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Sánchez y Ayuso firman la paz
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Antonio Casado

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Sánchez y Ayuso firman la paz

Tarde descubre el Gobierno central que era apremiante despolitizar la pandemia y construir espacios de cooperación. Porque si cae Madrid cae España

Foto:  La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

Nadie se libra del suspenso en la gestión nacional de la pandemia. Los datos son tercos y verificables. Desastre español, capital Madrid. Tarde descubre el Gobierno central que era apremiante despolitizar la pandemia y construir espacios de cooperación. Porque si cae Madrid cae España, y entonces la humana tendencia a buscar culpables "cuando vienen mal dadas" (Aguado dixit) ya no serviría de nada.

Sánchez y Ayuso firman la paz mediante un juicioso intercambio epistolar cuyo primer fruto han sido las concertadas medidas anunciadas ayer. El segundo, la cita del lunes que viene en la Puerta del Sol para hacerse la foto de la "tregua" declarada (la palabra la utilizó ayer Aguado, número dos de Ayuso) a ambos lados de la absurda barricada política que ha venido enfrentando a las dos administraciones.

Un nuevo estado de alarma, aunque solo fuera en la Comunidad de Madrid, tendría efectos letales en el sistema productivo

La secuencia es inexorable: un nuevo estado de alarma, aunque solo fuera en la Comunidad de Madrid, tendría efectos letales en el sistema productivo. Equivaldría a perder la batalla contra el virus. O sea, desplome económico, malestar social e inestabilidad política. Eso mataría a Ayuso. Y a Sánchez, también. Así que no al confinamiento. Solo limitaciones de actividad y movilidad en las 37 zonas más afectadas por la pandemia (el umbral es de 1.000 contagios por cada 100.000 habitantes) durante al menos los próximos catorce días, a partir del lunes 21.

Esta vez con la ayuda del hasta ahora denostado Gobierno, "que no viene a tutelar sino a colaborar", advirtió la presidenta, ya consciente, ahora sí, de que "necesitamos la fuerza del Estado". Para que despliegue una estrategia nacional (aeropuertos y estaciones del AVE, por ejemplo) y garantizar la aplicación de las medidas anunciadas (grupos de trabajo conjuntos, aportación de recursos, seguridad ciudadana).

Ayuso y Sánchez son corresponsables de haber puesto a la Comunidad de Madrid al borde del abismo sanitario. Ambos han venido participando por igual en un autodestructivo, infantil e insensato intercambio de pedradas políticas. El ataque tardío de sentido común abre el camino hasta ahora cerrado de la leal cooperación entre los gobiernos central y autonómico en la batalla contra el enemigo común.

El resultado está por ver, pero hay que saludar la apuesta. Puede ser que las "complejidades jurídicas" y otros aspectos de las restricciones anunciadas en inmovilización en seis distritos de la capital y en ocho municipios de la región (casi un millón de madrileños afectados), no deroguen de la noche a la mañana la tensión política alimentada desde los despachos del Palacio de la Moncloa y de la Puerta del Sol.

placeholder La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el vicepresidente madrileño, Ignacio Aguado (izda), y el consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz. (EFE)
La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el vicepresidente madrileño, Ignacio Aguado (izda), y el consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz. (EFE)

La misma invitación a "reforzar los mecanismos de cogobernanza para complementar esfuerzos y medios", formalizada por Sánchez y aceptada por Ayuso no es ajena a los ritos de apareamiento presupuestario del Gobierno con Ciudadanos. Mejor que mejor si, además de apostar por la remada conjunta en "la lucha contra la pandemia que golpea a nuestro país", se le vende a ese partido el favor de atender la petición pública del vicepresidente de la Comunidad, Aguado, que había reclamado la apremiante y urgente necesidad de un encuentro Sánchez-Ayuso.

Seguro que ayer se le ensanchó la sonrisa a Sánchez oyendo cómo Aguado sugería un paso atrás de los "asesores políticos" y mimetizaba el discurso de la "unidad" en nombre de los intereses generales, mientras la presidenta recordaba que desde el mes de mayo venía reclamando sin éxito el paraguas del Estado y una estrategia nacional diferenciada para las "peculiaridades de nuestra Comunidad". Aquí nadie da puntada sin hilo.

Nadie se libra del suspenso en la gestión nacional de la pandemia. Los datos son tercos y verificables. Desastre español, capital Madrid. Tarde descubre el Gobierno central que era apremiante despolitizar la pandemia y construir espacios de cooperación. Porque si cae Madrid cae España, y entonces la humana tendencia a buscar culpables "cuando vienen mal dadas" (Aguado dixit) ya no serviría de nada.