Al Grano
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El factor ERC en el futuro de Sánchez
Una idea fija en la dirección del partido independentista: no hacerse responsable de un eventual salto del PP al poder: "Si eso ocurre, nunca será por nuestra culpa"
Orgullosos de haber acabado con la hegemonía de la derecha catalana, representada en los herederos políticos de Jordi Pujol, los dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya valoran sus tratos con el PSOE también como una forma de impedir que la derecha española vuelva al poder. “Sería terrible”, oigo decir en la distancia corta a uno de esos dirigentes.
No me extraña que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se refiera al partido de Junqueras como “un socio privilegiado”. Sus 13 diputados permiten al Gobierno hablar de agotamiento de legislatura, en la confianza de que apoyarán los PGE más expansivos de la historia, con un 18% de inversiones destinadas a mejorar la vida de la gente en Cataluña.
Pero no solo eso, que se encarrila, entre otras cosas, gracias a la excelente relación personal entre Gabriel Rufián y el ministro Bolaños. Por raro que parezca en una fuerza centrífuga del sistema, el factor ERC también se ha convertido en una garantía de supervivencia de Sánchez y la coalición PSOE-Podemos más allá de las próximas elecciones generales.
Junts califica a ERC de 'traidor'. Y ERC denuncia el silencio de Junts cuando se habla de la alternativa a Sánchez en Moncloa
No es una hipótesis gratuita. Se basa en razonamientos aireados en público y en privado por sus dirigentes ante los escenarios anunciados por las encuestas. Con una idea fija: no hacerse responsables de un eventual salto del PP al poder. El mantra es de amplia circulación en los estados mayores del partido: “Si ocurre, nunca será por nuestra culpa”.
Y también en esto se diferencian de sus socios de Junts. Los ven como la 'derechona' catalana pastoreada por Puigdemont, muy reticente respecto a la 'mesa de diálogo' y las negociaciones presupuestarias con el Gobierno sobre las cosas de comer. Decisiones que afectan al día a día de los catalanes (más autogobierno, más financiación), no a fantasías identitarias por ahora inalcanzables. Lo cual produce dos efectos inmediatos. Uno, Junts endosa a ERC el calificativo de 'traidor' a la causa. Y otro, ERC denuncia el indolente silencio de Junts cuando en Cataluña se habla de la alternativa a Sánchez en la Moncloa.
¿Supone esto una renuncia del partido de Junqueras, Aragonès y Rufián a la causa de la independencia de Cataluña? En absoluto. Como suele decir Joan Tardà, su exportavoz en el Congreso, “hemos visto que la cima estaba demasiado alta y volvemos al campamento base para reintentarlo de otra forma”. Con distintas palabras, es el reconocimiento del “fracaso colectivo” del 'proces' y la vigente teoría del 'mientras tanto', la acumulación de fuerzas, o el gradualismo gramsciano.
Con Aragonès en la presidencia de la Generalitat, se desactiva el independentismo furioso. La magia del 1-O se ha desvanecido
Cualquier parecido con el 'octubre insurreccional' anunciado por algunas voces propias y extrañas al soberanismo habrá sido pura coincidencia. Con Aragonès en la presidencia de la Generalitat, se desactiva el independentismo furioso. La magia del 1-O se ha desvanecido. De la primera reunión de la mesa sobre el futuro político de Cataluña solo han salido vaguedades, salvo la voluntad de seguir dialogando. Y en materia de movilizaciones, el botellón derrotó ampliamente a las esteladas.
Hasta el Parlament rechazó la propuesta de la CUP de celebrar un referéndum de autodeterminación esta legislatura. Pero ERC no lo descarta para la próxima, por la vía de la negociación y dentro de los marcos legales que, por supuesto, permiten una reforma del Estatuto de autonomía.
Me explico. La idea bulle en el estado mayor de ERC. No sería independencia sí o independencia no, por anticonstitucional, pero sí podría ser el referéndum legalmente previsto para ratificar una eventual reforma estatutaria, en la que los independentistas harían campaña por el no. Bajarían los brazos aceptando el sí de la mayoría de los catalanes. Pero se cargarían de razón nacional e internacional si los votantes se inclinasen por el no.
Orgullosos de haber acabado con la hegemonía de la derecha catalana, representada en los herederos políticos de Jordi Pujol, los dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya valoran sus tratos con el PSOE también como una forma de impedir que la derecha española vuelva al poder. “Sería terrible”, oigo decir en la distancia corta a uno de esos dirigentes.
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