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La cloaca policial en el disco duro de Villarejo
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La cloaca policial en el disco duro de Villarejo

Indultos, “paseíllo”, mascarillas y volquete multimillonario de la UE tapan lo que en condiciones normales sería la pesadilla de Pablo Casado. Engrudo a los pies del líder del PP

Foto: El excomisario José Manuel Villarejo. (EFE)
El excomisario José Manuel Villarejo. (EFE)

Espiar al tesorero y robarle información delatora de dirigentes del PP, dio lugar al “Caso Kitchen”. Cursa en sede parlamentaria y en sede judicial. Oscuro objeto de deseo del llamado periodismo de investigación porque entre sus pliegues anda un gran enredador, profesional de la difamación por cuenta ajena que se enriqueció arruinando vidas y prestigios profesionales.

Eso no empieza y termina en el espionaje a Bárcenas. Solo es un capítulo más del aterrador relato oral y escrito (macrocausa “Tándem”), metódicamente registrado en el disco duro de José Manuel Villarejo Pérez, hilo conductor de una novela negra sobre nuestra reciente historia (Ver “La España inventada”, de Manuel Bravo y Francisco Marco). Aunque se enfrenta a cien años de cárcel como insaciable coleccionista de pecados civiles (cohecho, blanqueo, falsedad documental, extorsión, revelación de secretos), vive en libertad provisional desde marzo, después de pasar tres años y cuatro meses en la cárcel de Estremera.

El excomisario es el hilo conductor de una novela negra sobre nuestra reciente historia ("La España inventada", de M. Bravo y F. Marco)

Indultos, “paseíllo”, mascarillas y el volquete multimillonario de la UE tapan lo que en condiciones normales sería la pesadilla de Pablo Casado. Derivada política de la “Kitchen”, engrudo a los pies del líder del PP. El pasado siempre vuelve para formar parte del presente. Y Casado se hace trampas con su endeble borrón y cuenta nueva. Así no sepultará la documentada memoria sobre el recurso a mafias policiales y fondos reservados del Estado en beneficio del PP durante el Gobierno de Rajoy.

Para el principal partido de la oposición es una mala noticia la imputación de su exsecretaria general, María Dolores de Cospedal, que fue decisiva en el salto a la fama de Casado. El exministro Fernández Díaz y el exsecretario de Estado, Francisco Martínez, ya estaban en el radar judicial. Y el jueves pasado fue imputado quien fuera máximo responsable policial de la UDEF (Unidad contra Delitos Económicos y Fiscales), José Luis Olivera, figurante como “el Oli” en los archivos sonoros de su amigo, el excomisario Villarejo. Olivera y Cospedal están citados para comparecer ante el juez de la Audiencia Nacional, García Castellón, los próximos 28 y 29 de junio.

“Me deja usted un panorama desolador”, exclamó el juez después de recabar el testimonio del inspector Manuel Morocho, coordinador de las pesquisas en el caso Gurtell y los “papeles de Bárcenas”. Es espeluznante lo que desvela de cuando sus jefes quisieron apartarle de la investigación y obstruir las tareas indagatorias sobre la caja B del PP.

El inspector Morocho hace un relato aterrador sobre la trama político-policial que quiso apartarle de la investigación sobre la caja B

El testimonio del inspector que supo resistir las presiones de sus superiores (le llegaron a ofrecer destinos “dorados” a cambio de abandonar la investigación) coincide con los apuntes del excomisario Villarejo, cuya alargada sombra aparece en todos los fregados. Desde la guerra sucia contra Eta hasta el caso Dina (Podemos) o el romance del rey emérito con Corinna Larsen, pasando por la operación Ogro (Carrero Blanco), el informe Véritas (el juez Garzón, difamado), el caso Malaya (corrupción en Marbella), operación Nécora (narcotráfico en Galicia), el Yak 42, etc. Como policía puro, como detective puro y, durante una temporada como “agente encubierto”, que fue el híbrido venenoso que se le ocurrió al entonces ministro Corcuera (1993) para encargarle trabajos especiales con los que acabaría de redondear un patrimonio multimillonario.

Las famosas agendas de Villarejo, incluidas las intervenidas por la Unidad de Asuntos Internos el pasado 23 de octubre, se han convertido en un inagotable yacimiento de datos sobre la actuación de las mafias policiales de alto nivel. Datos sobre los que toma vuelo las especulaciones en torno a María Dolores de Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, un viejo amigo del excomisario Villarejo, como teóricos parapetos de Mariano Rajoy en el caso Kitchen.

Foto: José Luis Olivera en 2017. (EFE)

En su favor tienen que “Pepe” Villarejo, el hijo de la matrona de Priego (Córdoba), ya no es lo que era. Ahora arrastra el “complejo de la barragana” (sic), a la que se la quiere en privado y se la repudia en público. Su paso por la comisión “Kitchen” del Congreso quedó en agua de borrajas, aunque aún flotaba en el aire su enésima amenaza de que se prestaría a la catarsis tirando de la manta. No hace falta. Los buenos policías, como Manuel Morocho y la inmensa mayoría de estos sacrificados servidores del Estado, ya se están ocupando de hurgar en el disco duro del comisario jubilado, que está a disposición judicial desde su sonada detención del 3 de noviembre de 2017 en su domicilio de Boadilla del Monte.

Espiar al tesorero y robarle información delatora de dirigentes del PP, dio lugar al “Caso Kitchen”. Cursa en sede parlamentaria y en sede judicial. Oscuro objeto de deseo del llamado periodismo de investigación porque entre sus pliegues anda un gran enredador, profesional de la difamación por cuenta ajena que se enriqueció arruinando vidas y prestigios profesionales.

Luis Bárcenas María Dolores de Cospedal Mariano Rajoy Ignacio López del Hierro Baltasar Garzón