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Los excesos de Ayuso los paga Casado
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Los excesos de Ayuso los paga Casado

La tarea del líder del principal partido de la oposición queda ensombrecida por el absurdo intercambio de pedradas entre el Ejecutivo central y el autonómico

Foto: Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en un acto. (EFE)
Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en un acto. (EFE)
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El “ustedes mandan, pero no saben” de la corporación científico-sanitaria es un ataque a la justa y necesaria politización de los poderes públicos. El gobernante siempre será el último responsable. Decide con arreglo a una jerarquización de prioridades previamente declaradas. Y del acierto o desacierto de esas decisiones responde ante los votantes.

La razón política no ha de coincidir inexorablemente con la razón científica cuando están en juego la sanidad pública y la economía del país, la salud y el bolsillo de los ciudadanos. Decir como decía este martes la vicepresidenta Calviño que “economía y salud van de la mano”, solo es la expresión de un deseo. El de conciliar los dos vectores.

Nadie ha encontrado un equilibrio perfecto. Y muchos siquiera lo han buscado por razones 'políticas'. Cuestión de prioridades. A la vista están los ejemplos de Trump, Johnson y Bolsonaro, cuya doctrina se orienta claramente a preservar el sistema productivo. Salvando las distancias, el caso de Madrid también se nos ofrece como una apuesta por desactivar a toda costa la amenaza de colapso económico, al precio de cosechar las peores cifras sanitarias de la pandemia.

La razón política no ha de coincidir inexorablemente con la razón científica cuando están en juego al mismo tiempo la salud y el bolsillo de la población

La derivada nos remite al politizado enfrentamiento entre el Gobierno y la comunidad. Por cuenta de la economía y de la salud. Letal para la marca España, eso sí. Endosar la culpa a los de Sánchez o a los de Díaz Ayuso se me antoja una pérdida de tiempo. Y aquí viene a pelo el viejo refrán castellano: dos no riñen si uno no quiere. En este caso, la una y el otro han decidido reñir con base en sus respectivos cálculos.

Más política. Aquella ha hecho del desgaste al Gobierno su prioridad. Sánchez entra al trapo. Le conviene el juego para poder aminorar al adversario real, Pablo Casado. Es el jefe de Ayuso pero, como líder del principal partido de la oposición, está llamado a convencer a los españoles de que, frente a las políticas de Moncloa, hay otro modo de hacer las cosas. Es su función a escala nacional. Pero corre el riesgo de que los votantes, sobre todo los propios, acaben creyendo que el modo alternativo de hacer las cosas sea el de Díaz Ayuso.

Lo cierto es que Casado no acaba de despegar en el ejercicio de esa función. A mi juicio, su tarea está quedando ensombrecida por el absurdo intercambio de pedradas entre el Ejecutivo central y el autonómico. Pasto fresco para la diaria voracidad de contertulios y finos analistas, que no hacen ascos al culebrón.

Casado corre el riesgo de que los votantes, sobre todo los propios, acaben creyendo que el modo de hacer las cosas es el de Díaz Ayuso y no el suyo

Con pandemia o sin pandemia, tan singular enfrentamiento ha estado omnipresente en los medios de comunicación desde que hace algo más de un año recaló en la Puerta del Sol esa explosiva combinación de inexperiencia y atrevimiento que responde al nombre de Isabel Díaz Ayuso. Y omnipresente seguirá estando si Casado sigue sin percibir el daño que le hace la batalla de Madrid y si, como parece, hace expresa confesión de apoyo a la presidenta, a pesar de las reservas que le hacen llegar sus barones territoriales.

Lo último es la voz de Fernando Simón hablando de “artefactos de la notificación”, que es su forma de poner en duda los datos aportados por la Comunidad de Madrid sobre la evolución de la pandemia. En vez de utilizar el 'espacio de cooperación' entre las dos administraciones para tratar el desajuste, se traslada a la opinión publica la idea de que se están falseando las cifras para poder acreditar una mejora de la situación sanitaria no reconocida por el ministerio. Lamentable.

El “ustedes mandan, pero no saben” de la corporación científico-sanitaria es un ataque a la justa y necesaria politización de los poderes públicos. El gobernante siempre será el último responsable. Decide con arreglo a una jerarquización de prioridades previamente declaradas. Y del acierto o desacierto de esas decisiones responde ante los votantes.

Isabel Díaz Ayuso Moncloa