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La España desfigurada y la fatiga pandémica
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Antonio Casado

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La España desfigurada y la fatiga pandémica

La cuarta ola y el secuestro de la primavera rebotan en los estudios del CIS (Pedreira y Sandín) con alarmantes advertencias sobre el deterioro de nuestra salud mental

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)
La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE)

Extraña Semana Santa la del año en que se nos fue la olla por culpa del coronavirus. Ya lo advirtió Íñigo Errejón. La cuarta ola, la “fatiga pandémica” (así llama la OMS al hartazgo de la gente) y el secuestro de la primavera rebotan en los estudios del CIS (Pedreira y Sandín) con alarmantes advertencias sobre el deterioro de nuestra salud mental.

De tentadora aplicación al minuto y resultado de lo que pasa por los telediarios. Este es el retablo de una España desfigurada por la pandemia:

El candidato Ángel Gabilondo protagoniza en la Gran Vía de Madrid (plaza de Callao) un 'happening' electoral con estética de Tarantino mientras la Embajada de España en Rabat y nuestros seis consulados generales (también los tres horonarios), con la generosa cooperación del Gobierno marroquí, afrontan un plan de urgente repatriación por mar y aire de más de 3.000 españoles atrapados en el confinamiento en el país vecino.

Se discute sobre la inviolabilidad del domicilio: ¿"Moradas" como las de Santa Teresa o "pisos turísticos" para burlar las restricciones?

Las discusiones bizantinas también tienen su sitio. Ahora se trata de Pérez de los Cobos, el coronel de la Guardia Civil cesado por cumplir la ley. Y al tiempo se discute con vehemencia sobre la inviolabilidad de los domicilios privados: ¿'Moradas' como las de Santa Teresa o 'pisos turísticos' contratados por horas para burlar las restricciones?
Ojo al remate. En Moncloa, de cara a la próxima reunión del llamado Consejo Interterritorial del Sistema de Salud, se estrujan el cerebro para buscar la trampa que mejore la normativa sobre el uso de las mascarillas (ley 2/2021 de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria…etcétera”) que acaban de dar por buena en el BOE, tras una enmienda socialista en el Senado, con ánimo restrictivo, de la que ahora se arrepienten.

Todo muy surrealista: planes de vacunación, suministro de viales, descoordinación Gobierno-Autonomías y caos regulatorio del acceso al pinchazo por franjas de edad o tareas de riesgo. Se pide responsabilidad a los ciudadanos, pero la clase dirigente genera confusión y se enreda en inoportunas luchas de poder que distraen de lo que realmente importa a la gente.

Nada transcurre según las previsiones del Gobierno, contagiadas por la desastrosa gestión de la UE, como escribe en el 'New York Times' Paul Krugman, premio Nobel de Economía, que denuncia la “rigidez burocrática e intelectual” de Europa como causa de la exasperante lentitud en unos planes de vacunación que “acabara causando miles de muertes innecesarias”.

Casi 76.000 muertos después (cifras oficiales) y un exiguo 7% de población vacunada con las dos dosis, nada parece estar bajo control en España

Me temo que eso es de aplicación a nuestro país, donde casi 76.000 muertos después (cifras oficiales) y un exiguo 7% de población vacunada ya con las dos dosis (ese porcentaje es del 21,6 en el vecino Marruecos, sin ir más lejos), nada parece estar realmente bajo control en España.

Lo último es esa absurda ley de “nueva normalidad” que nos impone la mascarilla, solos o acompañados hasta en espacios abiertos. Chapuza a la española. Y no desidia del legislador, como dicen los pedantes. Hacer la ley y no saber cómo aplicarla. Todo en la misma tacada, incluida la reclamación de una nueva ley que derogue o complemente la anterior.

Los mismos que la apadrinan la declaran obsoleta un minuto después. Según la ministra de Sanidad, Carolina Darias, “hay que adaptarla a la realidad”, añade ¿Pero tanto ha cambiado la realidad en las pocas horas que pasan desde que la ley se publica en el BOE (martes 30) hasta que la ministra la declara “desfasada” (miércoles 31)?

Extraña Semana Santa la del año en que se nos fue la olla por culpa del coronavirus. Ya lo advirtió Íñigo Errejón. La cuarta ola, la “fatiga pandémica” (así llama la OMS al hartazgo de la gente) y el secuestro de la primavera rebotan en los estudios del CIS (Pedreira y Sandín) con alarmantes advertencias sobre el deterioro de nuestra salud mental.

De tentadora aplicación al minuto y resultado de lo que pasa por los telediarios. Este es el retablo de una España desfigurada por la pandemia:

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