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Las urnas son para la primavera
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Antonio Casado

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Las urnas son para la primavera

Sánchez parece abocado a recomponer el frente de la moción de censura o despedirse de la Moncloa. Y los votantes, a elegir entre Pedralbes o la plaza de Colón

Foto: Pedro Sánchez ofrece una rueda de prensa para convocar elecciones. (EFE)
Pedro Sánchez ofrece una rueda de prensa para convocar elecciones. (EFE)

Apenas ocho meses en el poder. Fue bonito mientras duró. Los independentistas se lo dieron, los independentistas se lo quitaron. Aunque no los señala como culpables del desahucio, rentabiliza su patriótica ruptura (no al derecho de autodeterminación). Con la escasa credibilidad de quien, mirando a Casado y Rivera, se inspira más en la necesidad que en la virtud.

Dicho sea porque en su exposición motivada dio la impresión de estar preparando el terreno para volver a las andadas. Inquietante que no vea a otros aliados porque realmente no los tiene, salvo un Podemos de suma insuficiente. Rivera ya ha dicho que no pactará con Sánchez de ninguna manera. Lógico. El voto de Ciudadanos es de estirpe PP en un 80 %. Sus votantes no le perdonarían que diera el Gobierno a los socialistas.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia ante los medios de este 15 de febrero. (EFE)

Así las cosas, el PSOE parece abocado a recomponer el frente de la moción de censura contra Rajoy (Podemos y nacionalistas) o despedirse de la Moncloa. Y los votantes en general, a elegir entre lo malo y lo peor, Pedralbes o plaza Colón, "trifachito" o nuevo "frankenstein". Un episodio más ya en el cuarto año tonto de la política española. Otro eslabón en la cadena de despropósitos que desde diciembre de 2015 (fin del bipartismo y principio de la fragmentación), paralizan la gobernabilidad, disparan la incertidumbre, polarizan las posiciones y abaratan el ejercicio de la política hasta extremos insoportables. Socorro.

De momento, Sánchez pierde poder y gana discurso. "Derrota política, victoria social", dice. Los malogrados PGE eran un maná para la gente, pero Torra y Casado se unieron para tumbarlos. Que lo paguen en las urnas.

Setenta días es una eternidad en la democracia de último minuto. Vaya usted a saber como quedarán entonces los bocetos de Redondo y la quiniela de Tezanos

Pero las urnas florecen en primavera y luego se vuelven cardos. Setenta días es una eternidad en esta democracia de último minuto. Los relatos son fungibles y se desgastan con el uso. Vaya usted a saber como quedan entonces los bocetos de Redondo y la quiniela de Tezanos que han decidido el fin anticipado de la Legislatura y la convocatoria de elecciones generales para el domingo 28 de abril.

Ya sabemos el cuándo. Ahora veamos el por qué. Según Sánchez, dar la palabra a los españoles es mejor que gobernar sin PGE. Y en cuanto a la fecha, un mes antes de las europeas y territoriales del 26 de mayo, porque es importante hablar de España sin cruzarse con debates de menor cuantía.

Según y cómo. La fecha elegida es un semillero de problemas. Empezando por el doble llamamiento a las urnas en menos de un mes. Y tampoco es el mejor modo de fomentar la participación hacer campaña con la gente de vacaciones (coincidencia plena con la Semana Santa).

La fecha del 28-A es un semillero de problemas. No fomenta la participación el doble llamamiento a las urnas en menos de un mes ni hacer campaña con la gente de vacaciones

De mayor calado es la coincidencia con el desarrollo del juicio al 'procés'. Dos de los tres poderes del Estado (Legislativo y Ejecutivo) funcionarán en régimen de interinidad mientras el Tribunal Supremo asume la reparación del quebrantado orden constitucional. Y ya ha dicho que no tiene la menor intención de suspender las sesiones para evitar interferencias con el desarrollo de la campaña electoral.

Otro inconveniente será la dificultad sobrevenida de forjar eventuales alianzas en vísperas de las elecciones del 26 de mayo (europeas, autonómicas, municipales) en las que se votara bajo los efectos de la resaca del 28 de abril. No quiere Sánchez que se mezclen los debates. Pero se mezclarán cuando haya que pactar la gobernabilidad en vísperas del 26 mayo. Y eso condicionará a los candidatos regionales o municipales de partidos implicados en eventuales pactos a escala nacional.

Sánchez se alimentará de su negativa a pasar por el aro de los independentistas como causa del seísmo político. Por un lado. Por otro, del reproche a una oposición desleal sin sentido de Estado que practicó el obstruccionismo parlamentario y le dejó solo en defensa de la Constitución. Enfrente tendrá al pacto andaluz presindicado en la conquista de la Moncloa (PP, Cs y Vox). Más o menos como estaban las cosas antes de enredarse tras el veto presupuestario. Y cuando el juego se enreda tanto, lo mejor es volver a repartir cartas.

Todos a las urnas.

Apenas ocho meses en el poder. Fue bonito mientras duró. Los independentistas se lo dieron, los independentistas se lo quitaron. Aunque no los señala como culpables del desahucio, rentabiliza su patriótica ruptura (no al derecho de autodeterminación). Con la escasa credibilidad de quien, mirando a Casado y Rivera, se inspira más en la necesidad que en la virtud.

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