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Los contagios se disparan y Sánchez se esconde
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Antonio Casado

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Los contagios se disparan y Sánchez se esconde

En una estrategia claramente inhibitoria, el presidente delega poderes en las Autonomías y desvía responsabilidades. Por si vienen mal dadas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Madrid es la metáfora del desconcierto. La Comunidad nos pide quedarnos en casa durante este Puente de Todos los Santos, mientras el alcalde Martínez Almeida nos invita a salir y consumir. Pero el desbarajuste es de ámbito nacional. Véase la surrealista carrera autonómica de la creatividad en desigual aplicación del estado de alarma.

Ítem más, la presidenta madrileña se salta el decreto (artículo 9), que no contempla confinamientos por plazos menores de siete días, a Moncloa le parece bien y Díaz Ayuso da las gracias. De la cogobernanza al desgobierno. Una falta de respeto a la norma que, se supone, debería protegernos de la arbitrariedad. La transgresión contribuye a alimentar el estupor de los ciudadanos ¿De qué sirve reglamentar la vida pública en el BOE si es papel mojado a las primeras de cambio?

Casi a renglón seguido el ministro de Sanidad, Salvador Illa, daba por bueno el anuncio de Díaz Ayuso: "He decidido cerrar Madrid, pero solo los días imprescindibles del puente que viene y espero hacer lo mismo en el siguiente". Así se entiende el desprestigio de la clase política y la confusión reinante sobre le doctrina de las decisiones "delegadas" ¿Este es el "marco estable" ideado en la Moncloa?

De la cogobernanza al desgobierno. Madrid se salta el decreto sobre el estado de alarma, a Moncloa le parece bien y Ayuso da las gracias

Mientras tanto, galopan las cifras de contagiados, hospitalizados y muertos ¿Una situación grave? "Grave, no. Muy grave", según el ministro Illa. Y con la pandemia en el punto más agresivo (este viernes, récord de contagiados), Sánchez da un paso atrás, dispone un singular traspaso de poderes a las Comunidades Autónomas en modo estado de alarma, deja el sitio al ministro en la sala de máquinas y se lava las manos, como Pilatos.

Es lo que hay. El Congreso asume por abrumadora mayoría la autorización para que los presidentes autonómicos restrinjan libertades básicas durante seis meses sin que los jueces puedan impedirlo. Y aunque hasta sus socios afearon la ausencia de Sánchez en la sesión del jueves (escuchó a Illa y se fue), aplauden la carga descentralizadora del decreto.

No tuvo nada de inocente la ausencia. Responde a una estrategia inhibitoria. El presidente del Gobierno delega poderes y desvía responsabilidades. Por si vienen mal dadas. A diferencia del estado de alarma del 14 de marzo, que fue eficaz porque fue total bajo la lógica del mando único. Así pudo celebrar la derrota del virus a las puertas del verano. El grito de "misión cumplida" resultó prematuro. No quiere que vuelva a ocurrir. Y si ocurre será culpa del Congreso, de las Autonomías y, en todo caso, del ministro Illa, el parachoques de Moncloa.

Sánchez da un paso atrás, dispone el traspaso de poderes en modo estado de alarma, deja el sitio a Illa en la sala de máquinas y se lava las manos

La estrategia es muy peligrosa porque si se prolonga el estado de confusión y ansiedad colectiva, los ciudadanos señalarán al Gobierno, no al presidente o presidenta de su Comunidad. A la vista de los precedentes, cuando acabe la pesadilla los votantes apostarán por caras nuevas y Sánchez puede quedar asociado al desbarajuste y el sufrimiento de estos meses.

La provisionalidad se nos está haciendo muy larga, pero el fin del mal sueño es cuestión de tiempo. Entonces, dicen los manuales, tenderemos a rechazar cualquier cosa que nos recuerde los tiempos de tribulación. Si le ocurrió a Winston Churchill en las elecciones de julio de 1945, ¿por qué no le iba a ocurrir a Sánchez? Él lo sabe y por eso ha dado este paso atrás, derivando la responsabilidad en el Congreso, las Comunidades Autónomas y su ministro de Sanidad. Por si cuela.

Madrid es la metáfora del desconcierto. La Comunidad nos pide quedarnos en casa durante este Puente de Todos los Santos, mientras el alcalde Martínez Almeida nos invita a salir y consumir. Pero el desbarajuste es de ámbito nacional. Véase la surrealista carrera autonómica de la creatividad en desigual aplicación del estado de alarma.

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