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El 'show' de Torra, un insulto a los catalanes
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Antonio Casado

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El 'show' de Torra, un insulto a los catalanes

El 'president' usa su derecho al pataleo, al final del viaje a ninguna parte (frustración, promesas incumplidas), cuya cuenta atrás en su actual versión se inició con su mitin del lunes

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. (EFE)

Veinticuatro horas después del mitin de Torra ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, los 'escamots' del 'president' (ahora CDR, Tsunami, Arran, Pícnic, etc.) volvieron a apretar en la calle. Más o menos los mismos que en 2011 obligaron a Artur Mas, el 'molt honorable' de entonces, a subirse a un helicóptero para acceder al Parlament asediado por las bullangas contrarias a los recortes.

Ayer bloquearon la A-2 a la altura de Alcoletge (Lleida) y quemaron neumáticos en solidaridad con los “presos políticos, exiliados y represaliados”. Dicen estar preparados para nuevas acciones porque “la voluntad del pueblo es la que manda”, “no nos callarán”, según un comunicado de “CDR Ponent”.

Quim Torra: ''Sí, desobedecí''

Por sus obras los conoceremos. Es doctrina pura y dura del actual presidente de la Generalitat. El lunes, blasfemó contra Cataluña al jurar en vano por su respetable nombre. Pero el problema no es Cataluña, donde tienen y siempre tuvieron asiento la razón, el sentido común y la aversión al desorden. El problema nace en unas facciones políticas cuyos seguidores no alcanzan ni a la mitad de la población, según sus propias encuestas.

¿Quién se ha creído que es para totalizar el pensamiento de todos los catalanes al utilizarlos para ponerse por encima de la ley?

No paro de hablar solo desde la actuación estelar de Torra ante los magistrados que le juzgan por desobediencia. ¿Acaso fue tan sutil el manotazo del Estado que no vimos cómo la Justicia española oprimía al reo y le sellaba la boca? No lo vi, lo siento. Lo que sí me vino a la cabeza durante el 'show' fue la figura de Hans Frank, asesor jurídico de Hitler y virrey nazi de la Polonia ocupada, autor de una doctrina supremacista, según la cual los alemanes no estaban obligados a distinguir el bien del mal.

Supremacista y totalizante. Por esa maldita tendencia a confundir independentismo con Cataluña. “Me podéis condenar, pero no cambiaréis la voluntad del pueblo catalán”, dijo Torra en el uso de su derecho a la última palabra. Y ahí fue inevitable preguntarse: ¿quién se ha creído que es para confiscar el pensamiento de todos los catalanes, cuando los utiliza para ponerse por encima de la ley?

Ítem más, su querencia totalizante le llevó a erigirse en intérprete de la legalidad. “Desobedecí por no incurrir en prevaricación”, dijo. Manda huevos.

En una fuga de cerebros, Torra correría en sentido contrario. Con otros conmilitones, ya serían mayoría en un territorio distópico y exento de sustancia gris

En una fuga de cerebros, Torra correría en sentido contrario. Otros conmilitones, no todos, le acompañarían, seguro. Y ya serían mayoría feliz. En un territorio distópico y exento de sustancia gris. Quizás entonces pudieran proclamar su república sin leyes, sin jueces, sin guardias civiles y con un enorme lazo amarillo bajo su exclusivo cielo protector.

Mientras tanto, usa su derecho al pataleo. Es el final de un viaje a ninguna parte (frustración, promesas incumplidas, sueño imposible), cuya cuenta atrás en su actual versión (el 'procés') se inició con el 'show' ante los magistrados del TSJC.

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. (Reuters)

La desobediencia conlleva inhabilitación. Pero es mejor que la cárcel. Es su apuesta para sobrevivir unos meses como recadero de Puigdemont antes de volver al ostracismo. Lo que dure el juego de los recursos. Hasta la convocatoria de elecciones autonómicas, el retorno de Artur Mas y la pugna que se avecina entre JxCAT y ERC por el cetro en el campo soberanista.

Capítulo aparte merece el impacto de todo esto en la tambaleante gobernabilidad que siguen cocinando los guionistas de Sánchez. Pero eso, para otro día.

Veinticuatro horas después del mitin de Torra ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, los 'escamots' del 'president' (ahora CDR, Tsunami, Arran, Pícnic, etc.) volvieron a apretar en la calle. Más o menos los mismos que en 2011 obligaron a Artur Mas, el 'molt honorable' de entonces, a subirse a un helicóptero para acceder al Parlament asediado por las bullangas contrarias a los recortes.

Quim Torra