Rodríguez en la última reunión del grupo parlamentario socialista contra esa política, a la que endosó el castigo recibido en las urnas andaluzas, refleja el larvado malestar de un importante sector del partido. Pedro Sánchez lo sabe y toma nota. Lo vimos en su paso por la tribuna del Congreso el pasado miércoles.

La resaca andaluza le hizo escalar unos grados de firmeza contra el independentismo, al que acusó de entretenerse en ensoñaciones olvidando las cosas de comer. Y luego equiparó Brexit y 'procés', enemigos de la razón, Europa, la historia y el sentido común, que siempre usaron la mentira como herramienta.

La resaca andaluza aumentó la firmeza de Sánchez contra los separatistas. Independencia, no. Autogobierno, sí; autodeterminación, jamás

Sin retirar sus propuestas de diálogo, fue concluyente en que nunca desbordará el marco de la Constitución. Convivencia, sí; independencia, no. Autogobierno, sí; autodeterminación, jamás. Y cualquier desafío a esas marcas del terreno de juego, incluida la pasividad frente al activismo callejero, será respondido con “serenidad y proporcionalidad, pero con contundencia”.

Rasgos de firmeza hasta ahora poco habituales en el contexto de la política desinflamatoria de Moncloa, que no tuvieron eco entre los otros dos partidos de adhesión constitucional. Tanto Pablo Casado (PP) como Albert Rivera (Ciudadanos) le señalaron el camino del 155. Y el de las urnas, porque “su tiempo se ha terminado” por aliarse con “los enemigos de España” y no estar a la altura frente al redoblado desafío independentista.

Es en este punto donde algunos barones socialistas, como Javier Fernández (Asturias), Javier Lambán (Aragón), Emiliano García-Paje y Fernandez Vara (Extremadura), le han visto las orejas al lobo en Andalucía. El lobo es el apareamiento del PSOE con partidos antiespañoles. Mejor dicho, la apariencia de apoyarse en esos partidos, que en política viene a ser lo mismo.

Algunos barones socialistas han visto las orejas al lobo en Andalucía. El lobo es el apareamiento del PSOE con partidos antiespañoles

Eso explica el miedo a que la política de distensión dispare la facturación electoral de la derecha, al grito de 'viva España', en las elecciones autonómicas del 26 de mayo. Pero también explica que la larvada inquietud entre barones socialistas y dirigentes del plan antiguo (Felipe González, Rodríguez Ibarra, Alfonso Guerra, Pérez Rubalcaba, Solchaga, etc.) vaya más allá de que las complicidades con el separatismo puedan acabar siendo la tumba política de Pedro Sánchez.

El presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha salido al paso de su propia preocupación. En positivo, señalando el histórico riesgo que corre el centenario partido de Pablo Iglesias (no confundir con Pablo Manuel, por favor). Sin apuntar hacia Sánchez, sino hacia los hiperventilados seguidores de Torra y Puigdemont: “Los independentistas a lo mejor han pensado que el PSOE puede hacer de su capa un sayo y sacudirse la 'E' de la noche a la mañana. No lo vamos a hacer bajo ningún concepto”, declaraba ayer el presidente castellano-manchego a un periódico de tirada nacional.

No es el caso del expresidente Zapatero, que este domingo animaba al Gobierno a perseverar en el diálogo con Torra y compañía. Sí el de muchos dirigentes socialistas, convencidos de que la remontada del PSOE pasa por el divorcio de esa amistad con derecho a roce que mantiene con el independentismo. Porque le debilita a escala nacional y porque da alas a sus adversarios de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox).

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