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Henri Parot, lendakari por un día
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Antonio Casado

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Henri Parot, lendakari por un día

En cuestiones de relato sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por ETA, siempre nos quedará Aramburu y sus "peces de la amargura" para seguir el rastro de sangre y miseria moral

Foto: El etarra Henri Parot.
El etarra Henri Parot.
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No regalan nada los convocantes de la marcha de Mondragón al convertir los 31 kilómetros (uno por cada año entre rejas) en una oportunidad para nombrar lendakari por un día a Henri Parot, el más sanguinario asesino de ETA. Eso esperan los responsables de SARE (red de apoyo a los presos de ETA) citando a sus seguidores “en las plazas de los pueblos de Euskal Herría”. Allí oficiarán sus rituales de homenaje al famoso terrorista.

“Por evitar escenarios de confrontación”, dicen, mientras se rasgan las vestiduras por sentirse política y mediáticamente criminalizados, cuando su única motivación es protestar contra la cadena perpetua, que en estos momentos afecta a 15 presos. O sea, 40 años de cárcel para delitos de terrorismo, según la reforma de 2003, que en el caso de Henri Parot casi iguala el número de asesinatos en su siniestra hoja de servicios: 39. Un año de cárcel por cada asesinato. Tampoco es mucho.

Foto: Henri Parot (I), uno de los presos trasladados.

El desorden moral de quienes parecen sentirse en deuda con quienes mataron y extorsionaron en nombre de la patria vasca, malditos bastardos, sufrieron este viernes un ataque de sentido común ante la presión social y política (el Gobierno de Urkullu y los dirigentes del PNV influyeron para la desconvocatoria), que afeaba su propósito de rendir homenaje a los presos etarras en la persona del mentado carnicero de Mondragón.

El asunto se había convertido en un problema jurídico por la negativa de la Audiencia Nacional a suspender la llamada “marcha de Mondragón”. El auto era técnicamente inatacable, a pesar del clamor de las asociaciones de víctimas del terrorismo contra la Fiscalía y el juez Calama, firmante del auto de la Audiencia Nacional. Los jueces no pueden limitar el derecho de manifestación por si acaso, es decir, con base en presunciones delictivas, por falta de “datos y elementos necesarios para determinar si los hechos denunciados podrían llegar a convertirse en un delito”.

"El asunto iba camino de convertirse en un riesgo no desactivado ante lo que en medios políticos de distinto signo se considera una provocación"

Eso por un lado. Por el otro, el asunto iba camino de convertirse en un serio problema de orden público. Un riesgo no desactivado ante lo que en medios políticos de distinto signo se considera una provocación. Me refiero a la concentración convocada por Vox en Mondragón, con asistencia de su líder, Santiago Abascal, que este viernes hablaba de complicidad política y judicial generalizada en actos de humillación a las víctimas del terrorismo.

Palabras necias que no derogan en absoluto la buena noticia del concertado reconocimiento del problema escenificado ayer por el Gobierno central, el vasco —con un bajo nivel de representación, todo hay que decirlo— y las asociaciones de víctimas en el Memorial de Vitoria, donde se nombró a cada una de las 39 personas asesinadas por Parot.

En un comunicado conjunto se denunciaba claramente que lo de Mondragón es la prueba de que “una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesidad de la deslegitimación ética, social y política del terrorismo”. Amén.

En cuestiones de relato sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por ETA, siempre nos quedará Aramburu y sus “peces de la amargura” para seguir el rastro de sangre y miseria moral visible en las entrañas de una parte de la sociedad vasca.

No regalan nada los convocantes de la marcha de Mondragón al convertir los 31 kilómetros (uno por cada año entre rejas) en una oportunidad para nombrar lendakari por un día a Henri Parot, el más sanguinario asesino de ETA. Eso esperan los responsables de SARE (red de apoyo a los presos de ETA) citando a sus seguidores “en las plazas de los pueblos de Euskal Herría”. Allí oficiarán sus rituales de homenaje al famoso terrorista.

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