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Pepe Oneto, el ingenio de estirpe gaditana y una pasión loca por la libertad
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Antonio Casado

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Pepe Oneto, el ingenio de estirpe gaditana y una pasión loca por la libertad

Eres y serás siempre un grande del oficio. Cofundador del primer periodismo libre en el tardofranquismo y la Transición

Foto: Pepe Oneto. (EFE)
Pepe Oneto. (EFE)

Tanto oficio y tanta vida juntos, Pepe, no caben en un obituario. Me niego. Jamás me lo hubieras perdonado.

Así que apenas unas líneas para recordarte que el jueves que viene, como todos los jueves desde hace 40 años, nos vemos en el grupo Crónica, donde te aguarda el abrazo de los compañeros (Ferrari, Ónega, Cernuda, Gavela, Sinova, Platón, Armario, Dávila, Nativel, Barriga, Corral, memoria viva de nuestra reciente historia…).

Y, de paso, para recordarle a la gente que eres y serás siempre un grande del oficio. Cofundador del primer periodismo libre en el tardofranquismo y la Transición. A golpe de los primeros sobresaltos, como la voladura del diario 'Madrid'.

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Ya bajo tu dirección, el semanario 'Cambio 16' anunciaría luego, al principio entre líneas y siempre con un altísimo grado de acierto, el advenimiento de una democracia homologable a “los países de nuestro entorno”.

Esa era la inseparable muletilla de las redacciones comprometidas con la recuperación de las libertades, tras la negra noche de la dictadura. Y ahí estabas tú con tu inicial alistamiento en el Felipe (Frente de Liberación Popular). Una forma de ejercer el antifranquismo y el amor al oficio que te acompañó hasta la maldita peritonitis.

“¿Qué significa el cambio?”, le preguntaste a un Felipe González cohibido por el peso de la púrpura. “Que España funcione”, te dijo. Y la frase se convirtió en uno de los salmos de la Transición. Desde entonces, ni un solo capitulo relevante de nuestra incorporación a “los países de nuestro entorno” (el franquismo, la transición, el felipismo, el 23-F…) escapó a tu mirada notarial. En tus libros, en la dirección de 'Tiempo', en Antena 3, en Onda Cero, en las tertulias políticas. Y últimamente en la prensa digital, a la que te has incorporado como un adolescente abducido por la mágica inmediatez de las redes sociales.

Pepe Oneto es y será siempre el periodismo, la amistad, la vida, la ternura, el ingenio de estirpe gaditana y una pasión loca por la libertad

Te estoy viendo tuitear en medio de una calle de Santo Domingo, cuando acudí a rescatarte de los versátiles conductores dominicanos. Te estoy viendo escribir tu columna habitual en 'República.com' en un renqueante autobús de Asunción mientras rastreábamos la huella de los jesuitas en Paraguay. Y, ay, Pepe, te veo afeándome la conducta por volver a horas desordenadas al hotel de Puerto Plata, mientras tú madrugas para ir al aeropuerto, ¿te acuerdas?, allí donde un día se nos fue Ismael Fuente.

No puedo seguir escribiendo, Pepe. Tengo el alma encogida y no estoy preparado para escribir el obituario de un hermano al que tanto debo, con el que tanto vivo y con el que he compartido todo. Desde el pupitre en la Escuela de Periodismo de la Iglesia hasta la mesa del redactor jefe de 'Tiempo' contigo en el despacho del puntilloso director.

Vale, solo pretendía explicar a la gente de este país nuestro que Pepe Oneto es y será siempre el periodismo, la amistad, la vida, la ternura, el ingenio de estirpe gaditana y una pasión loca por la libertad.

Nos vemos el jueves.

Tanto oficio y tanta vida juntos, Pepe, no caben en un obituario. Me niego. Jamás me lo hubieras perdonado.

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