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El Gobierno y sus torpes guardianes de la verdad
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Antonio Casado

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El Gobierno y sus torpes guardianes de la verdad

Un problema de torpeza, no de autoritarismo. Solo un genio asintomático puede atribuir al Gobierno la exclusiva de detectar mentiras en los circuitos de la información

Foto: Pedro Sánchez y su jefe de gabinete en Moncloa, Iván Redondo. (EFE)
Pedro Sánchez y su jefe de gabinete en Moncloa, Iván Redondo. (EFE)

Nada nuevo. La prensa afín al Gobierno ridiculiza a Trump pero relativiza las pretensiones de convertir a Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver en guardianes de la verdad. Y la prensa de derechas pone el grito en el cielo por las presuntas violaciones de Moncloa a la libertad de información, pero aminora los groseros desafíos de Trump a las instituciones norteamericanas.

La mentira está entre los pucheros de la lucha por el poder. Forma parte de la propia naturaleza de la política. Es a la política como la sal al agua marina. Sin agua salada no hay mar. Sin mentiras no se puede hacer política ¿Era desinformación o era mentira cuando Pedro Sánchez dijo en clave política que jamás gobernaría con Podemos? Pregunta de consumo rápido para finos analistas y chispeantes contertulios. No para un comité de cargos constituidos en guardianes de la verdad.

Eso nos remite a la torpeza más que a la tiranía. Solo a un genio asintomático se le ocurre hablar de "respuestas políticas" como antídoto de un problema de seguridad nacional. O atribuir al Gobierno la exclusiva de detectar mentiras en los vastos circuitos de la información. La iniciativa terminó este jueves en el BOE: monitorización, seguimiento, reacción y respuesta política en el control de los medios por parte del poder. No del poder por parte de los medios. El mundo al revés. Mensaje aberrante y chaparrón de acusaciones no menos aberrantes: deriva autoritaria, maniobra liberticida, abuso de poder, etc.

La mentira forma parte de la política. Es como la sal del agua marina. Sin agua salada no hay mar. Sin mentiras no se puede hacer política.

Es exagerado denunciar una amenaza a la democracia, como sostiene el líder del PP, Pablo Casado. Pero a Casado y a todos nosotros nos regalan la ocasión de ponernos estupendos en defensa de las libertades. Se rifan puestos en primera línea de tiro contra las tentaciones autoritarias de Sánchez, aunque antes de rasgarnos las vestiduras deberíamos poner en valor la división de poderes y el papel de las instituciones en la desactivación de esas tentaciones si las hubiera o hubiese.

La tutela judicial, el control parlamentario y el propio papel de la prensa libre ni se mencionan a uno y otro lado de la barricada. Como si todos hubieran perdido la fe en el normal funcionamiento de la democracia. Ni siquiera se usan en el argumentario oficial que garantiza la libre circulación de la información "veraz y diversa" mientras se afrontan los ataques de los bulos ('fake news') a la seguridad nacional y las "injerencias extranjeras" en nuestros procesos electorales.

Nos regalan la ocasión de ponernos estupendos en defensa de las libertades y se rifan puestos contra las tentaciones autoritarias de Sánchez

Si solo se trata de prevenir o curar el virus de la desinformación procedente del extranjero, se entendería el traslado de la tarea al Ministerio de Asuntos Exteriores. Y si se tratase solo de proteger la seguridad nacional, se entendería el encargo al Ministerio de Defensa. O a ambos a la vez. No a la Secretaría de Estado de Comunicación o al gabinete del presidente, dos órganos inmersos hasta las cejas en nuestra desquiciada política doméstica. ¿Qué sentido tiene delegar la vigilancia de dos conceptos básicos del Estado democrático, información libre y seguridad nacional, en cargos subalternos de la Presidencia del Gobierno?

Además, se invita a los medios a participar en la guerra contra la desinformación. Otra vez la democracia al revés. Otra torpeza. Como si correspondiese al poder ocupar la primera línea en defensa de las libertades de expresión e información, mientras se ofrece a los medios la opción de sumarse o no sumarse.

Lo que nos faltaba por oír.

Nada nuevo. La prensa afín al Gobierno ridiculiza a Trump pero relativiza las pretensiones de convertir a Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver en guardianes de la verdad. Y la prensa de derechas pone el grito en el cielo por las presuntas violaciones de Moncloa a la libertad de información, pero aminora los groseros desafíos de Trump a las instituciones norteamericanas.

Pedro Sánchez Miguel Ángel Oliver Moncloa