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La España líquida de Pedro Sánchez
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Antonio Casado

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La España líquida de Pedro Sánchez

Cierto dirigente socialista, veterano pero en activo, denuncia un PSOE invertebrado que empieza y termina en una camarilla. Como "el esqueleto de una medusa", agua en un 95%

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE)

Me inspiro en la conversación privada con un dirigente socialista de largo recorrido, en activo y con facturación electoral propia. Sostiene que "estamos en el peor momento de la vida política nacional desde el 23-F" y que, por la incertidumbre reinante, "nadie está en condiciones de anticipar lo que va a ocurrir mañana".

Habla de un PSOE invertebrado que empieza y termina en una camarilla. "Es como el esqueleto de una medusa", dice, sin cerebro ni sistema nervioso, agua en un 95%. Y quizás sea el signo de los tiempos, aquella "modernidad líquida" que convirtió a Bauman en pregonero de la inconsistencia, lo efímero, lo cambiante de la noche a la mañana, lo imprevisible y la falta de cohesión, como factores de inestabilidad.

De hecho, a quienes recelan en campo propio sobre el Gobierno "progresista" de coalición PSOE-UP se les acusa de haberse quedado obsoletos. Alguna vez he oído al ministro Ábalos, brazo de Sánchez en el control del partido, calificando a figuras históricas del PSOE, como Felipe González, Alfonso Guerra o Rodríguez Ybarra, de "profetas del antiguo testamento que nadie escucha ya".

El malestar larvado en las filas del PSOE se ha convertido en uno de los precursores de una eventual muerte prematura del Gobierno actual

Peor todavía. Aquí me remito a César Antonio Molina, exministro socialista de Cultura ("La legislatura del adiós", publicado ayer en El Mundo), que acusa a Sánchez de permitir el insulto a las instituciones del Estado, mientras que a "quienes no compartimos su manera de actuar... siendo socialistas y socialdemócratas… nos insultan llamándonos fascistas".

El caso es que ese malestar larvado en las filas del socialismo español ("nacionalista", según el ministro Castells; el de la "cal viva", según el vicepresidente Iglesias Turrión) se ha convertido en uno de los precursores de una eventual muerte prematura del Gobierno recientemente constituido. No es el único factor de riesgo. Otro es la alianza con la fuerza "reaccionaria" de ERC (decía Sánchez minutos antes de pasarse a la "desjudicialización del conflicto"), cuya misión en la vista es trabajar por la Cataluña una, grande y libre.

Sobre eso conocemos las posiciones del reducido núcleo de poder del presidente. No las de un PSOE cada vez menos presente. En las reuniones de la Ejecutiva no se decide nada, el Comité Federal hace meses que no se reúne, los "barones" no son consultados, los votantes están confusos y las figuras históricas del partido se muerden la lengua.

¿Podría estar anticipando este PSOE invertebrado de Sánchez el peligro de una España invertebrada de Sánchez?

En las Ejecutivas no se decide nada, el CF no se reúne, nadie consulta a los "barones", los votantes están confusos y las figuras históricas se callan

No, mientras siga viva la separación de funciones. Una decisión judicial tumba la apertura de "embajadas catalanas" mientras el Gobierno las autoriza abducido por la apología del diálogo y el salmo independentista de la "desjudicialización". Y véase cómo, por encima del menosprecio del vicepresidente Iglesias a los tribunales españoles, con el explícito respaldo de Moncloa, la justicia europea (TJ de la UE) se remitió a la española (TS) en el culebrón sobre la inmunidad de Junqueras.

Es el viejo conflicto entre una lógica política cosida al principio de conveniencia, aquí y ahora degradado por el abuso en valores de usar y tirar, y una lógica judicial sometida al imperio de la ley, cuyo último ejemplo es la designación de la fiscal general del Estado con base en un procedimiento inspirado solo en el principio de oportunidad, que es cambiante, caprichoso e imprevisible, porque tiene que ver con la lucha por el poder.

Una decisión judicial tumba la apertura de "embajadas catalanas" mientras el Gobierno las autoriza abducido por la "desjudicialización"

En estas circunstancias, que el presidente del Gobierno pida a Dolores Delgado una actuación "independiente" no garantiza la apariencia de imparcialidad en su nuevo cargo. Eso es imposible si cinco minutos antes estaba haciendo campaña como aspirante a diputada en las listas del PSOE. Y no está bien que, como dice la nueva ministra portavoz, María Jesús Montero, se esconda detrás de las togas. Ni siquiera en las de los fiscales, que son parecidas pero no son iguales a las de los jueces.

Me inspiro en la conversación privada con un dirigente socialista de largo recorrido, en activo y con facturación electoral propia. Sostiene que "estamos en el peor momento de la vida política nacional desde el 23-F" y que, por la incertidumbre reinante, "nadie está en condiciones de anticipar lo que va a ocurrir mañana".

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